A diferencia de 2019, cuando Boris Johnson fue elegido primer ministro, el Brexit era la única prioridad para los ‘tories’. Hoy la implementación del divorcio con la Unión Europea sigue siendo igual de relevante, pero los asuntos internos, como la crisis económica o la independencia de Escocia, dominan la lista de prioridades.
Enfrentar la economía local en una crisis global
Las proyecciones sobre el aumento en el coste de vida superaron la realidad en Reino Unido. Los precios de la luz y los alimentos están este año por las nubes, tanto que se considera que un porcentaje creciente de la población británica no puede pagar tres comidas al día.
La guerra entre Rusia y Ucrania, además de los coletazos de la pandemia por el Covid-19, son parte de las causas de la actual inflación, disparada y con posibilidad de alcanzar hasta un 10%, tal y como ha alertado el Bank of England, la autoridad monetaria del país.
En mayo pasado, la inflación local alcanzó un nivel histórico en 40 años, impulsada por el aumento de la gasolina. En el mismo mes, el índice de precios al consumidor aumentó en un 9,1%, en comparación con el mismo período de 2021, el más alto desde 1982.
En paralelo la nación enfrenta la amenaza de más huelgas de trabajadores de diferentes sectores, como la del servicio de trenes –que paralizó el país–, porque los aumentos salariales no reflejan el encarecimiento de la vida. En el caso de la red ferroviaria, los empleados exigen incrementos salariales del 7% para compensar la inflación, además de cero despidos durante la modernización de este servicio.
También, por ejemplo, han parado los trabajadores del Metro de Londres. Pero otros sectores, como el los profesores, han anunciado que harán un cese de actividades si el Gobierno no toma medidas más drásticas que ayuden a la vida cotidiana.
Una opción popular entre los candidatos que quieren reemplazar a Boris Johnson es revertir el aumento de impuestos sobre el salario que Johnson aumentó en abril. Aun así, el próximo o la próxima premier deberá usar guantes de seda para tomar todas estas decisiones económicas que se requieren, teniendo presente, además, la coyuntura financiera global.
Mantener el apoyo a Ucrania en la guerra
Reino Unido ha jugado un papel protagónico a nivel internacional, tratando de unir a Europa y a la OTAN en la dureza de la respuesta contra Vladimir Putin, además de dar apoyo humanitario, armas y entrenamiento a las fuerzas militares ucranianas.
Johnson ha sido el único líder internacional en visitar Kiev hasta en dos ocasiones durante la invasión rusa y mantiene semanalmente conversaciones con el presidente Volodímir Zelenski.
En su discurso de renuncia, el ya exinquilino de Downing Street anunció que el apoyo a Ucrania es irrestricto y seguirá siendo una política de Estado en su ausencia.
Resolver el espinoso ‘Protocolo de Irlanda del norte’
Londres inició una nueva batalla política y jurídica contra Bruselas, cuya resolución todavía se espera.
Tras el Brexit, la región británica de Irlanda del Norte se mantiene dentro del sistema de aduanas y en el Mercado Único de la Unión Europea para evitar reinstalar una frontera física que ponga en riesgo el acuerdo de paz de 1998.
Entonces, esa frontera física entre Reino Unido y la Unión Europea se fijó en el mar de la isla de Irlanda. ¿Qué ocurre? Para enviar bienes o alimentos a Irlanda del Norte se requieren nuevos trámites de ingreso y papeleos, como si se hiciera una exportación dentro del mismo país.
Los unionistas y el Gobierno afirman que el protocolo está causando desabastecimiento de alimentos, mientras que el partido izquierdista irlandés Sinn Fein niega que este haya traído caos a la zona.
Así las cosas, luego de negociaciones estériles entre Londres y Bruselas intentando encontrar una solución, el Gobierno británico presentó una legislación en su Parlamento para cambiar el Protocolo.
Aunque Boris Johnson justificó este movimiento político diciendo que era una garantía en caso de que la Unión Europea no hiciera modificaciones, lo cierto es que fue el primer paso para una nueva disputa en los dos lados del Canal de la Mancha.
Europa, enfurecida porque Johnson negoció y firmó el acuerdo que creó el Protocolo, inició acciones legales las cuales, si el nuevo primer ministro no atiende con urgencia, podrían terminar en una guerra comercial.
Escocia, en busca de su independencia
El Gobierno regional escocés, con mayoría en el Parlamento local, presentó su hoja de ruta para buscar un segundo referendo legal de independencia.
La fecha propuesta es el 19 de octubre de 2023. Para que esta nueva consulta sea una realidad necesita el visto bueno de Londres, que ya cerró esa puerta de un solo empujón.
Sin embargo, los nacionalistas escoceses son persistentes y, anticipándose a la negativa de Johnson, preguntaron a la Corte Suprema del país si el referendo podía llevarse a cabo sin ese permiso.
El editor del prestigioso periódico escocés ‘The Scotsman’, Neil McIntosh, comentó que Londres bien puede ganar esta disputa jurídica.
«Londres ganará: la Constitución es claramente un asunto del gobierno de Westminster. Además, Nicola Sturgeon lo sabe. La promesa de un referendo en 2023 tiene que ver con el teatro político y la gestión del partido, y nada con esperar conseguir o no ganar».
Curiosamente, y como nunca antes, no se había visto una cohesión de Reino Unido tan amenazada. Es parte del legado de Boris Johnson.
Asimismo, el nuevo o la nueva premier deberá trabajar en común con Escocia para disuadirle de que se mantenga dentro de la unión. Y es que, los nacionalistas del Sinn Fein, que por primera vez en cien años de historia lideran el Gobierno regional, buscarán también en algún punto independizarse de Reino Unido.