Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Las últimas dos semanas hemos escuchado el revuelo del caso que altera a Aida Victoria Merlano, sin embargo y detrás de muchas inconsistencias que se quieren resolver con tan solo otorgar una “pena” y que la misma se cobre con unos “años de prisión”, las formas que se usan para asignar la respuesta a un caso que la fiscalía ha mantenido en deceso, parecen no ser justas, no solo porque la penalización esta desfasada en tiempo, como bien suele suceder en Colombia, sino porque son miles de casos, de personas sindicadas que permanecen con orden de captura y que siendo capturadas “por el debido proceso”, entonces terminan demandando al estado porque desde el inicio, siempre fueron inocentes.
Si bien es cierto, el tratamiento penitenciario ha sido establecido de acuerdo con la Ley 65 de 1993, como un proceso en el que se busca la resocialización del interno condenado para que en medio del tiempo que está recluido pueda estudiar y formarse en diferentes áreas de su vida y a través de esto, pueda adaptarse a la sociedad, sin embargo, el proceso para llegar a la resocialización no es justamente claro.
Porque, así como en las cárceles hay internos sindicados y el proceso de hacinamiento que se escucha a nivel nacional es una verdad a ciegas que infiere con el desarrollo integral de una persona, también lleva a la persona que, si es inocente, los factores de deshumanización le permitan delinquir solo porque un acto de injusticia el cerro el corazón.
Claro, hasta aquí todo suena sesgado, pero son las cosas inconstitucionales que nos traen aquí, el proceso de esta columna está centrado en conocer la real prioridad del Sistema Colombiano, es gratis y fácil “una orden de captura”, porque con cualquier denuncia se puede obtener una y que los debidos procesos han entorpecido el resolver casos que si atentan contra la sana convivencia y la inmersión en sociedad.
El problema real, es que hay múltiples formas de causar penas, pero en Colombia, parece que el sistema no funciona, ¿exactamente dónde es que se define que casos y con que penas se deben atender? ¿Abusadores demandados y que aún están libres?
Entraríamos a conversar acerca de las injusticias, porque se dan y en los diferentes niveles de la sociedad que se dan, el asunto es todas las inconsistencias que producen más problemáticas sociales y un notable desequilibrio social.
Un gato encerrado, que siempre vemos que le “falta una pieza” a esa historia, el asunto no es lo que está pasando con Aida Victoria Merlano, sino los notables casos que representan el caso de la Merlano, “por uno pagan todos”, y hay que “enseñarles de alguna manera”, lo cierto es que la pena sobrepasa la consciencia que se asumía en los inicios de la historia, “ni el hijo llevara el pecado de su padre, ni el padre llevara el pecado de su hijo”, seguramente así las cosas serian mejor resueltas, pero vale hacer la aclaración que las piedras ya no son piedras físicas, sino son piedras que atraviesan vidas.
La mano de la justicia del hombre no es la justicia de Dios, la voz del pueblo no es la voz de Dios, las culturas durante la historia hemos construido nuestra forma de hacer ver la justicia, es nuestra responsabilidad asumirla, con todo y gato encerrado, que no es justo claramente, pero eso es lo que hemos dictado para nuestro presente, las figuras públicas son odiadas por ser quienes decidieron mostrar, la moral no dicta lamentablemente el proceso de justicia que pedimos, porque el que juzga no puede juzgar bajo su moral, entendiendo esto, el escarmiento no puede ser individual, porque vendríamos a juzgar con excusa de la historia vivida y aseguramos que Dios ya ha impuesto una pena, pues no, somos dueños de las consecuencias de nuestras acciones.
¿El gato encerrado es la injusticia colombiana?
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Magister en Psicología comunitaria (UNAD).
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