Por: William Antonio Rojas Rojas/ Ante los retos versátiles e inciertos que difiere toda profesión cuando afronta el dinamismo actual en la sociedad, la acción investigativa asume un papel cada vez más trascendental en la formación educativa de las Instituciones de Educación Superior. Es preciso mencionar que la educación de calidad en una profesión se observa y dimensiona en base no únicamente de un vínculo entre el campo de discernimiento y la práctica, sino además ejecutando como reseña la eventualidad que poseen, quienes se constituyen en ella, de exponer capacidades de introversión, gestión, personalización de contrariedades y exploración de tramitaciones en contenidos concretos, nuevos y disímiles (Agudelo & Salinas, 2022). Por lo cual es absoluto todo lo mencionado ya que se enlaza resumidamente al desarrollo de la investigación.
Para Juárez & Torres (2022) la implementación de la investigación formativa en la actualidad se ubica en el campo de las destrezas pedagógicas simétricas en los(as) estudiantes a través de las cuales se busca de manera integral promover unas competencias investigativas, enfatizadas en la articulación de métodos direccionados en la construcción de sapiencias que buscan conservar analogías procedimentales con la investigación con visualización concreta y estricta (pp.8), pero con ciertas novedades las cuales en ciertas ocasiones no producen sensatez como nuevo y legítimo. Estas técnicas asumen una finalidad instructiva, en el sentido de que establecen una pericia para el conocimiento de enseñanzas-aprendizajes en base a una temática en específica, pero indagan, paralelamente, atenuar el progreso de las competencias investigativas.
Estas competencias investigativas han sido caracterizadas y catalogadas bajo diferentes criterios de las Instituciones de Educación Superior. Juárez & Torres (2022) detallan un conjunto de competencias que se conciertan al asunto de investigación pueden ser: Enunciar problemas y proyectos, suponer hipótesis, delinear su metodología, compilar información, encauzar datos, discutir, argumentar, descifrar, derivar y amparar los resultados dimensionados (pp.9). Jorrín et al (2020) secuencialmente mencionan que construyen tres clases relevantes de competencias investigativas: Las organizativas, que poseen un manejo de los compendios metodológicos de la investigación e inclusive acciones de misión, como proceder al financiamiento y rendir balances sobre el mismo (pp.10). Seguidamente están las comunicacionales, ineludibles para la reciprocidad de prácticas de investigación de representación oral o escrita por otras vías, el asesoramiento de proyectos y la cooperación en acciones académicas. Y por último son las colaborativas, concernientes con la labor que se efectúa con otros estudiantes e investigadores estableciendo, aconsejando o anunciando a modo de co-investigadores.
En misma línea argumental se hace mención desde una perspectiva de las ciencias exactas en mención a las competencias investigativas, Munive-Obando et al (2021) caracterizan tres niveles: La utilización selectiva íntegra de la información para descifrar e interactuar en representación conveniente el progreso de pensamiento con ideología causal, así mismo constituir variables en un contexto determinado (pp.9). La utilización de la argumentación, el esbozo de ensayos para comprobar hipótesis, constituir relaciones entre variables secuenciales, condensar operaciones y herramientas convenientes, además de usar opiniones y métodos matemáticos. Y por último la utilización que se toma en balance para proyectar problemas de prototipo contextual, solventar contrariedades disciplinares o procedentes de la cotidianidad y presagiar escenarios en las que intercedan numerosos escenarios sobre las variables identificadas.
De acuerdo con lo mencionado anteriormente ya sea rotundo o no en estas categorías de competiciones, hay una formación académica básica en base a la investigación que los(as) estudiantes universitarios idealmente asumirán haber avanzado a lo extenso de su trayectoria escolar: Aspectos relevantes fundamentados en la observación, la indagación, la ideología crítica y la exploración transcendental de información. Por otra parte, algunos especialistas mencionan que este tipo de formación debe proporcionarse desde la educación media, pero si revisamos los hechos esto no ha sucedido y su proyección es muy débil (Castro et al., 2022).
Por otra parte, las Instituciones de Educación Superior no pueden esquivar este problema; por el contrario, deben solucionarlo desde el instante mismo en que el educando ingresa a la academia y orientarlo por los métodos investigativos. Con ello se constata fortificando la independencia del estudiante para instruirse en su vida formativa y fuera de la misma, en la actualidad y el futuro. Aseverando este equipaje de competencias esenciales o iniciales, se sentará proveyendo la sumersión en las técnicas de investigación más sensatas que se afrontan en los cursos académicos de metodología de la investigación, proyecto de grado I y II hacia el final del programa; algo para resaltar es cuando los (as) educandos inician a desarrollar los proyectos de tesis y suscriben a un nivel más evolucionado de la competencia investigativa (Tua, 2020).
Es importante resaltar que el uso de tecnología es fundamental para esta estrategia de enseñanza-aprendizaje, ya que no únicamente es usada para delimitar información, sino a la par con ella se desenvuelven conjuntos de operaciones mediante las cuales el estudiante podrá interactuar en ambientes virtuales de aprendizaje ensamblados por desemejantes herramientas o instrumentos disponibles en la Web. Así mismo el conectivismo que día a día cobra más notabilidad en cuanto a la ordenación de ciertas actividades, ya que es condesciende al vislumbrar cómo tiene lugar el amaestramiento en el tenor de la era digital, permitiendo la procreación de conocimientos apoyado mediante la interacción no solo con otras personas, sino con los recursos disponibles en la red; con esta interacción, cada colaborador da pertinencia a los contenidos temáticos, y a través de los vínculos entre nodos de información es viable co-crear ideas prolongadas y con mayor expansión (Quijada, 2018).
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*Tecnólogo en Administración de Empresas (UDI), Tecnólogo en Gestión del Talento Humano (Sena), Administrador de Empresas (UDI), Especialista en Aplicación de Tic para la Enseñanza (Udes), Magister en Tic para la Educación (UDI) y Doctorado en Ciencias de la Educación (Umecit –Panamá) en formación.
Twitter: @warnulfio
Correo: Williamantonio.1987@gmail.com
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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Referencias bibliográficas
Agudelo, O. L., & Salinas, J. (2022). Editorial del número especial: Educación flexible en la era del conocimiento abierto. Edutec. Revista Electrónica de Tecnología Educativa, 79, 1–8.
Castro, P., Gómez, P., & Carranza, S.-M. (2022). Investigación e Innovación en la Consolidación de una Disciplina Educativa. REICE. Revista Iberoamericana Sobre Calidad, Eficacia y Cambio En Educación, 20(1), 5–19.
Jorrín, I. M., Vasquez, A., & Gaines, R. E. (2020). Codiseñando Unidades Didácticas sobre Métodos de Investigación en el Interactive Research Methods Lab. Edutec. Revista Electrónica de Tecnología Educativa, 74, 51–71.
Juárez, D., & Torres, C. A. (2022). La competencia investigativa básica. Una estrategia didáctica para la era digital. Sinéctica, 58.
Munive-Obando, O., Andino-Sosa, I., & Romero-Coronel, K. (2021). Rol del Docente Universitario y el Desarrollo de La Investigación-Acción. 593 Digital Publisher CEIT, 6(6–1), 439–448.
Quijada, K. Y. (2018). Rasgos de la excelencia en la investigación: proactividad, pasión por el conocimiento y resiliencia. Sinéctica, Revista Electrónica de Educación, 7033(51), 1–19.
Tua, A. A. (2020). Proyectos de investigación científica en educación media. Revista EDUCARE – UPEL-IPB – Segunda Nueva Etapa 2.0, 24(2), 47–67.