Por: Laura María Jaimes Muñoz/ El dinero rápido es motivación para algunos jóvenes que no se les “sostiene” con “nada”, ya que desean obtener “cosas” en corto tiempo, eso sin pensar en aquellas que solo desean atesorar.
También se puede observar a personas que actualmente se encuentran en condiciones laborales estables, pero siempre desean obtener otros beneficios o estar en otras condiciones que, si fueran revisadas a fondo, los harían quedarse con su empleo actual.
Realmente es un grado de insatisfacción que sobrepasa su proyecto de vida, por poner un ejemplo: cosas como casa, carros, lujos, finca, entre otros, ya entendiendo que una persona desde la cotidianidad, honesta, ética y moral, sabe que para lograr ser profesional debe pasar 12 años para ser bachiller, seis años para obtener el pregrado y tres años más para el posgrado, lo que significa pasar veintidós años promedio construyendo su proyecto de vida y así poder iniciar su ideal de obtener cosas por medio de oportunidades que le permitan ahorrar para comprar su vehículo, su casa o apartamento que visualizo para su vida.
¡Si se puede lograr! Es cuestión de comprender sobre la importancia y el significado de ser constantes, perseverantes y disciplinados. Al final, genera paz.
El dinero rápido, ese ‘ya’ siempre traerá consecuencias que por lo general no son buenas para el ser humano, podemos ver por poner otro ejemplo: a corruptos que, aunque la “justicia cojea, pero les llega”, a personas que trafican con estupefacientes, con órganos o con otras personas, también les llega su momento de entregar cuentas por sus malas acciones y pésimas decisiones.
Por lo tanto, para manejar el deseo de valorar lo que no se tiene desde otra perspectiva, se podría considerar lo siguiente:
Autoconocimiento: Entender “quién soy” es fundamental, desde allí podríamos comprender cuáles son las razones detrás de este deseo. Reflexionar sobre las propias necesidades emocionales y los factores que impulsan ese deseo, puede ser un primer paso para abordarlo.
Aceptación: Este proceso es esencial para reconocer que la felicidad no depende necesariamente de obtener cosas y obsesionarse por lo incansable, que contribuye a generar ansiedades e incomprensiones en su imaginario de vida.
Gratitud: Practicar la gratitud por lo que se tiene en la vida puede ayudar a enfocarse en lo positivo y a valorar las condiciones presentes, en lugar de ¡obsesionarse con lo que falta! comprendiendo que, ¡vivir en el aquí y en el ahora!, es sentir su calidad de vida desde un estado de bienestar, sin perder el horizonte de su proyecto de vida.
Realismo: Sí, se “logra ver” sobre lo que es viable y lo que es factible, se fijan metas ¡posibles! es allí donde enfocarse el progreso personal puede ser más gratificante que perseguir ideales inalcanzables, esto no quiere decir que no lo puedas lograr, es revisar los objetivos, alternativas que se tienen cuando se proponen metas a corto, mediano y largo plazo.
Apoyo profesional: Buscar apoyo de un profesional de la salud mental para explorar más a fondo las causas del deseo contante de valorar lo que no se tiene, llegaría a ser beneficioso para comprender su real estado de bienestar.
Eso sí, reconoces que eres una persona con competencias éticas, pero identificas patrones de comportamiento correlacionados al perfil “abandonador” e inconstante, que descuida las obligaciones personales, es indulgente consigo mismo, mantiene dificultades en las relaciones interpersonales o relaciones estables y seguras ¡debes considerar en buscar ayuda profesional”
Porque si valoramos y somos agradecidos, ¡lo tenemos todo!
…
*Psicóloga, especialista en psicología clínica y de la salud.
Totalmente cierto
La juventud de ahora desde muy temprana edad se creen sabios esos son los sufrimientos para después lamentar nada que hacer no escuchan razones