Por: Carlos Mario Gómez García/ En la actualidad todos los programas académicos profesionales dentro de su currículo evidencian la materia de ética profesional como parte de los lineamientos curriculares propios y de esta manera cumplen con parámetros para la formación de los nuevos profesionales en cada uno de los campos para los cuales forman.
¿Pero realmente la formación ética se evidencia en el actuar del profesional de hoy? Esta sería la pregunta para resolver en un proceso investigativo y en un principio se podría manifestar que la respuesta es obvia ya que el concepto de corrupción ha calado en muchas de las esferas de esta sociedad.
La formación ética está ligada a los valores morales, desde la formación en los hogares se habla de buenos comportamientos, en la escuela se imparte la catedra de ética y valores y luego esta se profundiza en las instituciones de educación superior haciendo posible que esto cale en el ser humano de tal manera que se actúa bajo unos parámetros ya establecidos.
Lo que es una realidad es que la formación ética es muy escueta, no alcanza los niveles de profundización filosófica, ontológica o de reflexión requeridos por cada persona para que determine el comportamiento y la forma de actuar frente a situaciones propias de un contexto determinado.
La ética se ve como una materia de relleno, no se le brinda la importancia necesaria para que realmente fortalezca ese ser humano, esto es notorio en la sociedad actual, como se manifestaba anteriormente los niveles de corrupción no solo están en las entidades formales si no en las actuaciones propias del ser humano, desde permitir que alguien se cole en un fila hasta el quedarse con lo que no le pertenece son reflejo que la formación en esos comportamientos éticos no está surtiendo los resultados esperados para una sociedad.
El hecho que se dé una materia como ética no significa que se esté formando a un ser humano con conceptos éticos, analizando desde la estructuración formativa se evidencia que esta asignatura en intensidad horaria para las escuelas o colegios no supera la hora de clase semanal y en el caso de las universidades equivale a uno o dos créditos en un semestre.
La solución no es aumentar la intensidad horaria, si no la calidad de los programas académicos que se dan en esta asignatura es empezar a analizar si los contenidos programáticos que tienen son lo suficientemente importantes para dicho fin, si cumplen con la finalidad de la asignatura y esta se evidencia en los comportamientos de cada uno de los seres que se están formando.
Por otro lado, el papel de la familia, la formación que debe impartir el núcleo de la sociedad para que de esta manera poder determinar la formación integral bajo ese principio de la corresponsabilidad, es allí donde se deben realizar los cuestionamientos de igual manera que en los centros educativos, cual es la calidad de las enseñanzas que se dan en el hogar que los ciudadanos actúan de forma equivocada frente a ciertas situaciones.
La responsabilidad en la formación de un ser humano no solo está en escuela, también en el hogar, aquel que lo acoge en los primeros momentos de la vida, pero hoy dicha responsabilidad de formar esta designada no a otra persona si no a un objeto el celular, este objeto ha invadido cada nivel de la sociedad que ahora lo tienen como aquel que acompaña la crianza y se permite ahora para que un pequeño en formación pueda desarrollar una rutina normal si tiene un celular a su disposición.
El papel que se desempeña para poder formar en ética debe ser igual al basado en la imitación, la forma como actúan los padres, los familiares, los compañeros, los docentes y todo el entorno de un ser humano en los primeros años de formación influye directamente en el resultado de lo que es ese ser humano, no solo basta en poder enseñar normas éticas o morales y aprenderlas de memoria, es como poderlas acoplar a la vida en la forma como se actúa frente a los demás y a las situaciones propias que cada quien debe enfrentar.
Entonces para poder lograr que una sociedad cuyos comportamientos se vayan normalizando aquellos que van en contra de las normas éticas y morales se vuelvan más comunes día a día, se hace importante que se eduque desde la casa y se fortalezca en los claustros educativos, es un trabajo mancomunado y aunque no es solo esta formación quien interviene se puede disminuir la posibilidad de que un ser humano tome acciones que vayan en contra de los principios éticos o morales.
Lo único que juega en contra es el poder de decisión, aquel que está inmerso en cada ser humano lo que en términos religiosos sería el libre albedrio, pues solo quien tenga las capacidades para poder tomar las decisiones correctas podría estar actuando de forma ética, tanto en el campo profesional como en lo personal y para llegar a tomar dichas determinaciones se hace posible que tenga la información adecuada y de esta manera lograr ese juicio de valor necesario para tomarlas.
Entonces la ética como materia es un relleno a la cual no se le brinda la importancia necesaria desde la escuela y el hogar en muchas ocasiones se evade dicha formación, en ultimas se deja solo al individuo para que desde su experiencia pueda tomar dichas determinaciones y saque sus propios juicios de valor acorde a su forma de pensar.
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*Licenciado en educación, especialista en pedagogía y didáctica, titulado en Derecho con especialización en Derecho Constitucional, 20 años al servicio de la educación pública y formador en instituciones privadas para los nuevos profesionales de la docencia.
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