Por los lados de la Gobernación de Santander, la colectividad de derecha apoyará al general Díaz Mateus, quien viene recogiendo firmas. Mientras que para la Alcaldía de Bucaramanga es definitivo que no llevará candidato propio. La crisis electoral del Centro Democrático en Santander empieza a tocar fondo.
Quintín Herrera es un médico radiólogo quien, durante muchos años, ha intentado ocupar un cargo de elección popular. Cada dos años anuncia una nueva aspiración, sea al Congreso o como en la actualidad, a la Gobernación de Santander.
Este dirigente de derecha, desde hace un mes, viene haciendo campaña, gastando algunos recursos en redes y reuniones, con cuya tarea pueda acceder al “corazón grande” de Álvaro Uribe y lograr de él, el aval del Centro Democrático para su aspiración electoral.
Pero, “una cosa piensa el burro y otra el que lo está enjalmando”. Mientras Quintín cree que saliendo a marchar en contra del gobierno Petro, postear en redes sociales sobre propuestas de gobierno y hablar bonito de Uribe, es la fórmula ideal para conseguir el aval, otra muy distinta sucede a sus espaldas.
¡Santandereanos presentes!
¡Colombianos presentes!
En favor de preservar la atención en salud, el derecho a una digna pensión y el derecho al trabajo.
Colombia marchó por su bienestar. pic.twitter.com/rKdxfAGtwA
— Quintín Herrera Quiroz (@QuintinHerreraQ) June 20, 2023
Lo que no sabe el reconocido radiólogo es que está a punto de convertirse en el ‘Jorge Cote Cadena’ de 2023, al mismo a quien hace cuatro años le anunciaron oficialmente el aval ‘uribista’ para la Gobernación, pero luego se lo quitaron para entregárselo a dedo a Ángela Hernández, en acuerdos que hizo Uribe a sus espaldas.
El médico Herrera ha jugado fielmente dentro del ‘uribismo’, todo lo que le “ordenan”, lo hace. Pero su lealtad, igual como sucedió con el empresario Cote Cadena en 2019, se pondrá a prueba cuando le informen que “a dedo”, como es usual en el ‘uribismo’, el aval y los votos que les quedan en Santander, serán para el general Juvenal Díaz Mateus.
“Déjenlo que haga el ejercicio…”
Desde hace 12 años, el Centro Democrático no ha tenido candidatos propios para cargos preponderantes de elección popular en Santander.
El caso más sonado sucedió hace cuatro años cuando esa colectividad coavaló a Ángela Hernández (QEPD), dándole la espalda a sus propios precandidatos como Cote Cadena, Iván Aguilar, el padre Mario Cárdenas y Sergio Santiesteban.
A la Alcaldía de Bucaramanga sucedió lo mismo. Por encima de sus propios lideres, Uribe decidió pactar con el Partido Liberal y coavalar a Claudia López (QEPD).
Ángela Hernández para la Gobernación de Santander y Claudia López a la Alcaldía de #Bucaramanga es la fórmula Ganadora que este viernes presenta el senador y fundador del Centro Democrático (CD), Álvaro Uribe Vélez, @AngelaGoberna @ClaudiaPorBGA .pic.twitter.com/x9a54ayMla
— SOYLUZ⚡☄ (@luzelennao) August 9, 2019
En ambos casos, la alianza tejida en Santander fracasó en las urnas y acrecentó la crisis del partido de derecha. En 2023, la cosa pinta igual.
Una conversación conocida por Corrillos, en la que Álvaro Uribe le responde a uno de sus líderes en el departamento sobre la precandidatura de Quintín Herrera, deja claro que la decisión del Centro Democrático sobre el candidato a la Gobernación de Santander ya está tomada.
“Él (Quintín) está haciendo un ejercicio democrático, déjenlo que haga el ejercicio… Pero el Centro Democrático apoyará al General (Juvenal Díaz Mateus)…”, dijo el expresidente en un mensaje de voz.
Hace cuatro años Corrillos reveló la traición que le haría el partido Centro Democrático a Jorge Cote Cadena. En ese momento el candidato (porque ya le habían oficializado el aval) no creyó que la colectividad -de la que había sido presidente departamental- le fuera a revocar el apoyo. Pero así fue y se enteró -desafortunadamente para él- cuando el propio partido, en un mensaje de Twitter, anunció su respaldo a Ángela.
“Hola Óscar, le habla su jefe Iván”
El Centro Democrático es un partido que se administra bajo un régimen autocrático, que en nada refleja su nombre (porque no es de centro, ni es democrático). Ese estilo se asemeja al régimen militar, que tiene en la cima a un ‘comandante en jefe’ (que decide todo), un cuerpo de oficiales (encargados de ir a la guerra para buscar los votos) y unos “soldados” que salen a sufragar sin debatir las órdenes.
En esa colectividad, el jefe (vitalicio, por cierto) es Álvaro Uribe. Y para mal o para bien, ha sido quien ha llevado a su partido a grandes triunfos (cómo elegir presidente al inexperto Iván Duque) y terribles derrotas (como la sufrida hace año con ‘Fico’ Gutiérrez).
Sin embargo, cercanos a Uribe, hay varios que ya buscan suceder al ‘comandante en jefe’. Uno de ellos es Iván Duque, el ‘Judas’ que cena en la misma mesa del ‘maestro’.
El expresidente Duque se viene autoproclamando ‘el jefe’, algo que ha caído mal entre quienes aún siguen siendo fieles a Álvaro Uribe.
La situación se puso al descubierto en Santander, cuando a través del celular del exministro del Interior, Daniel Palacios, el expresidente Duque se comunica con el representante a la Cámara, Óscar Villamizar. Duque abre la conversión así: “Hola Óscar, le habla su jefe Iván Duque”.
El congresista no salía de su asombro, no porque le hubiera llamado Iván Duque (quien, después de su salida de la Presidencia solo aparecía en Twitter), sino, porque se autoproclamaba ‘el jefe’. Villamizar, fiel a Uribe, sabe que ese ‘rango’ de ‘jefe’ solo es de Uribe, por lo que atinó a responderle: “doctor, en el partido al que usted y yo pertenecemos solo hay un jefe; es el mismo suyo y mío…”
Algo avergonzado, Duque intentó distraer la atención manifestando: “tranquilo Representante, solo es una expresión. Lo llamo para decirle que en Bucaramanga vamos apoyar a Horacio José (Serpa) para la Alcaldía… para que se ponga al frente de eso…”
Aún sorprendido, el congresista le replicó: “Doctor, el partido aún no ha tomado decisiones al respecto…”
La conversación deja claro que el ‘uribismo’ sigue huérfano de candidatos con opción de triunfo en Santander, por lo que prefiere coavalar aspirantes de otros partidos y no exponerse a una humillante derrota. Y sus hombres en fila, por ahora, no son prenda de garantía para el éxito electoral.