Por: Érika Bayona López/ Muchas veces creemos que ser demasiado amables es un defecto y no una cualidad, la verdad es que esto es un valor que sólo lo adquirimos desde la casa a través de las enseñanzas. De ahí, la importancia de aprender desde la infancia, cualidades muy propias del género humano, por ello podría decirse que más allá de un don, puede catalogarse como un habito desde la niñez.
Si eres amable, te aseguras con mucha empatía a sembrar cariño desde el camino del respeto y la jovialidad, es decir creería que es un requisito fundamental del amor al prójimo, muy a pesar que en algún caso pueda tildarse como como un rasgo de fragilidad, de vulnerabilidad, de flaqueza.
Si yo fuera una escritora importante y tuviera el poder de influir sobre las masas, les aconsejaría que ante la duda sean amables, pues eso demuestra una táctica estratégica donde muy a pesar de los problemas coyunturales y culturales que tienen las sociedades, puede ser un arma infalible del lenguaje del amor, la comprensión, el respeto y la diversidad. Amable, sí, proviene del latín ‘amabilis’, y significa ‘digno de ser amado’. Sé amable, lector o lectora, porque (al menos etimológicamente) solo si lo eres podrás esperar lo mismo. ¿Acaso no debería ser ese, amar y ser amado, el verdadero propósito de nuestra especie?
Primero sé amable, luego ten la razón. Me gusta la gente que primero decide ser amable y luego correcto justo como lo dice Kazuki Yamada, aprovechando este nuevo 2024 estoy decidida más que convencida en a seguir y aplicar estas palabras. Lo cual también me lleva a pensar algo muy importante: ¿Qué es más importante, tener la razón o ser feliz? Aunque no se trata de conceptos necesariamente contradictorios –se puede tener la razón y ser feliz al tiempo–, en los ambientes laborales el hecho de querer tener la razón suele asociarse con roces, enfrentamientos o debates que pueden terminar dándonos la satisfacción de estar en lo cierto, pero que no necesariamente son un aporte para nuestra felicidad ni la de los colaboradores con los que trabajamos.
Cada vez más las empresas se han vuelto conscientes de la importancia que tienen los ambientes laborales felices, pues esta condición no solamente es un incentivo para los trabajadores, sino que representa un aporte directo a su éxito. La felicidad, además, es contagiosa, de manera que los empleados felices irradian ese sentimiento a otras personas que están a su alrededor, generando un clima laboral óptimo para enfrentar los retos de cada día en un ambiente positivo.
Ahora bien, es importante no confundir amabilidad con coquetería. A veces la línea puede ser borrosa o delgada, pero una persona te puede tratar muy bien porque tiene valores y no porque le gustas o crear relaciones más íntimas. Cada quien coquetea de forma diferente, basada en sus características de personalidad y en sus necesidades emocionales sin que ello quiera decir que ser amables es sinónimo de alta coquetería. También, en ocasiones y debido a esto, las personas disminuyen su amabilidad porque confusiones, bajando con ello el nivel de este valor debido a las malas experiencias. Lo cierto es que no todas las personas pagan igual y no debemos esperar retribución de ello, solo hacerlo de corazón.
Transformar el mundo a través de la amabilidad es posible. Sólo requiere poner un poco de atención en esos pequeños detalles cotidianos que moldean nuestro carácter, desde luego con respeto y alto sentido de comprensión, pues todo depende de las culturas, que en nuestro caso la colombina, nos enseña con familiaridad a tratar a los amigos como familia, para describir un ejemplo.
Para mí, la amabilidad es un super poder, que bien utilizado el impacto en las relaciones personales puede ser inmenso. Y lo pienso de esta forma, ya que he podido observar que la amabilidad atrae, la amabilidad serena, la amabilidad baja la presión. La amabilidad reconforta. La amabilidad hace que pasen cosas.
Aprender a ser amable no esconde secretos mágicos ni complicados. Se trata de hacer la guerra a los malos hábitos en el trato con los demás, a vencer la avaricia, la ira, el juicio negativo o la impaciencia.
Ser amable es un rasgo humano básico. Ser amable no es ser ñoño, ni flojo, ni tampoco no ser asertivo. Ser amable exige sobre todo dominio de sí, carácter, ser consciente de lo que se hace y de cómo se hace. Estar en los detalles. Reconocer el valor del otro, que merece tu buen trato y la delicadeza en tus actitudes. No sólo tus palabras amables, también tus gestos y ademanes. El lenguaje no verbal también dice mucho de tú amabilidad. Ser amable te hace ser más feliz, la amabilidad nos permite conectar con los demás de una manera más profunda y honesta, lo que puede ayudarnos a establecer lazos más fuertes y significativos con amigos, familiares, compañeros de trabajo y desconocidos por igual. También puede ayudarnos a resolver conflictos de manera más efectiva, ya que nos permite abordar los problemas con una actitud más empática y comprensiva.
Cuando expresamos gratitud de manera significativa e intencional o cuando participamos en actos de bondad planificados, experimentamos los beneficios de la serotonina y la dopamina, que son dos neurotransmisores responsables de que sintamos placer o alegría. Con esta actividad no solo beneficiamos a los demás, sino que también recargamos nuestras baterías, estableciendo cierto bienestar desde el ser.
Cuando nosotros, como líderes de nuestra comunidad, adoptamos esta forma de pensar -un nivel intencional de gratitud y amabilidad- podemos dar un muy buen ejemplo, siendo un poder trasformador, donde la clave fundamental es la empatía en su práctica diaria.
Por ello, es importante que sigamos cultivando esta cualidad en nuestras vidas cotidianas, y promoviendo una cultura de respeto y tolerancia en todos nuestros roles, pues de que sirve ser el mejor ser humano, si no podemos compartir con armonía la amabilidad del ser, desde la vida, sin olvidar que somos mortales como cualquier otro.
Por último, pero no menos impórtate, debemos recordar, que nuestras vida, es la construcción diaria, de todo aquello que sembramos, amamos y reímos!
Y por ello dejo esta enorme reflexión, que más que un acierto, puede atribuirse un valor necesario a la humanidad; “Mi deseo para ti es que continúes, continúa siendo quién eres asombrando a este mezquino mundo con tus actos de amabilidad”: Maya Angelou.
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*Acount Auditor-QA / MBA y Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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