Por: Oscar Prada/ El título, es un adagio de las nuevas generaciones; y fue tendencia en redes sociales a raíz de una novela de antaño, cuya protagonista la exclamó para despreciar a su pareja por el hecho de ser hombre.
De los refranes, a las frases “virales”. Las palabras hacen eco en la sociedad, para algunos solo son maneras; en realidad los adagios hacen parte del constructo social, crean estereotipos que inciden intensamente en el comportamiento colectivo
Adagios odiosos como: “ollas destapadas, mujer descuidada”, “los hombres no lloran”. Se convierten en creencias populares que refuerzan los patrones de la discriminación social.
Simplificar aquello que nos desagrada de una persona, asociándolo a una razón meramente de género y sexo, revela lo primitivos que somos aún los seres humanos; y lo que nos falta avanzar como sociedad.
Las personas discriminadas en razón de su género y sexo; que juzgan a otros por el hecho de ser hombres o mujeres, aplican la ley del Talión-ojo por ojo-. Simplemente, el discriminado que discrimina al otro para buscar la equidad, es doblemente opresor.
Mientras algunas personas se bajan solitariamente la luna de forma empoderada; otro tanto quiere buscar a “una persona que les resuelva.”. Los dobles raceros.
El machismo es trasversal socialmente hablando; e impone mandamientos sociales que refuerzan un marcado sexismo. Esos dictados, suelen indicar que la culpa es de las mujeres; aunque paradójicamente de los hombres también. Miremos.
Mi amiga tiene razón al decir: “Hombre no es gente”; y no desde el punto de vista biológico. Mas bien; le doy la razón de su reproche, a las actitudes avaladas por la sociedad para ser un hombre.
Se es poco hombre socialmente cuando: no hay óptimo desempeño sexual ante su pareja, cuando se llora ante los amigos y se muestra vulnerable, cuando tiene pocos ingresos y no puede resolver, cuando se hace cargo del cuidado de los hijos; entre muchos otros. En esas situaciones, se es un hombre fallido ante la mirada social.
¿Como se puede ser gente?, si una persona no puede sentir con libertad sus emociones y sus pensamientos; existiendo de por medio una pesada carga social, que impone cánones absurdos para ser suficientemente hombre.
En un entorno donde es obligatorio reafirmar una hombría puesta en duda, no se puede revelar una pequeña muestra de emocionalidad masculina, porque se tilda como una grave debilidad. De esa manera se es poco hombre.
Reprimir es la opción social por excelencia. El 79% de los suicidios en Latinoamérica corresponden a hombres[1]. Caminos alternativos a la represión emocional masculina son la violencia doméstica, el alcoholismo, y la agresividad en su entorno. Aquellos son sinónimos de hombría.
Y no voy a sacar en limpio, que la discriminación y agresión contra las mujeres, en la mayoría de casos es perpetrada por los hombres que hacen parte de su entorno. Desconocer lo anterior, seria revictimizar a las lectoras.
El mensaje del escrito, no es victimizar el ser un hombre en la actualidad; es enfatizar que el comportamiento de los seres humanos, no se basa únicamente en razón a su sexo y género; sino que es la resulta de un constructo social, de la crianza y la influencia de su entorno.
Posiblemente les suene a un hombre dolido por una frase sexista. Únicamente resalto, los mandamientos sociales, deforman en cierta medida el comportamiento en comunidad tanto para mujeres y hombres. Impone estereotipos discriminadores entre seres humanos.
Por ello, las personas no somos el actuar de una serie de frases y refranes que impone la sociedad en forma de cargas. De ser así, ni si quieras somos totalmente libres en nuestro propio ser. Ninguna verdad es absoluta. ¿Tendré la razón?
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*Estudiante de Derecho
Contacto: 3017716507
X: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Consultor Salud