La capital afgana, Kabul, fue atacada este martes por al menos tres cohetes mientras los ciudadanos musulmanes ofrecían sus oraciones por el Eid al-Adha. La arremetida se atribuyó al grupo insurgente talibán.
Los cohetes cayeron cerca al palacio presidencial afgano, mientras que el presidente, Ashraf Ghani, y varios dirigentes políticos estaban en el recinto. Por el momento, no se han reportado fallecidos a causa del ataque.
Mediante un comunicado, el portavoz del Ministerio del Interior, Mirwais Stanekzai confirmó la información: «Los enemigos de Afganistán y los terroristas llevaron a cabo ataques con cohetes en la ciudad de Kabul. Según la información inicial, los tres cohetes cayeron en tres áreas separadas y no tenemos víctimas hasta ahora».
Según la policía, un carro que estaba estacionado cerca del lugar y que quedó destrozado, pudo ser la plataforma del lanzamiento. Los cohetes fueron disparados poco antes de que el presidente del país iniciara su discurso en el que haría referencia a la celebración musulmana.
Después de los ataques Ghani se dirigió a la nación y dijo: «Este Eid lleva el nombre de las fuerzas afganas para honrar sus sacrificios y coraje, especialmente en los últimos tres meses». Además, agregó que “los talibanes no tienen intención ni voluntad de paz».
El palacio presidencial, que está fortificado con muros de cemento y rodeado por alambres de púas, ya había recibido otro tipo de ataques. El último también fue por medio de cohetes y ocurrió en diciembre pasado.
El del martes tiene la particularidad de darse en medio de una escalada de violencia en el territorio afgano desde que las tropas estadounidenses y las de la OTAN comenzaran a dejar el territorio. Si bien el Gobierno comenzó unos diálogos de paz en Qatar con los talibanes, el ataque es un retroceso en la consolidación de una estabilidad en el país.
El recrudecimiento del conflicto
Con el objetivo de un acuerdo político para acabar con la guerra en Afganistán que se ha prolongado durante décadas, varios de los líderes políticos afganos y representantes de los talibanes se encuentran negociando en Qatar.
Las conversaciones se dan luego de que Estados Unidos y la OTAN comenzaran a retirar sus tropas desde principios de mayo. El desalojo por parte de los militares estadounidenses ya alcanzó su 95% y el presidente Joe Biden afirmó en un discurso que se espera que el último soldado salga del país el 31 de agosto.
La retirada ha sido motivo de preocupación para muchos afganos que ven su país cada vez más sumergido en la guerra. Los talibanes han ganado más distritos y cruces fronterizos estratégicos. Mientras tanto, las tropas afganas no logran controlar el avance.
Según informó el organismo de control de EE. UU., que verifica el gasto estadounidense en Afganistán, las tropas del país se sienten “desmoralizadas” y hay un aumento de corrupción.
Paralelamente, las negociaciones de paz se ven frenadas por actos violentos como el del martes. El presidente también afirmó que haber liberado a casi 5.000 talibanes para poder avanzar en las conversaciones de paz fue un grave error.
Por otro lado, Afganistán se enfrenta a fuertes tensiones con su país vecino, Pakistán. Según el propio Ghani, “Pakistán no quiere un régimen talibán en su tierra natal», pero están «haciendo campaña a favor de un régimen talibán en Afganistán». Los dos países se responsabilizan entre ellos por apoyar a los talibanes en sus territorios.
Celebración en medio de la incertidumbre
En la Fiesta de Sacrificio, la tradición marca que gran parte de los musulmanes sacrifican ovejas o vacas, y dan sus carnes a las personas más pobres.
Es así que Abdul Ghafar, un ciudadano residente en Kabul se encontraba comprando los animales para la festividad cuando le dijo que “la situación de seguridad no es buena en el país, están peleando en todas partes».
Al aumento de la violencia ha llevado a que miles de afganos busquen sacar visas para irse del país. Además, tal como muestra la ONU, desde enero de 2021, 270.000 personas han sido desplazadas en dicho territorio.
La fiesta islámica celebra la voluntad de Ibrahim de sacrificar a su hijo y es un momento sagrado para los musulmanes. Anteriormente, los talibanes habían cesado al fuego en las fechas de celebración, pero esta vez, no ha sido el caso.