Por: Reinaldo Pérez Flórez/ En nuestro país, la sociedad se ha acostumbrado a ver situaciones que vulneran los derechos fundamentales de las personas, esto ya lo vemos con normalidad, la prestación de servicios fundamentales para que los ciudadanos tengan una vida digna se ha deshumanizado, somos insensibles he indiferentes frente al dolor y la necesidad de los demás, existen hoy en día muchas enfermedades que atacan a nuestra comunidad, pero la que debemos tratar urgentemente, es la indiferencia; esta enfermedad del alma no solo ataca a su portador, afecta a toda la sociedad, el ver que un ser querido, muera en una carpa de aislamiento al lado de un parqueadero del hospital, son las consecuencias de una enfermedad que ha transforma a seres fraternos en indolentes.
Diovanni Pérez Flórez, es hija de Carmen Sofía Flórez Rodríguez y Honorio Pérez Higuera, pareja que llegó al municipio de El Playón desde hace 30 años de Cáchira (Norte de Santander), su señora madre empezó a presentar problemas respiratorios, diagnosticada con EPOC, enfermedad pulmonar que según los médicos es consecuencia de haber cocinado siempre con leña y estar expuesta a ese humo. Desde el mes de julio doña Carmen empezó a presentar un dolor abdominal fuerte, su familia de inmediato la llevó al hospital del municipio donde el galeno les informó a sus seres queridos que doña Carmen lo que tenía era gastritis y síndrome de colon irritable.

Según su hija Diovanni se le suministró a doña Carmen un medicamento no POS sugerido por el médico del hospital del Playón, tratamiento que no dio el resultado esperado; el 25 de julio teniendo en cuenta las restricciones que se tenían para poder salir de la ciudad, su hija viajó a El Playón, doña Carmen ya estaba muy grave, el EPOC era tratado con inhaladores, Diovanni manifiesta que “dadas las circunstancias, nosotros siempre pedimos prueba Covid-19, mi mamá nunca tuvo un protocolo para esta enfermedad, mamá duro cinco días hospitalizada hasta que ese viernes salió la remisión para llevarla a Bucaramanga, la saturación de oxígeno empezó a bajar, mamá estaba muy mal”, y que “el personal del hospital de El Playón dijo que la prueba no era necesaria”.
En su relato indique que, “la ambulancia en la que trasladamos a mamá no estaba en las mejores condiciones, pero el personal de la ambulancia aun con las limitaciones mantuvo viva a mamá”.
Es increíble ver que el plena pandemia aún se hagan paseos de la muerte, los pacientes tienen derecho a llevar su enfermedad en condiciones dignas, no fue el caso de esta familia, esa noche, según su versión, fueron varias las oportunidades en las que le negaron la entrada en las instalaciones del Hospital Universitario de Santander, la atención que recibía doña Carmen se la daba el personal de la ambulancia con sus limitados recursos, sin tener una valoración por parte del personal del hospital, doña Carmen ya la habían sentenciado a morir en una carpa de ese parqueadero.
Diovanni relata lo sucedido a la llegada al hospital: “su mamá se nos va a morir, su mamá se nos va a morir, me decía el conductor de la ambulancia, yo salí gritando y entre a la zona de Covid, el doctor Hernán Darío Galvis, remitió a mi madre al Hospital del Norte, el vigilante tampoco nos quería dejar salir, mi mamá seguía muy mal, después de la 1:00 de la mañana empezó de nuevo el paseo de la muerte, llegamos al hospital del Norte, mamá ya casi no tenía oxígeno, en urgencias del Hospital del Norte no me recibieron a mamá, ellos no cuentan con UCI. -Dijeron, en el hospital saben que nosotros no tenemos UCI, ¿por qué remiten un paciente así? Regresamos al Hospital Universitario, nadie nos quería abrir la puerta”.
Cuando un familiar nuestro está en las condiciones de doña Carmen, lo que las personas esperaríamos es una respuesta solidaria por parte de un galeno, Diovanni cuenta, como la internista del Hospital Universitario, Marggi López, dice, “no pierda el tiempo, que si su mamá no se muere ahí, se muere cuando la entubemos, solo le damos una bala de oxígeno, porque aquí atención no hay”, la enfermera de la ambulancia que acompañó todo el tiempo a mamá y que me estuvo acompañando le dice a la internista del hospital, “no sea tan hijueputa. La que se está muriendo es su mamá, esa no es la forma de decir las cosas”, a mamá se le sube la fiebre, la enfermera de la ambulancia le va a dar una pastilla, la internista del hospital le dice que no le de pastillas, que a mamá ya no le hace nada”.
Agregó: “Mi mamá estuvo a punta de pastillas e inhaladores, el personal de la ambulancia no me la dejó morir, ya iban a ser las 4:00 am, la internista dice que a mamá le desocupan una camilla a las 7:00 de la mañana, fueron más de 3 horas esperando en el parqueadero del hospital, reanimamos a mamá varias veces en la ambulancia mi familia rogaba por que atendieran a mamá en la portería del hospital y que no nos dejarán esperando en el parqueadero, a ellos el vigilante les echó la policía, a mamá le dieron camilla en la carpa Covid-19 a las 8:00 am, mamá estuvo sentada hablando con nosotros, antes de entrar la enfermera de la ambulancia me dijo que mamá ya casi no tenía oxígeno, le hice un video a mamá, ella estaba estable, no escuché su voz escuché fue su lamento, su toz seca, después no la volví a escuchar, a mamá no la volví a ver viva”.
Y concluye: “Debí reconocer a mamá, desde una esquina, también reconocí la bala de oxígeno con la que entró, la Epicrisis dice que mamá murió por Covid-19, jamás le dieron tratamiento para esa enfermedad, ahora mi papá esta también con problemas respiratorios, espero no tenga con la misma suerte de mamá”.
Es posible que a doña Carmen no la matara el Covid-19, la mato la indiferencia.
*Abogado, Especialista en Derecho Constitucional y Especialista en Derecho Administrativo.
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