La figura de una hoja en blanco se ha convertido en una especie de cliché, de lugar común del que parece que todos han escrito. Ahora, yo me sumo a ese lugar, tratando hacerlo de otra forma, queriendo hacer el mismo viaje por otro recorrido, tratando de no caer en el cliché, más que con la frase “la hoja en blanco”. Ojalá se logre, ojalá el único lugar común sea el título mismo y no el resto de lo que voy escribiendo, de lo que espero pueda alguien leer hasta el final.
Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ Cuando pensaba en qué escribir para esta columna no encontraba un tema claro. Al mismo tiempo, leía otras cosas y desarrollaba otros textos de fin de semestre, en los cuales trabajé temas variados como la arepa amarilla, la bicicleta e incluso sobre el cristianismo. En medio de temas tan diversos como todos los referidos, pensé en mil cosas y no me decidía en qué carajos escribir.
Debo advertir que también estoy un poco influenciado seguramente por algunos podcasts de Urbi et orbi que he venido escuchando, se trata de distintos abordajes de la filosofía de forma muy tranquila, un podcast para un trancón; influenciado, también, de la lectura de Frankenstein; del podcast de Ricardo Silva y Alejandro Gaviria; de las video columnas de Carolina Sanín; de las de Fabián Sanabria. Todos esos temas influyen en este texto, aunque en órdenes disímiles, tal vez, sin que haya un orden, sin que tenga una ilación entre lo uno y lo otro.
Frente a todo esto que vengo relatando, bueno, frente a la postura de todas estas personas y contenidos que menciono, incluyéndome como uno más —sin el mismo nivel de muchos de ellos, quizá de ninguno de ellos —, ¿por qué escribimos lo que escribimos y no otra cosa?, ¿por qué de la hoja blanca se desprende un texto determinado, quizá este que estoy escribiendo y usted leyendo, y no otro? ¿Qué es lo que nos mueve hacia la escritura?, ¿por qué no dejamos la hoja sin letras, en blanco como en el vallenato de Los diablitos?
Ahora que lo pienso, esas son otras influencias, no escucho solo podcasts, todo el tiempo estoy escuchando música. Esta columna, quizá todas las que he escrito antes y las que vendrán después, quizá todo lo que escribiré en mi vida está atravesado de vallenato, merengue, rock, jazz, samba, cumbia y muchos otros ritmos.
Hace poco escribí un trino, de esos que por ser escritos bien y mal al mismo tiempo se vuelven un arma de doble filo, y, del cual no he podido dejar de reírme; el trino dice así: “Cuando tú escritura es resultado de mucha lectura, se nota. Cuando no, también. ¡Pilas pues!”. En ese trino cometí un error de escritura, quizá por la falta de lectura del mismo antes de ser publicado, tildé la u, como si se tratase de un pronombre; en la oración del trino “tu” no es un pronombre, es un adjetivo que indica posesión y, por ende, no se tilda. ¿Por qué me equivoqué?, ¿por qué confundo un “tú” de otro “tu”?
Con todo esto, la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué escribo sobre esto y no sobre otra cosa? Quizá porque no hay otro tema del que quiera hablar. Quizá porque en un mundo, en un país lleno de noticias políticos, con marchas que se desarrollan a favor del gobierno y las que seguramente se darán en contra en las próximas semanas. Engullidos por una sociedad polarizada que parece no tener rumbo alguno, no queda más que refugiarse en el papel, bien sea para escribir o para leer.
Ahora bien, no solo es el papel, ahora la hoja en blanco no es hoja, es pantalla; ahora la hoja de lectura tampoco es hoja, es pantalla. Hablando de eso, hace poco, por suerte del destino, pude acceder a una Kindle y debo decir, para desengaño de muchos, que me agrada mucho, aunque aún la estoy aprendiendo a utilizar y que la estoy encontrando muy útil. Sin embargo, es bueno mencionar de nuevo que, esto no va a reemplazar el papel, el papel es irremplazable y no hay nada como leer que desde el libro mismo.
En este punto, aprovecho para hacer una mención de las librerías, especialmente de las librerías independientes y también, un llamado —una invitación— a que cada quien que lea este texto y que quiera acercarse también a la literatura como refugio, se acerque a una de esas librerías, insisto, ojalá independientes, que compre un par de libros, y ayude a esas personas que viven del día a día, como bien lo entendí hace poco en diálogo con mi librero en la librería Prólogo en Chapinero, Bogotá.
Volviendo al tema de la hoja en blanco y de para qué escribir, recuerdo que en el podcast Tercera vuelta, Alejandro Gaviria mencionaba que había renunciado a las columnas para dedicarse a escribir libros, decisión tomada por dos problemas: uno, el agobio de buscar un tema para escribir cada semana; y, dos, la imposibilidad de desarrollar dicho tema a profundidad. Debo decir que estoy de acuerdo con Gaviria, no por ello voy a dejar las columnas, pues a diferencia de él no puedo escribir lo que sea en cualquier lugar y que sea igualmente recibido. Lo digo sin envidia, simplemente como aclaración; pues su trayectoria académica y política lo ha hecho un referente nacional.
Lo anterior no quiere decir que no quiera, como él, escribir en algún momento un libro, como él y como Ricardo, como ambos, pero distinto a los de ambos, con temas seguramente distintos y dispares. Quizá como Carolina, con textos que se vuelven pretextos para hablar de temas particulares y que parten precisamente de otros textos pretextos. Tal vez esta columna no llegue a nada o no tenga un hilo particular; tal vez sea simplemente un desahogo, algo extraño que inició curiosamente a partir de un audio que fui grabando después de haber montado en bicicleta. Como la mayoría de mis textos que parten del movimiento, parten de moverse en una bici en medio de una ciudad llena de humo.
Apuntaciones:
- Petro no es Galán, ni tampoco Chávez. Algunos justificaron su salida a las marchas en favor del gobierno por la figura Galán. No, Petro no es Galán. Petro es Petro. También he escuchado a detractores atacar las marchas bajo la comparación con la figura de Chávez. No, Petro no es Chávez. Petro es Petro y es el presidente de la república. No marché, pero sí apoyo la imperiosa necesidad de que este supere la crisis de gobierno en procura del bien común.
- Sigo pensando que la bici es una gran salida para el tráfico, la contaminación y problemas de salud. Ojalá promovamos cada vez más la bici como transporte válido que nos aleje de los medios tradicionales de combustión fósil.
- Es importante abrir los ojos con lo que se viene en las regiones; no pueden continuar gobernando las familias tradicionales de siempre en cada región. De lo contrario, nada cambiará, todo seguirá igual. Hablando de eso, no deja de generar sospecha la condena de Rodolfo Hernández; más allá de su culpabilidad o no, sigo pensando que hay algo más allá.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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