Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Por estos tiempos se está hablando de la legalización de la marihuana, tema polémico el cual debe ser visto desde varios frentes: económico, social, salud mental, de justicia, familiar, me referiré a ello desde mi experiencia de vida.
Buscaré combinar este tema con un relato de vida de un gran amigo, a quien le decíamos de cariño “el tío Rozo – el Tocayo”, con El compartimos esos años de niñez, adolescencia y juventud, al avanzar en edad tomamos caminos diferentes, sin embargo, todos los de esa cuadra, siempre lo tuvimos presente; hoy nuestro amigo después de recorrer caminos dolorosos nos da el placer de permitir volver a reencontramos, y esa gran familia donde nos hicimos hermanos de vida lo hemos recibido para brindarle el apoyo que se merece.
Corrían los años 70 en su final e inicios de los 80, por esa época pasábamos de los pañales a jugar futbol, a elevar cometas, a escaparnos al rio, a mirar con ojos amorosos a la niña de la cuadra que nos gustaba, también a escondidas prendimos el famoso cigarrillo Moore que nos hizo toser, o a comprar pony malta, siii, esa de botella pequeña tomárnosla para luego llenarlas de superior (aguardiente) y así mostrar que estábamos en la esquina tomando Pony.
Fue una época feliz, la que pasamos por las calles de barrios como: Ciudad Valencia, Lagos, Cañaveral, Los Molinos, llevando en los bolsillos, matachos, maras, trompos, anzuelos, o en las manos balones de futbol, de acuerdo a la actividad que fuésemos a realizar, cuadernos, algebras esas grandes de Baldor, cuadernos modelo, etc. Y así recorrimos indistintamente varios claustros educativos, en secundaria y universidades.
¿Quién, en esa época al estar en una actividad, ya sea, un partido de futbol, a la salida del colegio, un baile de esos que eran los sábados a las cuatro de la tarde, o aprendiendo a jugar billar, no le brindaron, o vio a algunos amigos prender un “cacho”?, (así le decían), todos, tuvimos esa oportunidad o tentación de probar un porro, unos lo hicieron y no continuaron, otros quizá por el temor a nuestros padres nos dio culillo, otros la probaron y no pudieron salir de ahí, ¿Por qué? no sé, no busco juzgar ese “por qué”, busco enviar un mensaje de lo que puede ocurrir por el solo hecho de “probar”
El tío Rozo, siempre tenía un chiste y una broma para hacer, de esas personas que obligaban a perseguirlo corriendo para darle un cocotero, o coscorrón, por sus chistes, todos lo recordamos como el cansón, el alegre y el que estaba en todo; hoy que lo visité en donde se encuentra en proceso de salir adelante, del cual estoy seguro saldrá, hablamos de todo y esta charla la traslado para llevar un mensaje a los jóvenes, a los padres, para evitar que nuestros hijos, nuestras familias y ojala todos los jóvenes del mundo entendieran hacia donde conduce esta decisión.
En el dialogo, tío Rozo me decía: mi vida era la de un niño lleno de sueños, un niño humilde, alegre, con sueños, con buenos amigos, con una familia estupenda, probar la marihuana fue el principio de mi pesadilla, obligándome a llevar una vida presa de mis mentiras, de malas decisiones, de días sin aparecer, ni dar señales de vida, de abandonar mis estudios, fue la culpable de los llantos y las penas de mis padres.
Se empieza por probar ya sea para el frio, o para soportar estar de guarda cuando preste servicio militar, para no quedar mal con los amigos, para perder la timidez, para bailar mejor, para jugar mejor y así me sentía “chévere”, libre, seguro, pero, poco a poco fue haciendo mella en mi cuerpo y ya quería estar siempre bajo estos efectos, ya que consideraba que era como mejor me sentía, sin estar bajo estos efectos me sentía deprimido, tímido, e incapaz, esta situación de querer estar siempre bajo estos efectos, con ello generé mucho dolor a mis padres.
Solía tener depresiones de baja auto estima lo que me llevaba al abandono a no asearme, y mi actitud cambiaba cada vez peor, con el tiempo poco a poco fui pasando de los porros, a las pastillas y a otras drogas y así poco a poco los problemas fueron en aumento, se empieza la pérdida de valores a ser irresponsable y manipulador, mi actitud cambiaba cada vez a peor con el tiempo.
En este pequeño resumen de la charla con tío Rozo sentí tanta tristeza en su hablar en su mirar, pero a su vez una ilusión de cambio, de esperanza por una nueva vida, de querer ser ejemplo para que jóvenes no inicien ese camino oscuro.
Quiero pedir que seamos siempre amables con alguien en adicción, escucharlos, ser conscientes de que es una enfermedad, demostrarles amor e interés por su evolución, apoyar siempre el proceso de cambio y obvio hacerles saber sus límites.
Hoy en cualquier parque, zona deportiva, bar, o sitios de reunión, es muy común ver el consumo de marihuana, esta es una droga, es el primer escalón de una escalera que, en vez de subir, baja, llevando a la persona hacia un abismo, que la lleva a consumir un sinnúmero de drogas, (cocaína, anfetaminas, opioides, drogas sintéticas) las cuales acaban con la vida, la salud de una persona.
Y es que la ruta es sencilla, se empieza con el alcohol, para luego pasar a fumar marihuana, que de las drogas es siempre el inicio, esta hace que la persona se sienta desinhibida, contenta, para luego empezar a combinar ya no sólo alcohol y marihuana, sino iniciar el consumo de cocaína, bazuco y demás drogas que existen en el mercado.
Para tener acceso a estas drogas hoy en día no se requiere tener tanto dinero, ya incluso solo basta “buenas relaciones sociales”, ya que siempre habrá quién invite, y así se va cayendo en el vicio y a su vez el cuerpo necesitando cada día mas de estas drogas para luego por su adicción pasar a tomar decisiones fatales en la búsqueda de estas dosis.
La prohibición represiva ha hecho que se llegue a un mayor consumo, las redes de distribución sin control, la falta de educación e información llevan a que su consumo se haga desde una temprana edad, se hace necesario un control severo, prohibirse el consumo de marihuana en zonas deportivas, en parques, en instituciones educativas y que menores de edad que estén consumiendo sean castigados, junto a sus padres, dado que el papel y la autoridad de los padres es fundamental.
De igual forma al estado le corresponde contar con campañas educativas sobre el consumo de sustancias alucinógenas, Colombia es uno de los principales productores de marihuana y cocaína en el mundo, instituciones, políticos han cohonestado con los grandes capos de este terrible negocio, lo que ha derivado en un sin número de situaciones fatales para el país, pasan los años y no se ve una política clara, coherente en este sentido, para combatir, la producción, distribución y consumo, la juventud está a merced de quienes viven de este maldito negocio.
Todos los colombianos debemos exigir al gobierno mayor claridad, en esta lucha contra el consumo de estas drogas.
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*Profesional en Mercadeo
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