Por: Érika Bayona López/ El núcleo fundamental de la sociedad es la familia y sin lugar a dudas nuestras futuras generaciones que hoy son la niñez colombiana, son un pilar fundamental en la educación y en la evolución de procesos pedagógicos.
Agentes externos como las redes sociales, los medios de comunicación y la educación post-covid coordinan e impulsan a nuevos retos de orden educativo y formativo donde la independencia y la autonomía con valores familiares son sin duda la apuesta más relevante que podemos hacer en este momento a los futuros representantes de la sociedad.
El interrogante sería: ¿Qué tan positivo o negativo pueden ser estos agentes externos en el crecimiento de la niñez colombiana cuando ni siquiera hay un control frente al contenido de millennials y youtubers que exponen día a día en estos canales de información muchas veces de manera irresponsable retos, parodias o mofas que agreden la sensibilidad y procesos de identidad de los menores?
Tanto, que el consumo colectivo de Smartphones, tablets, computadores y demás artículos de conexión inalámbrica se han masificado en los últimos 5 años según estadísticas del Dane a un 220% donde nos demuestra que hay más celulares en el comercio activos y líneas de celulares que ciudadanos o habitantes.
Abordar la responsabilidad filial que tienen los padres en los procesos de formación de nuestra niñez más allá de una puesta debe ser una constante, ya que la premisa desde el saludo de un niño hacia los adultos no debe cuadricularse en abrazos, besos o coqueteos inocentes y que por el contrario debe limitarse al autocuidado, al respeto y a la prevención de posibles maltratos, abusos físicos o accesos no consentidos a los que están expuestos nuestros infantes.
La crianza positiva debería ser una filosofía principal, nata y casi que obligatoria, direccionada a formar futuros ciudadanos donde los derechos y los deberes deben ser una premisa y casi que la esencia de la misma, pues de nada nos sirve enseñarles el mundo e inculcar valores cuando ellos aún no entienden su rol social dentro de un estado social de derecho.
Ahora bien, a comparación de lo anterior, la crianza autoritaria no es una garantía de un ejercicio responsable en cuanto al desarrollo de los menores especialmente en sus procesos axiológicos ya que muchas veces vulneramos los derechos de los niños exponiéndolos a la canalización de videos y virilidades en redes sociales tales como; Tiktok, Instagram, twitter, Snapchat etc.
Sin embargo, el interrogante principal es el alcance normativo de estas conductas de exposición que pueden trasgredir el ordenamiento jurídico y las normas comportamentales sociales, como el código de infancia y adolescencia o el manual de Carreño que para muchos era una literatura obligatoria en todos los establecimientos educativos de los años 80 y 90 siendo fiel creyente que es de vital importancia darle aplicabilidad como innovación en tiempo presente a este tipo de textos proactivos.
Buscamos en la educación actual niños independientes, dinámicos y autónomos, pero responsables en su proceso evolutivo educacional, cuando el insumo o la realidad y los espejos que se observan los limitan a una educación autoritaria donde las negaciones, la incomprensión y la falta de contextualización y pedagogía en el día a día de su desarrollo han cambiado y modernizado las perspectivas y códigos de conducta sin que ello se cuadricule a un paso a paso de comportamiento y por qué no a unos lineamientos de eficacia sobre lo que es ser una buena persona.
Validar una educación orientada a respetar nuestros recursos naturales, los derechos del otro y la diversidad que el componente social nos arraiga día a día son los elementos esenciales dentro del análisis pedagógico inculcado no solamente por educadores sino por su entorno familiar y social de la niñez.
La educación positiva, ecológica y respetuosa comienza en casa. Nosotros como papás y adultos muchas veces vulneramos los derechos de los niños y su personalidad, queremos niños autónomos e independientes, pero les exigimos, los obligamos y vamos en automático sin sentarnos a escuchar realmente lo que están sintiendo o pensando.
Las emociones de nuestros niños no deberían ser controladas, reprimidas ni ignoradas o castigadas, necesitan ser validadas y acompañadas. La crianza respetuosa no nos hace solo mejores cuidadores o tutores, nos hace mejores seres humanos.
Cuando aprendemos de crianza respetuosa aprendemos a hacer de ellos su mejor versión. Cuando logramos respetar los gustos, los miedos, y los deseos de nuestros niños y adolescentes comprendemos la diversidad y lo humano que puede llegar a ser la empatía sin juzgar ni tildar o encasillar algún género autoritario en su vocación, sexualidad o hobbies que descubran los infantes.
Si bien, no tenemos un manual para ser mejores padres, hermanos, hijos, sobrinos, primos, tíos, debemos darle prioridad a lo importante y necesario para que los niños puedan identificar de manera temprana su independencia y autonomía en sus placeres, sin rayar su desarrollo íntimo y su proceso evolutivo en el fortalecimiento de la vocación e inclusión en la toma de decisiones como estrategia de comunicación y cambio social orientada a promover la adopción de comportamientos eficaces y claves para afrontar las realidades y riesgos que nos ilustra la sociedad.
El lenguaje inclusivo frente a la orientación sexual debe ser quizás una de las herramientas más importantes en el autoconocimiento y enfoque de género ya que garantiza un aprendizaje temprano tanto en educación sexual como en educación comortamental donde se permita a los niños y niñas ejercer su libre desarrollo de la personalidad porque cuando respetamos sus gustos, sentimientos, pensamientos y enfoque de género aprendemos a aceptar y valorar desde el principio de inclusión la diversidad de mundo que nos rodea.
Por eso, más allá de la letra escrita, las acciones y el ejemplo que demos a nuestros infantes es fundamental poner esta cuota inicial para un mejor futuro. Mientras hacemos crianza respetuosa podemos acompañarlos, orientarlos, porque la educación sexual e identidad de género no se enseña ni se sugestiona, es una conquista personal que se respeta y acompaña.
Con esto estamos creando seres humanos empáticos, respetuosos y que actúen, se vean y tengan preferencias distintas. Les permitirá saber que pueden ser ellos mismos, y que siempre serán amados y valorados. No hay nada mejor que vivir sin miedo, prejuicios y homofobia, así como hablamos de diversidad en el color de piel, en la religión, en las culturas e idiomas, podemos hablar de identidad de género de la manera más completa y natural con el respeto que se merece.
Es necesario dejar fluir sin dejar de lado el acompañamiento filial y la aceptada comunicación donde busquemos no solamente explorar los gustos del menor sino también sus miedos, represiones, indicios de bullying y temores que aquejan a nuestros infantes.
Convirtámonos en su puerto seguro, aún en medio de la tormenta. Los seres humanos durante los primeros 8 años de vida, necesitamos un regulador externo que nos ayude a sentirnos a salvo en momentos de angustia. Solo así podremos desarrollar la fortaleza interna que nos permita auto-regularnos cuando crezcamos.
Los límites se mantienen mientras las emociones se acompañan y es aquí donde se debe fijar una evaluación entre extremos y mínimos, es decir, donde no cabe un perdón o castigo, un regaño o un grito, bullying o acoso; síntomas del abandono emocional que surgen en estos procesos de construcción y autoconocimiento.
¿Estás dispuesto a abanderar un proceso inclusivo y diverso donde se suprima la crianza autoritaria y se promueva la crianza positiva a partir de la primera infancia?
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*Account Auditor QA. Administradora de negocios internacionales y especialista en mercadeo internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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