Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ Aunque con menos trascendencia que el día de la Madre, hoy tercer domingo de junio por tradición se festeja el día del Padre, un día para exaltar y enaltecer el trabajo y la dedicación de los hombres en su rol de cuidadores y formadores de sus hijos dentro del hogar.
Esta festividad, como muchas de la cultura de nuestro país, tiene su origen en Estados Unidos cuando en 1909 Sonora Smart, hija de un soldado de la Guerra Civil Estadounidense, quiso resaltar el duro trabajo de su padre al educar a seis hijos solo, pues su esposa murió dando a luz a su sexto hijo.
Pero fue sólo hasta finales de los años 60, que el entonces presidente norteamericano Lyndon Johnson firmó una proclamación presidencial que declaraba el tercer domingo de junio como Día del Padre, celebración que fue adoptada por la mayoría de países del continente Americano, de Europa, Asia y África, aunque hay países que actualmente celebran esta fecha en días diferentes.
En nuestra sociedad, machista por costumbre, el cuidado y la crianza de los hijos ha estado más determinada por las mujeres, por las Madres, el Padre está más empoderado con los temas económicos y laborales de la familia, que con los quehaceres diarios relacionados con la crianza de los hijos.
Esta tradición también ha sido determinada por la desigualdad laboral que a través de la historia ha existido entre hombres y mujeres, pues en el mercado laboral, ha sido más fácil que un hombre acceda a mejores empleos y que por consiguiente sean mejor remunerados, eso llevó a la antigua costumbre de que el hombre trabaje y la mujer se encargue del cuidado del hogar.
Ahora bien, el auge laboral y profesional que las mujeres han tenido durante las últimas décadas, ha ido cambiando paulatinamente las costumbres de crianza, entre más escenarios laborales las mujeres ocupan, mayor es la presencia del Padre en la crianza y atención de sus hijos, hoy se habla de una crianza compartida, la familia se comporta como un equipo en donde Padre y Madre están al mismo nivel y se ocupan entre ambos de las responsabilidades de su hogar y de su familia.
Claro, no estoy señalando que los Papás de antes hayan sido desinteresados con sus hijos, solo que los prototipos y las costumbres eran diferentes, trabajaban duro para que en el hogar no hiciera falta nada, hace 40 o 50 años ver a un Papá cambiando los pañales de su hijo, o bañándole podría hasta verse mal, hoy estas actividades se entienden como normales e inherentes a la paternidad.
Tampoco quiero decir que todos los Padres de ahora, sean buenos o que respondan a cabalidad con los quehaceres del hogar, se ha avanzado en la integración de los Padres en la crianza de sus hijos, pero aún muchos asocian los cuidados de los niños como actividades propias y exclusivas de las Madres, debemos seguir avanzando. No es ayuda, es paternidad.
Para los Papás de antes que trabajaban fuertemente para llevar a su hogar el sustento, sacrificando muchas veces hasta la compañía de su esposa y de sus hijos, pero motivados por el deseo de que estuvieran bien y que contaran por lo menos con lo elemental y para los Papás de ahora, que junto a su esposa conforman un equipo que día y noche se ocupan de los quehaceres del hogar, del cuidado y educación de sus hijos y que hombro a hombro trabajan para que su familia este mejor, para todos ellos un muy ¡feliz día del Padre!.
Para mi Padre, un Padre de los de antes, mi eterna gratitud y admiración, porque lo que me ha dado ha sido producto de su sacrificio y siempre ha apoyado mis proyectos y los de mis hermanos, ha sido ejemplo de perseverancia y de constancia, de trabajo y dedicación, un Padre que me ha enseñado valores, a hacer siempre lo correcto y a esforzarme para conseguir mis sueños y anhelos. Dios le bendiga Padre mío, que le permita por mucho tiempo gozar de tranquilidad y de bienestar en el seno y el amor de nuestra familia. ¡Feliz día Papá!
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*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.