Por: Diego Ruiz Thorrens/ Queda poco para las elecciones del próximo 29 de octubre donde se elegirán gobernadores para los 32 departamentos, diputados de las Asambleas Departamentales, alcaldes de 1.102 municipios, concejales municipales y ediles de las Juntas Administradoras Locales del territorio nacional y en el departamento de Santander, se comienza a sentir la tensión en el aire.
En muchas sedes de campaña se vive un ambiente tenso y de expectativa, que a pocos días de las votaciones, fustiga a que algunos candidatos promuevan estrategias non sanctas (o al menos que son moralmente reprochables) para conquistar votos, estrategias algunas de ellas como son (1) las ya famosas campañas de desprestigio de los contrincantes, (2) la entrega de ayudas, mercados, cemento, dirigidas a comunidades en contexto de vulnerabilidad (mercados y otros que son “donados”, principalmente, por candidatos quienes en pasadas elecciones se quemaron y que ahora buscan, casi con desespero, alcanzar su objetivo para el periodo que arranca en 2024), (3) las promesas de mejoras para barrios, veredas, corregimientos, asentamientos que así lo requieren y… (4) la tristemente tradicional (y que no debería ser) compra de votos, entre muchas otras “estrategias”.
Los candidatos saben que no cuentan con tiempo para desperdiciar. Por esta razón cada espacio, cada momento que tienen para debatir representa una oportunidad que tienen para así (re)afirmar a su público que son la mejor opción. En este sentido, los debates impulsados por medios de comunicación y universidades han sido claves en el sentido que han permitido conocer quiénes son los candidatos, profundizar en sus propuestas y escuchar sus opiniones respecto a temas coyunturales que afectan al territorio y sus ciudadanos.
No obstante, algunos de estos debates han sido, por utilizar un término, bastante “violentos”, marcados por argumentos cargados de innumerables falacias; de propuestas que sólo buscan acrecentar el miedo social y la violencia contra todo aquello que represente lo extraño, lo foráneo o que no se incorpore en los llamados “valores” locales y tradicionales; de imprecisiones en datos e información institucional que, curiosamente, está disponible y al alcance de todo el mundo (puesto que son datos abiertos).
Ha prevalecido la distorsión en temas de seguridad y migración, la más indescriptible desidia en el análisis de problemáticas que oprimen a las mujeres y hasta la más absurda manipulación (instrumentalización) de los niños, niñas y adolescentes en contexto de vulnerabilidad y de discapacidad. Esto, sin contar con el uso insistente de la fracasada estrategia de señalar peligros (donde no existen) que persiguen a los menores en territorio, evadiendo mencionar los verdaderos problemas que afectan las vidas de cientos de niños, niñas y adolescentes, evasiva claramente consiente.
¿Por qué en los debates no ha existido un adecuado abordaje de las problemáticas que afectan la calidad de vida de mujeres y de los niños, niñas y adolescentes? Esta pregunta tiene varias respuestas, siendo quizá la principal una tan sencilla como aterradora: ha quedado demostrado que la mayoría de candidatos no tienen el más mínimo conocimiento de cuáles son las rutas de atención para casos de violencias basadas en género; mucho menos del número de niñas, adolescentes y mujeres han sido atendidas cuando la violencia sacude sus vidas.
Mientras que algunos candidatos hablan de impulsar la educación sexual, no desde los colegios sino desde los hogares (sin dar mayores detalles del mismo), evitan mencionar las cifras de cuántos menores de edad han sido víctimas de bullying en últimos años en colegios y alrededores, o cuántos han sido víctimas de agresión física, emocional y sexual al interior de sus hogares.
A pocos días de las elecciones regionales los candidatos continúan su búsqueda de potenciales votantes y los aun indecisos. Ojalá que el ejercicio de dialogo realizado en los distintos debates les permitan observar los distintos problemas que aquejan a la ciudad desde una visión real (no exagerada o que busque capturar votantes asustados y/o emberracados).
Sobre todo, que si al hablar, nuevamente, de la protección dirigida a mujeres, niños, niñas y adolescentes, lo hagan desde una perspectiva trasparente, observando los distintos tipos de violencia, sus dinámicas y ciclos. Es la mejor manera de buscar y plantear soluciones, sin engañarse a sí mismos ni al electorado.
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la transición del posconflicto de la escuela superior de administración pública ESAP – seccional Santander.
X: @DiegoR_Thorrens