Por: Andrés Julián Herrera Porras/ Conocí la UAR muy tarde, fue el año pasado que me llegó la invitación para enviar una propuesta de posible curso para este año, se trata de una apuesta por deconstruir el liderazgo que inició como intuición en mi labor de pastoral hace unos años en la Santo Tomás de Bogotá y que, según yo, sería perfecto para un lugar como la Universidad Abierta de Recoleta, una propuesta de educación popular seria y transformadora de la sociedad.
Ahora bien, 3n un mundo cada vez más privatizado y mercantilizado, el concepto de lo público se ha vuelto cada vez más difuso. Lo público, aquello que es de todos y de nadie, se ha convertido en un bien escaso y vulnerable. En este sentido, el cierre de la Universidad Abierta de Recoleta en Chile es un ejemplo lamentable de cómo se puede perder lo público y, con ello, una oportunidad para promover la educación y la inclusión social.
La Universidad Abierta de Recoleta fue un proyecto innovador que buscaba transformar la forma de educar, la institución misma de la educación. Con una filosofía de inclusión y accesibilidad, la universidad ofrecía diversos cursos que se adaptaban a las necesidades y realidades de sus estudiantes; dictados por profesores, en su mayoría voluntarios. Sin embargo, a pesar de su éxito y su impacto positivo en la comunidad, la universidad fue cerrada debido a problemas financieros y burocráticos —en mi opinión, a problemas políticos —.
El cierre de la Universidad Abierta de Recoleta es un ejemplo de cómo lo público puede ser vulnerable a los intereses privados y a las políticas neoliberales que priorizan la eficiencia y la rentabilidad sobre la justicia social y la inclusión. En un contexto en el que la educación se ha convertido en un bien mercantilizado, la universidad pública se ha visto obligada a competir con las universidades privadas por recursos y estudiantes. Esto ha llevado a una situación en la que las universidades públicas se ven obligadas a priorizar la eficiencia y la rentabilidad sobre la misión pública de ofrecer educación de calidad a todos.
Todo esto, en medio de un planeta donde las políticas apuestan cada vez más por seguir sendas de polarización, donde los extremos se están retomando poco a poco el poder político y generando consigo nuevos y más profundos procesos de segregación —llegando incluso a olvidar el problema del medio ambiente— ese es el mundo que nos corresponde, el mundo donde ha cerrado una de las iniciativas de educación popular que pudo ser punta de lanza de la transformación que requiere la Universidad como institución en este tiempo.
Pero el cierre de la Universidad Abierta de Recoleta no es solo un problema de política educativa, sino también un problema de valores y principios. En una sociedad que valora la competitividad y el éxito individual sobre la solidaridad y la justicia social, es difícil mantener vivos los proyectos que buscan promover la inclusión y la igualdad. En este sentido, el cierre de la universidad es un síntoma de una enfermedad más profunda que afecta a nuestra sociedad: la falta de compromiso con lo público y la justicia social.
Esto que sucede en Chile se convierte en un recordatorio de la importancia de defender lo público y la justicia social en una sociedad que cada vez más valora la privatización y la mercantilización. Es hora de reflexionar sobre nuestros valores y principios, y de comprometernos a defender lo público y la educación como derechos fundamentales. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa para todos.
Apuntaciones
- Escuchar a María Fernanda Cabal causa escozor, realmente es más que absurdo pensar que un personaje de esa calaña sea precandidata presidencial. Ojalá no pasemos de un extremo a otro.
- El América de Cali empezó con pie derecho su participación en la copa suramericana, ilusiona verlos jugar, ojalá se sigan dando las cosas.
- Pensando de nuevo en lo público, me pregunto, ¿de quién es Transmilenio? Y ¿de quién será el futuro metro? Ojalá, de la ciudadanía, ojalá de todos los que habitamos Bogotá.
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*Abogado. Lic. Filosofía y Letras. Estudiante de Teología. Profesor de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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