Por: Pedro Bernard Sarqués Plata/ «Gaslighting» es un patrón de abuso emocional en el que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Este término proviene de la película clásica de Hollywood «Gaslight» en 1944, en la que un hombre manipula a su esposa para que crea que está perdiendo la cordura. La técnica consiste en esconder objetos, atenuar la luz de gas y convencer a la víctima de que el brillo sigue siendo el mismo, cuando claramente no lo es. De manera similar, el presidente Petro parece manipular los hechos para que los colombianos crean en una versión distorsionada de la realidad del país.
La estrategia de manipulación y realidad distorsionada
Bajo esta óptica, se puede argumentar que el presidente Petro ha llevado a cabo una forma de gaslighting político al insistir repetidamente en que «todo está bien» en el país, mientras que la realidad en las calles, en las cifras y en la vida cotidiana de los colombianos sugiere todo lo contrario. El mandatario ha afirmado que la economía se encuentra en recuperación, que el comercio florece, que hay avances significativos en educación y seguridad social, y que las políticas agropecuarias están beneficiando al campo. Sin embargo, la evidencia empírica y las noticias muestran una situación diametralmente opuesta: desempleo, dólar en aumento, sistema de salud al punto de colapso económico, paro de gremios como los camioneros, aumento de precio de los combustibles, el gas utilizado para cocinar principalmente en las familias escasea de tal modo que se habla de importación del mismo, igualmente hay descontento entre las diferentes cadenas de la economía, una creciente brecha de desigualdad y un sector agropecuario en crisis.
Un claro ejemplo de esta disonancia es el alza del precio de la gasolina, que ha duplicado su valor en los últimos dos años, y ahora se anuncia un aumento similar para el ACPM (diésel). A pesar de las promesas del presidente de que estos incrementos son «indispensables» para financiar los programas del gobierno, el destino de esos recursos sigue siendo un misterio. Ni en el campo, ni en las ciudades, ni en obras públicas, hospitales o acueductos, se han visto los beneficios de lo recaudado a través de los combustibles fósiles, que tanto desprecia el presidente. Tampoco hay claridad sobre el uso de los fondos obtenidos con la última reforma tributaria, la cual solo ha contribuido a encarecer la canasta familiar, afectando especialmente a las familias más pobres.
Comparativa del gaslighting con las políticas de Petro
Al igual que el manipulador de la película «Gaslight», el presidente Petro parece emplear tácticas similares para desviar la atención de sus errores de gestión y deficiencias administrativas. Mientras denuncia las críticas a su gobierno como ataques injustos o motivados por intereses ocultos, ignora que el aumento de los combustibles afecta directamente a los más necesitados, encareciendo los productos básicos y reduciendo el poder adquisitivo de millones de colombianos. Esta alza no solo encarece el transporte público, sino también todos los productos que dependen del transporte por carretera, aumentando así el costo de la canasta básica familiar.
¡Basta ya de manipulación! El pueblo colombiano exige claridad y resultados concretos por el pago de sus impuestos. No más gastos innecesarios y derroches en viajes de placer para los allegados del presidente, ni ministerios inoperantes que no ejecutan políticas efectivas. No más funcionarios sin la preparación adecuada ocupando cargos vitales para el país. Queremos ver que los recursos públicos se reflejen en obras tangibles, en mejoras reales para la sociedad, y no en discursos vacíos que solo aumentan la frustración. Además, el país necesita una respuesta ante los actos de corrupción, como el escandaloso caso de Olmedo con un defalco de más de 5 billones de pesos, que involucra a personas cercanas al presidente.
Hacia un paro nacional indefinido
Ante este panorama, las políticas desacertadas del gobierno Petro, especialmente en relación con el alza de los combustibles, han generado un ambiente de inconformidad que podría desembocar en un paro nacional indefinido. Los transportadores, que ya se encuentran asfixiados por los altos costos de operación, están al borde del colapso financiero y se niegan a aceptar más incrementos en los precios de la gasolina y los peajes. Este es un escenario que perjudica aún más a los más pobres, quienes verán disminuida su capacidad para cubrir necesidades básicas debido al encarecimiento generalizado de los productos de consumo.
El gaslighting político del gobierno de Gustavo Petro, más que una simple estrategia de comunicación, es una forma de abuso que deteriora la confianza y la estabilidad social del país. La manipulación emocional de la narrativa gubernamental debe ser confrontada con hechos y con una demanda clara de transparencia y responsabilidad. Los colombianos no pueden permitirse seguir viviendo en una realidad paralela donde se les dice que todo está bien mientras sus vidas diarias cuentan una historia muy diferente.
La necesidad de una política honesta y basada en la realidad es urgente. Si el gobierno no cambia de rumbo, los efectos de esta manipulación psicológica no solo aumentarán la polarización, sino que llevarán al país a un punto de quiebre social que podría ser irreversible.
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*Ingeniero de Sistemas, director de proyectos de innovación tecnológica.