El recuento de los votos comenzó en Hong Kong después de que solo 5.000 ciudadanos, procedentes en su mayoría de los círculos a favor de un mayor dominio de Beijing, votaran este domingo para elegir a los candidatos que conformarán el Comité Electoral, vetado como leal a Beijing, y que a su turno escogerá al próximo líder o lideresa del territorio y a casi la mitad de su Legislativo.
La jornada de votación terminó a las 6 de la tarde y a las 9 de la noche todas las papeletas fueron transportadas para ser contadas en una estación central de recuento.
Unos 4.900 hongkoneses estuvieron autorizados a votar, lo que equivale al 0,6% de los 7,5 millones de residentes, mientras unos 6.000 policías fueron desplegados para garantizar que no haya manifestaciones ni alteraciones durante la votación. En 2016, antes de la reforma a la ley electoral aprobada por el Gobierno chino en marzo, unos 233.000 hongkoneses pudieron votar.
«Se trata de unas elecciones importantes, aunque el número de personas que pueden participar es reducido», declaró a la prensa la actual dirigente de Hong Kong, Carrie Lam, quien añadió que el nuevo sistema garantizará que los «rebeldes antichinos» no puedan seguir «obstruyendo» el sistema.
El Comité Electoral consta de 1.500 miembros y la votación de este domingo determinará los futuros ocupantes de 364 de los puestos de este órgano. El resto de los 1.500 escaños están ya ocupados por designación directa o por votaciones en las que no hubo oposición.
El próximo 19 de diciembre, el Comité tendrá que seleccionar a 40 de los 90 diputados de la legislatura del territorio y, en marzo de 2022, elegirá al próximo dirigente de Hong Kong. En diciembre, 30 de los legisladores serán seleccionados por grupos de interés especiales y sólo 20 serán designados mediante una votación directa.
Los primeros comicios
Las elecciones de este domingo son las primeras que tienen lugar en Hong Kong bajo un controvertido nuevo sistema en el que todas las personas que se presentan a un cargo público tienen que someterse a una verificación de lealtad política hacía Beijing y demostrar que no representan una amenaza para la seguridad nacional.
El Gobierno chino insiste en que el nuevo sistema es más representativo y que impedirá que elementos «antichinos» lleguen al poder.
«Todo el objetivo de la mejora del sistema electoral es garantizar que los patriotas administren Hong Kong», declaró Lam. «Dudo mucho que otro gobierno o país permita la elección, para una legislatura local, de personas cuya misión es socavar el interés o la seguridad nacional», añadió.
Reformas que silencian aún más a la oposición
Los cambios en el sistema electoral son los últimos de una serie de medidas, incluida una ley de seguridad nacional, que castiga todo lo que Beijing considera subversión, secesión, terrorismo o connivencia con fuerzas extranjeras. Estas disposiciones han puesto a la excolonia británica bajo un sistema de vigilancia cada vez más autoritario.
Se eliminaron los comités de 117 concejales de distrito de ámbito comunitario, dominados por la oposición y se añadieron más de 500 escaños designados para grupos empresariales, políticos y de base chinos.
Los críticos de las últimas medidas denuncian que estas no dejan espacio a la oposición prodemocrática y que convierten a Hong Kong en un espejo de China y de su Gobierno comunista.
Muchas figuras de la oposición han sido encarceladas, decenas de grupos críticos, incluido el periódico más popular de la ciudad, han sido clausurados y decenas de miles de hongkoneses han tenido que irse a vivir al extranjero.
«Los hongkoneses están completamente aislados de este proceso electoral», dijo a la agencia de prensa AFP Nathan Law, un destacado líder prodemocrático que huyó a Reino Unido el año pasado. «Todos los candidatos a las elecciones son marionetas bajo el control total de Beijing; sin ninguna competencia significativa», añadió.
Según la Declaración Sino-Británica de 1984, el Gobierno chino debía mantener los derechos y libertades vigentes en el territorio de Hong Kong durante al menos 50 años a partir de su retrocesión por parte de Londres a Beijing en 1997.
Pero después de que multitudinarias protestas sacudieran el territorio en 2019, China lanzó una fuerte campaña de represión contra las disidencias en la excolonia británica, que se concretó en la ley de seguridad nacional y las enmiendas al sistema electoral.