Por: César Mauricio Olaya/ Como en las películas de cine donde los tiempos se vuelven finitos y todo transcurre antes de que se alcance a detenernos en el porqué todo se desarrolla tan rápidamente, los invito a poner a prueba la imaginación, para ubicarnos en cada una de las escenas que conforman los cuadros de esta película de la vida real, que para ponerle un título que llame la atención, le llamaremos ‘pandemia social’.
Escena 1
Lugar: Un barrio cualquiera del norte de la ciudad. Para efectos, por ejemplo, El Túnel.
Protagonistas: Una familia estrato cero. El padre de familia de profesión mototaxista. La madre de profesión vendedora ambulante. Tres hijos de 8, 5 y 3 años. El mayor estudia en el colegio oficial del sector y, por ende, está cubierto por el programa PAE. Los dos menores, aseguran parte de su alimentación y cuidado, en un hogar comunitario asociado al ICBF.
La narrativa en esta escena discurre alrededor del haber diario, cuando los padres en este momento se ven obligados a permanecer en sus casas. Ambos sin posibilidades de trabajo, sin recursos para alimentos, atendiendo los reclamos por alimentos de sus hijos y con la única esperanza puesta en la promesa del alcalde que ya les llega un subsidio, les llegan los mercados para sustituir el PAE de su hijo y que, además, se les brindará un mercado solidario.
El resto de la narrativa lo dejo a la imaginación de cada uno de los lectores, no sin antes dejarles una pregunta latente. Cuanto tiempo va a pasar antes que se den cuenta que el dinero ofrecido en la cuenta exige unas condiciones de tiempo y de trámite inmenso; que además se entere que no aparece en el listado, simplemente porque por “alguna razón”, alguien se le adelantó y lo reclamó porque de “vivos” está plagado el mundo.
¿Tendrá esta familia con ese mercado compuesto de pan, harina pan, harina para coladas, leche, sal, azúcar, un par de enlatados y unos dulces para sobrevivir? ¿Tendrán con la carga de galletas y leches condensadas que vienen con el PAE para suplir el hambre acumulada?
Escena 2
Lugar: Un barrio popular, estrato 3 de la ciudad. Para contexto, por ejemplo, Los Comuneros.
Protagonistas: Una familia conformada por padre y madre, una hija universitaria, un hijo adolecente próximo a terminar su bachillerato, un hijo menor estudiante en la concentración del barrio. El padre trabaja en un taller de mecánica del sector. La señora trabaja por días en algunas casas de la ciudad y los fines de semana se ayuda preparando el tradicional mute que se vende en la reunión dominical alrededor del partido de fútbol.
El guion de la película dicta qué tras las medidas de confinamiento determinadas por el gobierno, para tratar de reducir los efectos de la expansión del mortal virus; la hija ahora recibirá clases virtuales y, por ende, pasa a convertirse en una boca más, pues hasta entonces, prácticamente desayunaba y almorzaba a muy bajo costo en la universidad, lo que les implica rebuscarse sí o sí para pagar el internet para las clases y la alimentación del día a día. El joven, comienza a presentar cuadros extraños en su comportamiento, de hecho, ya bastante difícil, pero hasta entonces entendible por cuenta de la edad, sin que ellos llegaran a imaginar que el muchacho, rodeado de malas compañías, andaba esculcando por los vericuetos de la droga. El más pequeño, por supuesto ahora carece del plan alimenticio que mal que bien recibía en la escuela. De los cuatro patrones que tenía la madre durante la semana, tres le acaban de decir que no vuelva porque quieren cuidar sus casas de la presencia de gente externa. Los carros ahora están parqueados y, por ende, el trabajo en el taller se vino a pique. Escuchan de un bono que va a entregar la alcaldía y oh sorpresa, no los cobija a ellos por tener casa propia y, por ende, no estar haciendo parte del nivel de Sisben exigido como mínimo.
Escena 3
Lugar: Barrio rico, estrato 5. Para contexto: San Pio.
Protagonistas: Padre separado, vive con uno de sus hijos, el otro estudia fuera de la ciudad y no le fue posible regresar antes de que cerraran las salidas. Paga arriendo del apartamento, pues tras el divorcio, la casa que les era propia debió dividirse entre las partes. Es ingeniero de profesión y tiene una empresa con una veintena de empleados, dependiendo de los contratos, especialmente con el sector público para propiciar los ingresos económicos de sostenibilidad tanto de su empresa, como de su núcleo familiar.
El guion muestra a un padre con crisis de irritabilidad por lo sucedido. El contrato que estaba caminando y que le aseguraría buena parte del trabajo del año, quedó estancado y nadie le da razón de la posibilidad de que se pueda reanudar. Por ende, su celular no deja de sonar con las “amables” llamadas de los bancos a que se ponga al día con las deudas. Su hijo no se separa del computador, pero por estos días ha tenido la oportunidad de conversar un rato de más y ha podido comprobar que su atraviesa un complicado cuadro de depresión por la ausencia de su madre y por el poco tiempo que tiene para compartir con su padre. La nevera aún tiene suficientes provisiones, pero recuerda entonces la sentencia: no solo de pan vive el hombre. Sobre su hijo mayor, que por demás estudia los últimos semestres de medicina, la agonía de pensar sobre el anuncio de la posibilidad de que los envíen de apoyo médico para ayudar a atender pacientes contagiados, no le deja dormir, sumándole una razón de más para estar angustiado.
El resto de la película se las dejo para que cada quien haga la edición más conveniente, con la seguridad que al final va a ver convergencia total sobre los últimos cuadros que faltan por describirse.
*Fotógrafo
Twitter: @maurobucaro