Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Con el correr de los años nuestros discursos sociales se han quedado atados a experiencias totalmente individuales, alejadas de la realidad, que está llena de dolor como lo hemos mencionado en otras columnas; lamentablemente estos discursos sociales con los que estamos construyendo la generación de lo social y político del hoy carecen de estructura histórica, no porque las luchas del hoy sean luchas diferentes, el ser humano siempre ha buscado reconocimiento a sus necesidades, sino que precisamente porque las luchas de hoy requieren mucho más comprensión de las realidades, de los territorios y de cada contexto que vive la persona y la comunidad.
Pero yo no puedo como líder o líderesa solo tener la verdad propia, no puedo solo enaltecer mi propio conocimiento y abandonar a quienes realmente luchan cada día en su discurso de pobreza, porque no tiene más oportunidades y es real, todavía nos estamos enfrentando a comunidades alejadas de la civilización porque precisamente no se quieren contaminar con todo lo que se está viviendo.
Estas las luchas han sido precisamente el foco de las grandes discusiones sociales y políticas “quién da más”, “quien contribuye más”; se nos está tornando en la pasarela del “Yo fui el que hice”, pero la comunidad no corresponde a este movimiento, cómo se escribe o no se escribe la historia, pero muy poco realmente la construyen, desde adentro desde la situación que ha dado paso a que una comunidad se destruya.
Si el debe ser de todo ciudadano es construir sociedad, pero en el quehacer nuestra individualidad prima, el problema es que estamos manoseando las comunidades a nuestro antojo, solamente para cumplir, como yo lo he escuchado en muchas mesas de concertación con los y las jóvenes de Bucaramanga, “es que no nos tienen en cuenta”, “es que no escuchan nuestras voces” y es así, efectivamente, sin embargo la forma de hacer justicia que estamos usando en este presente, no está embargando la real construcción de la comunidad.
Porque para para tejer socialmente las comunidades, no solo se trata de atender colectivos, un colectivo no define toda una comunidad, y tampoco un individuo define la comunidad, por eso es que hay tanta disyuntiva cada vez que hay votaciones, eso no significa que sea ineludible la lucha, y que cada cual lo hace a su manera, con sus propias herramientas de vida, por eso mismo, no se le puede quitar el lugar a lo comunitario y a la comunidad.
Mencionado así y visto desde este foco, los discursos no pueden ser disonantes, los discursos no pueden ser individuales, porque el discurso social está unido y atado a la comunidad, el discurso social necesita la comunidad, necesita ver a cada realidad; sí, hasta aquí es lo que conocemos, es lo que somos, pero sigue habiendo una necesidad tan grande de ser vistos, ser reconocidos, individualizando el proceso.
Sino hablemos de muchas controversias que hay incluso dentro del desarrollo de los diferentes consejos municipales de juventudes y las plataformas también municipales de juventudes, grandes muchachos con visiones increíbles, pero en el quehacer nos estamos quedando atados a muchas acciones, a pocos escritos y a individualizar el proceso.
Bien es cierto que se ha hablado de no infantilizar las formas de veeduría y control político de los jóvenes, estoy de acuerdo, pero esto empieza desde el hacer, desde el hacer con la institucionalidad, desde el hacer con la comunidad y desde el construir conocimiento conjunto con todos los actores sociales, que hacen parte del cambio; el discurso no puede ser disonante, el discurso está relacionado con lo que cada día hacemos y desde donde estamos ubicados.
Finalmente es desde ahí que nosotros aportamos a las comunidades, sí, nos hemos quejado por años de los planes y programas que se desarrollan solo por cumplir y muchos hemos hecho parte de ese ejercicio de crítica, pero realmente aunar esfuerzos con lo institucional, creo que es una de las funciones más importantes de este ejercicio social, que, aunque disonante en ocasiones, lo disonante del discurso no es no hacer, lo disonante del discurso es pedir y no unirnos a esa construcción.
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Magister en Psicología comunitaria (UNAD).
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