Por: Alfonso Prieto García/ Bucaramanga a pesar de ser una ciudad de tamaño mediano, por su población cercana a los 640.000 habitantes, con un margen de informalidad que antes de la pandemia alcanzaba la tendencia media nacional calculada por el DANE en un 47.75%, es decir casi la mitad de la actividades económicas por fuera de los márgenes legales de producción comercialización y gestión del talento humano formales, con bajos niveles sostenidos de productividad por la condición cíclica de los mercados, las consecuentes formas de contratación temporales y una desigual participación en el juego del mercado, explica la alternancia con una economía informal en la que se enmascara el llamado empleo informal cuando se tiene una labor temporal o con tendencia a sostenerse, sin que se beneficie su escaso aparato productivo de las tasas de recambio tecnológico, al existir inversión en sus procesos productivos o de servicios, al igual que su talento humano el cual en su mayoría, adolece de una estabilidad laboral, una seguridad social, un futuro pensional de vejez y en fin todo lo que retribuye el modelo económico capitalista a sus intervinientes.
Las anteriores circunstancias permiten entender que cualquier intensión de fortalecer o transformar la informalidad sin esta estar conectada con los sectores productivos en procura de atender en cantidad, calidad y rendimientos las necesidades del mercado antes de encontrar una disminución de la informalidad, crea una falsa expectativa de crecimiento y una participación desigual en el mercado con el sector formal, donde para lograr realizar los productos, los informales bajan los precios de los productos y o servicios, sacrificando la calidad de materiales, diseño, terminados, confort, calidad, durabilidad y en definitiva un creciente estigma de mala calidad o poca durabilidad que va desgranando periodo a periodo los clientes potenciales y efectivos, entrando en crisis y viviendo siempre un déficit financiero, coyuntural y finalmente estructural que hace en casos concretos, cambiar de renglón productivo con la misma experiencia y realidad futura repetible al punto de sobrevivir con el capital de trabajo cada día menor u obligación crediticia mayor.
Las reflexiones anteriores ponen en entredicho las estrategias que desde el plan de desarrollo nacional con su promotora la vicepresidenta de la republica con el fortalecimiento de los microcréditos, la equivocada estrategia de fortalecimiento de la informalidad planteada por el burgomaestre de Bucaramanga con su estrategia de capacitación y fortalecimiento laboral desde la familia, cuando solo pone en plan de competencia absolutamente desigual al fortalecido integrante de la familia escogida, con las empresas formal y estructuralmente organizadas.
Ya es hora de contar con un conocedor de un modelo alterno que fortalezca la formalidad existente y haga parte de la misma a todas las células que se desprendieron en las épocas de crisis y se convirtieron en organizaciones o unidades informales; solo con una planeación concertada con los gremios y una planificación que incorpore indicadores de impacto a cada uno de los elementos del aparato productivo, se podrá fracturar la informalidad, recuperando las vocaciones productivas, las cadenas productivas y toda la línea de generación de materias primas que garanticen cantidad, calidad, precios, entregas y permanencia de oferta, especialización de fuerza laboral en diferentes renglones y empoderamiento de productos de región para su mercado interno y externo.
*Economista, Magister en Administración de Empresas, exconcejal de Bucaramanga, exdirector seccional UCC Bucaramanga, Asesor nacional de calidad UCC, Investigador Colciencias y Asesor de proyectos.