Por: Claudia Aponte/ Referirse a las propuestas o líneas programáticas en cualquier candidatura es una cuestión de responsabilidad de cada candidato frente a los potenciales electores.
Está por fuera de la ética aspirar al rol de elección democrática con “discurso mentiroso” o dedicado a las falacias ad hóminem hacia sus contendores. Precisamente uno de los oradores más relevantes de la historia e importante político ateniense, Demóstenes, definía la oratoria como “el arte de persuadir con elocuencia”, siendo la persuasión el sinónimo de convencimiento, más no debe ser utilizada negativamente con fines deshonestos.
Debe reconocerse a aquellas candidaturas que, además de, expresar en los diferentes medios de comunicación audiovisuales sus ideas, también las compartan en las redes sociales o blogs, con características como: claridad, concresión, viabilidad, compromiso, respeto, lenguaje sencillo y ante todo con la honestidad de que lo cumplirá, que efectivamente lo ejecutará, si queda elegido por la ciudadanía.
Al indagar sobre los candidatos actuales, se ha identificado un importante grupo de ideas o aportes de cada uno – de quienes efectivamente las han publicado – pero mayoritariamente se perciben incompletas o carentes de claridad e incluso inviables frente al ¿qué hacer? para cada una de las áreas del desarrollo transversal, incluyente, sustentable y sostenible que, se requiere para el país.
Bueno sería tener el compendio individual por cada candidatura y frente a las diversas temáticas priorizadas que, afectan a las comunidades y necesita Colombia; ello en coherencia con las dificultades que vivimos en la región con alta desigualdad y baja productividad que, a su vez genera bajo crecimiento o crecimiento volátil, como la “trampa” o el círculo vicioso que, durante tiempo atrás vienen investigando los organismos multilaterales y debería quien es hoy candidato, con sus propios argumentos y sus agentes programáticos, necesariamente mirar hacia adentro como país y hacia afuera en el vecindario de países de América Latina y el Caribe (ALC).
Algunos datos por ejemplo, en el Informe Regional de Desarrollo Humano “Atrapados: Alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe”[1], 2021 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD de la Organización de las Naciones Unidas, se presenta a ALC como una región que genera a partir de su diversidad, mucha riqueza y prosperidad pero esta coexiste con la vulnerabilidad y la pobreza extrema, haciéndola la más desigual del planeta: La desigualdad en los ingresos se acerca en promedio al 47% y paralelamente con ello, existe una proporción promedio del 77% en los países, en los cuales sus ciudadanos consideran tener un gobierno en beneficio de los intereses de unos pocos; en Colombia el porcentaje es del 81% con esa percepción. Además, en el país un 63% de la fuerza de trabajo está excluida de la seguridad social contributiva, es decir, la fuerza de trabajo desde los informales es superior a la de los empleos formales.
Es menester que, se revisen las investigaciones del BID, el Banco Mundial, el PNUD-ONU, la ONU y el Observatorio de Cepal, entre otras, publicaciones técnicas-académicas que, contienen análisis de las variables relevantes para el desarrollo de los países, en temas como salud y protección social, educación, economía, empleo, crecimiento, percepción de los ciudadanos de sus gobiernos, entre otras; para mirar el país, en comparación con los demás países de ALC y, tomar los modelos útiles y viables de aplicar provenientes de aquellos países que están con mejores valores en los distintos indicadores.
Construir sobre lo construido, no debe ser una frase de cajón sino una realidad.
A propósito de los estudios internacionales sobre la región, sea la oportunidad de reconocer la destacada capacidad investigativa sobre los asuntos de país que, se muestra abiertamente en la campaña Colombia Tiene Futuro del candidato Alejandro Gaviria, como unos de los 40 candidatos[2] que va por firmas a la Presidencia de la República; demostrando un liderazgo académico sobresaliente y llegando a persuadir con todo el conocimiento previo sobre los temas de desarrollo, durante cada una de sus intervenciones.
De otra parte, en pro de proponer ideas, un ciudadano comentó en días atrás su propuesta y fue considerada muy interesante para compartirla aquí: una reforma a la justicia frente a no permitir la casa por cárcel a los corruptos, sino los centros penitenciarios del Inpec y, generarles la muerte política, porque sin todos los recursos que se pierden vía saqueo a las finanzas públicas, seguirá el abismo histórico entre lo que se necesita y, lo que realmente se ejecuta y debería llegar de forma ética, responsable y transparente desde los distintos programas estatales a las comunidades.
Nota al margen: Que bueno sería la concertación sobre líneas comunes y el consenso sobre aquellas que no lo son, para dentro del respeto y la diversidad unir el centro político y lograr un país sin extremos ni odios. Sin perder de vista qué es realmente el centrismo político: es realismo, es capacidad de entendimiento, es sensibilidad social, es racionalidad, es mente abierta, es compromiso con los derechos humanos de todos, es respeto a la institucionalidad, es la unión de las comunidades, entre otros.
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*Ingeniera de Sistemas de la UIS, Especialista en Gerencia Pública de la UIS y Magíster (c) Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia y en curso Doctorado en Políticas Públicas.
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[2] Tomado de El Colombiano