El nombre de Gustavo Bolívar vuelve a sonar en la política colombiana, esta vez como posible candidato a la Presidencia en 2026. Sin embargo, su trayectoria reciente plantea serias dudas sobre su viabilidad como líder del país. Con una derrota electoral significativa en Bogotá, múltiples polémicas a cuestas y un historial de confrontaciones, Bolívar se perfila como un candidato débil, más asociado con la controversia que con la capacidad de gobernar.
¿Renuncia estratégica?
Gustavo Bolívar presentó su renuncia protocolaria como director del Departamento de Prosperidad Social (DPS), con rumores que indican que su salida se hará efectiva el venidero 5 de marzo. Aunque no ha sido oficialmente confirmado como parte de una estrategia electoral, diversos analistas sugieren que Bolívar está preparando el terreno para una candidatura presidencial.
Sin embargo, su desempeño en el DPS no ha sido precisamente sobresaliente, y su gestión ha estado marcada por enfrentamientos dentro del gabinete de Gustavo Petro.
Una derrota que pesa en su historial
Si Bolívar pretende posicionarse como una figura fuerte dentro del petrismo, sus resultados en las elecciones de 2023 juegan en su contra. En su aspiración a la Alcaldía de Bogotá, apenas alcanzó 600 mil votos, quedando con menos del 19 % de los sufragios. Fue superado ampliamente por Carlos Fernando Galán, quien ganó la contienda, e incluso por Juan Daniel Oviedo, una figura emergente en la política capitalina, quien logró la curul de oposición en el Concejo de Bogotá.
La capital de Colombia, considerada un bastión clave para cualquier aspirante presidencial, le dio la espalda a Bolívar. Esto demuestra su incapacidad para conectar con los votantes y liderar una campaña electoral efectiva. Si no logró convencer a los bogotanos es difícil que se gane el apoyo de todo el país.
Un político marcado por la polémica
Gustavo Bolívar ha construido su imagen con base en la confrontación y el escándalo, lo que ha generado dudas sobre su capacidad para gobernar con estabilidad y consenso. Entre sus principales controversias recientes destacan la acusación pública a la canciller Laura Sarabia de mentir sobre la recepción de colombianos deportados desde Panamá, exponiendo divisiones dentro del gobierno.
Además, sostuvo un enfrentamiento en redes sociales con la senadora Paloma Valencia sobre la reforma pensional, en el que fue señalado por difundir información falsa. Su llamado a movilizaciones en favor de dicha reforma también ha sido cuestionado por la falta de imparcialidad que debería mantener en su cargo.
A esto se suma la polémica transferencia de una propiedad en Miami a su hijo por un valor simbólico de 10 dólares, lo que ha despertado dudas sobre su transparencia. Finalmente, la filtración de videos en los que planeaban estrategias para desacreditar a medios como Semana, Caracol y RCN ha provocado un rechazo generalizado, profundizando la crisis en su imagen pública.
Financiador de la Primera Línea
Bolívar también ha sido acusado de financiar a la Primera Línea, el grupo de manifestantes que tuvo un papel protagónico en el estallido social de 2021. Diversas voces han señalado que el exsenador habría brindado apoyo económico para la compra de elementos como cascos y gafas de protección, lo que ha generado fuertes críticas y cuestionamientos sobre su papel en la violencia durante las protestas. Es señalado de respaldar movimientos que desafiaron el orden público y atentaron contra la institucionalidad del país.
No es una opción realista
El panorama político para las elecciones de 2026 será complejo, y el petrismo necesitará un candidato fuerte si pretende mantener el poder. Sin embargo, Gustavo Bolívar parece más un lastre que una ventaja para el oficialismo. Su historial de derrotas, su imagen de político conflictivo y su falta de respaldo popular lo convierten en una apuesta arriesgada.
APN Noticias