El oficialismo cayó en Australia luego de nueve años en el poder con el triunfo en las urnas del Partido Laborista encabezado por Anthony Albanese. Si bien las cifras definitivas aún no fueron divulgadas, las proyecciones del recuento dan una tendencia ineludible a favor de la oposición para tomar el mando por los próximos tres años.
Sin embargo, los votos obtenidos no le alcanzarán para ser un gobierno mayoritario y deberá forjar alianzas con otros sectores. Según las estimaciones de la Comisión Electoral Australiana, los laboristas tendrán 74 escaños, cerca de los 76 necesarios para la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes.
La coalición liberal-nacional del primer ministro australiano Scott Morrison, quien gobierna la nación oceánica ininterrumpidamente desde 2013, se adjudicaría 55 lugares. Por su parte, el Partido Verde y la formación política de centro y otra de ultra derecha obtendrían un asiento cada uno. En tanto que habría 10 parlamentarios independientes.
Las proyecciones de los analistas afirman que, pese a que restan definir otros nueve escaños, los ganadores de las elecciones no llegarán a la mayoría absoluta y tendrán que pujar dentro de la Cámara con acuerdos políticos.
Morrison admite la derrota
Scott Morrison reconoció la derrota en los comicios federales australianos este sábado tras las primeras estimaciones que arrojaron una caída irrevocable. «Le deseo lo mejor a Anthony Albanese y al Partido Laborista», expresó a sus seguidores en Sidney.
«Siempre he creído en los australianos y en su juicio. Siempre he estado dispuesto a aceptar sus veredictos. Esta noche han emitido su veredicto», manifestó el funcionario saliente, cuyo partido triunfó en las últimas tres elecciones. Además, Morrison confirmó su salida como líder del Partido Liberal.
Los laboristas regresarán al poder después de nueve años de Morrison. El último periodo en el que estuvieron al frente del gobierno fue entre 2007 y 2013, pero la administración de los primeros ministros Kevin Rudd y Julia Gillard terminó en inestabilidad gubernamental por disputas internas.
La jornada electoral se desarrolló con normalidad, con casi la mitad de los 17,2 millones de empadronados votando este sábado. La otra parte lo hizo de forma anticipada o por correo, tal como estaba establecido.
La campaña electoral estuvo signada por el descontento de los ciudadanos con ambos candidatos. La imagen de Morrison se marchitó profundamente en los últimos meses, mientras que Albanese careció de carisma para establecer lazos con el público.
El discurso que rondó en las plataformas estuvo referido a la situación económica en un país donde el coste de vida está escalando continuamente y la inflación llegó a 5,1%, la cifra más alta en décadas. Además, otros tópicos de peso fueron el cambio climático y la política exterior.