Por: Adrián Hernández/ “En mi empresa no se habla ni de futbol, ni de política ni de religión” esta fue la expresión de Martha cuando le pregunté si en el lugar donde trabaja se hace alguna acción que cultivé la espiritualidad. Acto seguido le volví a preguntar y ¿cuál es la razón por la que esto no sucede? a lo que casi de forma automática respondió: ¡Al dueño no le gusta!
Como Martha hay cientos de miles de personas que la actividad laboral anda escindida de las vivencias personales. Puede que haya en el fondo algunos sesgos que conduzcan a la adopción de políticas como las que ella menciona. Veamos: El fútbol y su pasión ha dado que se establezcan bandos y en escenarios distintos a los laborales ha conducido a que incluso se hayan cobrado vidas. No creo que en una empresa alguien haya dejado de hablarle a otra porque tú eres de un equipo y yo del otro. En lo personal nadie pelearía conmigo porque soy del glorioso Patriotas.
Pero si de pasiones se trata veamos que la política sí ha causado destrozos. Históricamente en Colombia los liberales y los conservadores dejaron de hablarse muchos años y muchas vidas dejaron de existir porque este era azul y aquel otro rojo. Hubo pueblos y familias que se extinguieron a tal punto que incluso desde algunos púlpitos se llegó a gritar: “matar a un liberal no es pecado”. Es otra pasión un poco más profunda que la del futbol diría yo. Y los ambientes laborales sí que se ven afectados por este fenómeno. Basta ver cómo los ánimos ya se están caldeando con este tema muy cerca de elecciones.
Y nos queda la religión, nada fácil. Porque acá sí que es más complejo sobre todo cuando se ha cruzado la línea del fanatismo. Recuerdo una vez en la provincia de Vélez, una señora que se había convertido en cristiana según ella, se acercó al sacerdote del pueblo para decirle: “yo a su reverencia lo quiero muchísimo, pero lo que me entristece es que usted se va a condenar”. Por discusiones sobre religión muchos países se han ido a la guerra, luego la prohibición del jefe de Martha es con toda la razón.
Sin embargo, hay un pequeño despiste cuando hablamos de espiritualidad y cuando hablamos de religión. Usualmente estos dos conceptos suelen confundirse porque normalmente han convivido y más en nuestro mundo occidental. No obstante, hay unas diferencias bien importantes que es necesario puntualizar. Cuando hablamos de la dimensión espiritual nos estamos refiriendo a aquella parte profunda del ser humano que independientemente de si es creyente o no, se puede vivir porque va en la línea de la búsqueda de preguntas fundamentales de la existencia como para qué nací, cuál es el sentido de mi existencia, entre otras.
También en esta dimensión se encierran actos que llevan a la búsqueda de la trascendencia entendiendo a esta no como aquello que hay después de la muerte, sino que entendida en palabras sencillas es algo así como dejar huella. ¡Ojo huella, no heridas! Bajo esta perspectiva la vivencia espiritual está siendo entendida por los investigadores como una experiencia personal muy centrada en la persona humana y un componente de bienestar psicológico bastante marcado.
Desde el siglo XIX la espiritualidad ha tocado las puertas de las organizaciones con no sólo la práctica de la misma sino además con la apertura a investigaciones científicas sobre su impacto en indicadores de gestión humana y financieros de las organizaciones. Son cientos sino es que podemos decir de miles de estudios que desde entonces se han venido realizando, siendo el ejercicio de la meditación una de las prácticas más usuales y sobre las cuales se ha volcado la atención. Pero no es la única práctica
Unas de las organizaciones que dieron el primer paso fueron los médicos y el personal de salud de hospitales y clínicas. Las personas objetivo fueron los pacientes de cáncer y sus familias y los resultados no podían ser menores. De un lado se empezó ver cómo pensar en el sentido de la vida o adentrarse en procesos de perdón dieron como resultado en algunos casos sanación, en otra prolongación de la existencia y en lo menos afortunados una muerte mucho más tranquila.
Ya en el ámbito laboral como lo mencioné la llegada de meditadores del mundo oriental así como el viaje de científicos al mundo oriental sobre la década de los años 50 del siglo pasado, trajo consigo la ratificación y validación científica de prácticas como la meditación , pero además aparecieron otros temas como la compasión, la autocompasión, la gratitud, el perdón, que encontraron luego sobre finales de los años 90 el campo de cultivo con el nuevo enfoque de la psicología llamado psicología positiva.
Hoy el incremento del interés por llevar a las organizaciones prácticas de corte espiritual ha generado que organizaciones como Google, Starbucks, Tyson Food entre otras tengan programas de meditación, servicio de capellanías y couselings y algunas hagan retiros en algunos parajes de Nepal o Sri Lanka con todos sus directivos. También hay organizaciones que no han dividido lo espiritual de lo religioso y han logrado ser exitosos como por ejemplo Beckett Corporation.
No hay duda que el secreto para que una organización de el paso a probar con la dimensión espiritual es la Alta Dirección. Es la puerta de entrada. Una vez consolidada la estrategia hay que integrarla como parte de la cultura organizacional y en muy poco tiempo se verán los resultados.
En mi compañía donde soy el director del Programa de Inteligencia Espiritual, he visto el cambio positivo en indicadores como rotación, ausentismo laboral y en general un clima organizacional de camaradería y total compromiso, entrega y pasión por parte de los aliados (colaboradores). Por ahora no les comentaré de los indicadores financieros y económicos, pero ya los podrán imaginar pues cuando las personas nos encontramos con un verdadero propósito y aunamos nuestra fuerza interior, se genera riqueza.
¿Que si está Dios en la organización? Aunque dijimos que la espiritualidad se da sin la religión, he de comentarles que en mi organización sin cerrar las puertas a ningún credo religioso, la Oración como práctica espiritual es imprescindible, aquí más allá de sumergirnos en golpes de pecho hemos bajado a Dios de las nubes y hemos sentido que la vivencia máxima del amor y la experiencia extrema de la bondad son pruebas más que suficientes para que actos de incondicionalidad hayan aparecido junto a expresiones de verdadera hermandad. Mi empresa es una gran familia que está presente en varios puntos de Colombia.
¿Y qué decimos sobre la felicidad organizacional? La coherencia entre el pensar, sentir y hacer hace que cada día aparezca con una nueva acción que no solo alcanza a quién la práctica, sino que a su familia también. Así desde la cabeza, el corazón y las manos hacemos que el propósito organizacional de dejar este mundo mejor de lo que lo encontramos, mejorando la vida mediante la práctica, el desarrollo y la vivencia de la inteligencia espiritual se dé en nuestro ámbito laboral. No hay duda que el día se cierra, cansados, pero con una sonrisa en nuestro rostro.
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*Filósofo y Teólogo. Psicólogo Universidad Nacional. Magister en Biociencias y Derecho Universidad Nacional. MBA Inalde Bussines School. Director Programa Inteligencia Espiritual Medirex.
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