Por: Débora Melissa Escudero Sepúlveda/ Hace poco llegó en paracaídas al Santander político un ingeniero bastante desconocido en Bucaramanga, dice que quiere ser alcalde de la capital y empezó apropiándose de toda la simbología que llevó a Rodolfo Hernández a la Alcaldía. Lo único que se sabe de él es que fue uno de los más altos ejecutivos de la multinacional Cemex que por estos días no pasa por su mejor momento en las cortes de Washington donde enfrentan acusaciones de corrupción tan graves como las que se le imputan a la multinacional de la corrupción: Odebrecht.
Cemex está en líos con el Departamento de Justicia de EE.UU. y con la Comisión de Valores de éste país por “la presunta violación a la Ley de Prácticas Corruptas, tras el sonado caso de la planta de Maceo, Antioquia”. Éste megaproyecto era la principal apuesta de la multinacional en Colombia, las inversiones que se hicieron fueron gigantes (420 millones de dólares), incluso ante la opinión pública la presentaban como su principal apuesta en el país.
En agosto de 2015 en el periódico La Republica entrevistan a los directivos de la empresa entre esos el hoy aspirante a ser candidato a la Alcaldía de Bucaramanga Juan Carlos Cárdenas quien afirmó: “Queremos aumentar la capacidad instalada de la compañía con la creación de una planta que estamos construyendo en Maceo, Antioquia. Estaríamos ampliando en 1 millón de toneladas al año nuestra producción. Eso significa, un 7% de la demanda total de cemento en Colombia”. (Ver fuente).
La multinacional Cemex tuvo unas proyecciones de crecimiento interesantes que le permitieron emprender otros proyectos en alianza con otra grande del cemento: Holcim. La prensa registra que hablaron de trabajar en sociedad en algunas de las vías 4G y otros grandes proyectos de infraestructura. Con el tiempo se demostró que la dinámica de trabajo era tan fluida entre los ejecutivos de las empresas que la SIC las sancionó por crear un ‘cartel’ del cemento o como su nombre técnico lo indica: Paralelismo consciente de precios del cemento Portland tipo 1. Solamente Cemex pagó una multa de 73.771 millones de pesos a comienzo del 2018.
Lo que más me llena de curiosidad es la relación comercial que podría existir entre Cemex, Holcim y Minesa con respecto al proyecto de Megaminería que Minesa intenta desarrollar en intermediaciones con el Páramo de Santurbán, proyecto Soto Norte, pero ¿Qué tiene que ver?
En el resumen ejecutivo del Estudio de Impacto Ambiental EIA presentado por Minesa este año, en la tabla de materiales de construcción a utilizar en el proyecto Soto Norte se consumirían 2’110.786 toneladas de cemento principalmente en ‘Retrollenado’, diferentes plantas y estructura física.
Ante semejantes evidencias de cómo en Cemex desde sus más altos ejecutivos se entretejen relaciones tipo “cartel del cemento”, alarma a la ciudadanía, que está en permanente movilización contra la amenaza de destruir el ecosistema vital que surte de agua a Bucaramanga, la posibilidad de que esa timidez para defender el agua tenga que ver con la defensa de las moles de cemento proyectadas en el territorio del Páramo de Santurbán, cuyo valor fácilmente podría superar los 200 millones de dólares.
Ahora bien, según el actual Alcalde de Bucaramanga, “no se ha podido comprar el predio de la multinacional mexicana Cemex, ubicado al norte de esa capital, donde está planeado desarrollar el programa 20 Mil Hogares Felices” pero que “a base de lengua, de persuasión, estamos mirando que nos den parte del lote para poder hacer el programa de Hogares Felices” ¿Con quién de Cemex habló el alcalde en ese momento?
Todo lo anterior hace recordar la frase lapidaria de Jaime Garzón a modo de crítica: “¿Por qué este país entiende que el desarrollo es el cemento?”. Desde que ésta frase fue pronunciada han pasado más de 20 años, ahora tenemos ciudadanías más activas que entienden las consecuencias de afectar los ecosistemas estratégicos por los delirios de algún vendedor de cemento. Aquí en la ciudad se ha venido consolidando alrededor de la defensa del páramo y el agua una conciencia colectiva que transgredió a la defensa de lo público y la participación activa en política para defender la vida.
Nuestra región se ha vuelto un ejemplo de cómo fenómenos de opinión han venido surgiendo, permitiendo que se materialicen nuevos liderazgos sociales y políticos que serían capaces de disputarle el poder a las estructuras clientelistas de siempre.
Las últimas tres elecciones han demostrado que la defensa del Páramo de Santurbán han generado liderazgos políticos como el de Leonidas Gómez, Fabián Díaz, e incluso la elección de Rodolfo Hernández, pasando por las altas votaciones que tuvo el candidato alternativo Sergio Fajardo en la región y el último resultado contundente de la Consulta Anticorrupción en la región. Todas y más razones que prueban que en Santander se vienen consolidando procesos de sociales que hoy se ven atropellados con la abierta participación en política que está realizando Rodolfo Hernández para favorecer a su candidato a la alcaldía.
El favoritismo de la primera autoridad del municipio permite traer a la memoria las palabras del entonces periodista Manolo Azuero en sus locuaces columnas cuando decía, citando a un alto funcionario que lo público, es un “mar de mierda” que merece ser transformado y en sus palabras digo: “Basta congraciarse con una gavilla que tenga los recursos para una campaña corta y cara.
Si esa alternativa no fuera factible, si ese tipo de carteles no existiera (…) tendrían que dedicarse a estudiar y a entender la ciudad para proponer algo que responda a lo que necesita y anhela la gente. Y a recorrer las comunas para conocer y convencer a los electores. No habría tiempo para mucho más. Pero lo hay de sobra pues la plata hizo del poder una presa fácil. Y la tarea, que demanda apenas un plumazo, es convencer a los que la tienen”.
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