Por: José Roberto Álvarez/ Es aquella que corre por mis venas gracias a mi madre bumanguesa. Y ése sería el título que le daría a una película de ficción que se hiciera mostrando a la ciudad bonita.
Y me imagino, y por eso se me ocurre pensar que, a un zapatero con buenas conexiones políticas, le diera por hacer una carretera que acortara la distancia entre Cúcuta y Bogotá.
Iniciaría en el Picacho pasando por el Páramo de Santurbán, Piedecuesta, Cañón del Chicamocha, Barichara hasta salir a Socorro. La idea de la caída de Maduro alienta en promover desarrollo en infraestructura que facilite el nuevo mercado natural del país.
¿Se imaginan las imágenes de apoyo de las marchas a favor del agua que con camiseta blanca atendimos caminando por la 27, luego la 36 hasta la plazoleta Galán? Los Horacios, Rodolfos, Richards, Mauricios y Juan Carlos, engalanados de regionalismo con discursos entusiastas a favor de la salud pública.
Sumando al recuerdo estarían los titulares de prensa de empresas extranjeras aludiendo a la riqueza de las tierras que rodean y abarcan el páramo. ¿Y que decir al ver las cifras millonarias del metal precioso llamado oro?
Y a todo este escenario como si fuera poco le añadimos la próxima caída del régimen venezolano con lo cual se abren 20 años de negociaciones con el vecino país. Es como encontrar una mina de oro sin tener que remover un metro de tierra y con ello generar riqueza para muchos.
Las campañas políticas enunciando las nuevas posibilidades en Venezuela para los empresarios, en el mercado que todo lo necesita comprar. Los migrantes regresando a sus casas luego de 10 años de exilio.
¿Y qué tal si a esta historia de ficción le saliera un grupo de indígenas que se oponen al proyecto ya que la carretera estaría pasando por un recóndito lugar jamás visto por los citadinos, puesto que se ubica en lo más profundo del cañón del Chicamocha, en límites con el espejo de agua de Hidrosogamoso?
Una lucha entre milicianos e indígenas en las tierras del color que denota la idiosincrasia del talento humano regional. Su mismo reflejo árido y de color natural acreditan las condiciones de cargar sangre bonita.
¿Se imaginan la cantidad de negocios que podría este empresario del macro sector de la moda con nexos políticos pudiera alcanzar? Turismo, vivienda, lotes de engorde y demás.
La ciudad conseguirá ser presentada desde sus diferentes panorámicas lo que ha dado ese gran cambio y sensación de progreso. Desde el estadio de fútbol, los rascacielos en los altos de cabecera, el puente de la novena hasta el campo de golf de Ruitoque.
Además, hará ver a aquellos que con sus cánticos a ritmo de cumbias engalanan las tardes y noches de los leopardos del «Atlético Bucaramanga» en el estadio de Palonegro.
Personajes que hacen parte de una Bucaramanga alejada del ritmo del cambio. Mejor aún, son aquellos quienes mantienen una identidad desde su gueto y territorio un lugar único para la ciudad y una oportunidad para diferenciar de otras regiones y ciudades.
En fin… Una historia de ficción a partir de la realidad global de polarización, la cual se manifiesta cada día en algún lugar del planeta, desde la diferencia o mejor la indiferencia, la inequidad y el cambio generacional y evolución en conocimiento y conectividad de la sociedad misma.
Producir en Bucaramanga un largometraje que se encargue de destacar a nivel nacional e internacional el desarrollo y crecimiento de la ciudad y sus alrededores, basado en una historia de ficción que enmarca temas sociales, culturales, ambientales, económicos y políticos de actualidad, será una vitrina de lujo para celebrar los 400 años de la ciudad bonita en el 2022.
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*Administrador de negocios internacionales, Especialista en marketing internacional, Especialista en marketing digital, docente universitario y dirigente gremial.
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