En los últimos días sucedió lo que algunos han llamado “la primera crisis” del gabinete de Petro. Curiosamente todo paso tras la salida de tres ministros que en su ejercicio no habían cometido los errores garrafales de otros, y, por el contrario, gozan de cierta credibilidad entre la población.
Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ La diferencia, en cuanto a requisitos, para ser presidente o ser ministro de una cartera radica en solo cinco años de vida. Según la Constitución Nacional en su artículo 207, “para ser ministro o director de departamento administrativo se requieren las mismas calidades que para ser representante a la Cámara”. Esto nos remite al artículo 177 donde dice que, “para ser elegido representante se requiere ser ciudadano en ejercicio y tener más de veinticinco años de edad en la fecha de la elección”. Basta con tener 25 años y tener los contactos para ser nombrado; para ser presidente sólo 30 años.
La principal crítica que se podría hacer de forma rápida es la ausencia de requisitos académicos para hacer parte de un cargo de tanta responsabilidad. Sin embargo, el argumento que se tiene para justificar el tema, especialmente en cuanto a la representación en Cámara, es la posibilidad de que todos y todas podamos ser elegidos y representar a quienes votan. Empero, ese argumento se cae cuando vemos que, en la práctica, para ser elegido, lo que se requiere es dinero, situación en la que no ahondaré. Además, es necesario mencionar que en el caso de los directores de cartera sí debería existir, en mi criterio, un rigor mucho mayor, pues de ellos depende la administración real del Estado.
En estos días se ha dado todo un sacudón en el gobierno por la decisión del presidente Gustavo Petro de cambiar algunos ministros que hacían parte de su gabinete. Frente a esto es necesario precisar que el mandatario está en todo el derecho de nombrar y retirar a los ministros que él considere de forma totalmente discrecional. De hecho, nombrar y remover a sus ministros y directores de departamentos administrativos, los actos que expide como jefe de Estado o Suprema autoridad administrativa, son los únicos que tienen validez sin necesidad de que sean suscritos y comunicados por los jefes de cartera según lo expresa el artículo 115 de nuestra Carta Política.
Los gobiernos que tradicionalmente han ejercido el poder en el país se han caracterizado por buscar la unidad de su gabinete, una única forma de pensar posible, que logra que quien esté en desacuerdo no tenga cabida dentro del aparato burocrático. La administración pública tradicional se hace con todos sus funcionarios, mirando hacia adelante, apuntando a la falacia que venden como “progreso” y que es decidida por el gobernante de turno. Esa es la forma de gobernar, que se esperaba, tuviera un giro con el autodenominado “gobierno del cambio».
La crítica no se da solamente por la salida de Alejandro Gaviria, la cual parece tener como origen dos posibles causas: su posición contraria a la reforma a la salud o la filtración de una cierta documentación oficial. En todo caso, no fue el único ministro que cesó su función, a Alejandro se suman Patricia Ariza y María Isabel Urrutia. Después de su salida, Patricia mencionó a algunos medios que al parecer el presidente ni siquiera se tomó la molestia de avisarle de forma personal sobre su terminación de cargo. Aunque no era requisito avisar, es otra actitud que se esperaría de un gobierno humano, tener la delicadeza de dar a conocer de forma personal este tipo de decisiones.
Llegado a este punto, debo dejar claro que el problema de fondo, no se da en el cambio del gabinete, sino por la forma en que se hace y la oscuridad que hay tras dichos cambios. Además, en los últimos días, se ha visto a Petro trinando con una mayor frecuencia en defensa de su decisión y tratando de aclarar temas que se han fugado a los medios. Es comprensible que el jefe de Estado quiera hacer claridad en la materia; empero, es importante que recuerde que Twitter no es el mejor lugar para dar declaraciones de ese tipo.
Con todo esto, el mensaje que debe quedar aquí escrito es un llamado al gobierno a ejercer su mandato con sensatez, de la forma más clara y democrática posible. Para ser realmente el “gobierno del cambio” es necesario gobernar de forma diferente a la que tradicionalmente se ha realizado, el cambio implica perder la hegemonía del poder para democratizarlo, dejar de gobernar para unos y empezar a gobernar para todos.
Apuntaciones
- Bukele no es un gran estadista, mucho menos es salvador de El Salvador. Es solo un hombre cuyas violaciones de Derechos Humanos pasarán a la historia y nos avergonzarán por siglos.
- Frente a lo ocurrido en San Vicente del Caguán es necesario esclarecer las víctimas fatales de lo sucedido y además revisar rápidamente los desacuerdos entre la comunidad y la petrolera.
- Seguimos con el proyecto “Glosas”, está vez los invitamos a viajar de la mano de Julio Verne. Les dejó aquí el link.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
Twitter: @FrayGato
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