Tras las elecciones de 2015, los santandereanos recibieron optimistas los resultados electorales que proponían en el área metropolitana un giro de 180 grados en materia político.
Y no era para menos, en Bucaramanga, por ejemplo, la hegemonía liberal de 18 años se acabó por cuenta de la osada propuesta de acabar la corrupción, la misma que llevó al poder local a un exitoso y veterano empresario: Rodolfo Hernández Suárez.
En Floridablanca fueron derrotadas las tradicionales fuerzas políticas, las mismas que durante 20 años hicieron y deshicieron con el municipio, llegando al punto que ninguno de sus mandatarios terminaba su periodo de gobierno. El artífice: Héctor Guillermo Mantilla Rueda.
En Girón se eligió a un joven dirigente que a pulso construyó una poderosa alianza política con fuerzas por fuera del gobierno. Él, con la idea de proyectar a su municipio por la senda de las grandes obras, logró alzarse con el triunfo: John Abiud Ramírez Barrientos.
Y en Piedecuesta, Danny Alexander Ramírez Rojas logró sacarse la espinita de la derrota obtenida cuatro años antes y, con una campaña sin maquinaria y con una fuerza política por fuera del palacio de gobierno, se presagiaban los mejores tiempos para ese municipio.
De hecho, los primeros meses de gobierno del cuatrienio 2016-2019, las cosas pintaban de maravilla, especialmente entre los tres mosqueteros jóvenes, que le apostaban a trabajar en ‘llave’ para sacar grandes proyectos adelante. Aunque esporádicamente aparecía el mandatario bumangués, considerado como la piedra en el zapato.
Pero los sensibles temas regionales como Metrolínea, inseguridad y El Carrasco, entre otros, que se presentaban como los retos a superar en equipo, terminaron en fracaso y sus logros -en algunos casos- se dieron desde la gestión individual.
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“Mucho tilín tilín…”
Del gobierno de Rodolfo Hernández Suárez se crearon expectativas y la mayoría se quedaron en buenas intenciones. De hecho, su gran apuesta social, los 20 mil hogares felices, fue -al igual que los programas de sus antecesores- un fracaso total.
El entonces alcalde de Bucaramanga aceptó -sin sonrojarse- que la más fuerte de sus promesas de campaña, la de construir 20 mil viviendas para igual número de familias pobres de la ciudad, fue apenas una estrategia para ganar votos.
Su mandato, un experimento absurdo que le impidió construir una verdadera estrategia de desarrollo de ciudad, culminó abruptamente, tras ser sancionado por la Procuraduría, obligándolo a renunciar. Sin duda, una gran decepción política para quienes se creyeron el cuento que era el gran ‘salvador’.
El gran legado de ese mandato, paradójicamente, también fue otro lunar negro de su precaria gestión gubernamental. Durante el tiempo que tuvo el cargo de Alcalde, en vez de dedicarse a gobernar, a gestionar recursos para las inmensas necesidades de los bumangueses, Hernández se dedicó a despotricar de sus opositores políticos, del gobierno central y muchas veces, hasta de su propio equipo de gobierno.
Como parte de su agenda de insultos contra quienes pudieran producirle ‘likes’ en Facebook, estuvieron sus mismas colegas alcaldes del área metropolitana, con quienes nunca hizo trabajo en equipo. Además, intentó en varias oportunidades marcarles las rutas de sus gobiernos, como si él fuera ejemplo de eficiencia. Entonces, los problemas regionales nunca lograron tener solución, porque Rodolfo siempre quiso imponer su ley.
Hernández Suárez, a través de su movimiento significativo de ciudadanos ‘Lógica Ética y Estética’ logró derrotar por menos de cinco mil votos al liberal Carlos Arturo Ibáñez Muñoz, en unas justas donde participaron cuatro candidatos y donde se registraron 267.907 sufragios.
Se terminó la maldición
El primer gran logro de Héctor Mantilla Rueda durante su administración en Floridablanca fue conseguir lo que ningún alcalde de su municipio pudo hacer los últimos 20 años: terminar invicto su periodo de gobierno.
La amañada contratación, la falta de inversión pública y la poca figuración del municipio dulce en escenarios educativos, de infraestructura, turísticos y sociales, fueron entre otras partes del cáncer que carcomía la segunda ciudad del área metropolitana.
La falta de liderazgo para afrontar los temas relevantes y los débiles planes de inversión que nunca se ajustaron a la realidad del municipio, fue lo que llevó al traste el historial de los gobiernos a partir de Luis Eduardo Rodríguez. Una supuesta maldición de ingobernabilidad había caído allá.
Con el joven Mantilla las cosas tomaron otro color y esta vez el miedo fue diferente: su juventud puso a los escépticos literalmente a esperar un milagro. A medida que avanzó su administración, las grandes obras de transformación se tornaron por primera vez como una realidad materializando las promesas de pasados contendores que solo dejaron diseños mal proyectados y sin recursos para iniciar.
Los Intercambiadores de Fátima, Papi Quiero Piña, el inicio de la construcción del Parque Internacional del Parapente, la terminación de la universidad pública UIS son parte del paquete de inversiones que le cambiaron la cara a Floridablanca.
Haciendo de tripas corazón con su presupuesto, haciendo gestión ante Ministerios y terminando contratos de larga duración como el de las Fotomultas, Mantilla les calló la boca a sus detractores.
Logrando el apoyo de los gobiernos nacional y departamental, logró entregar el Tercer Carril TCC Molinos, la pavimentación completa de la vía hasta Rosablanca desde Puente Rojo y la realización de más de 300 pequeñas obras en barrios y veredas.
Conservó el segundo lugar como la ciudad más educada y sobre el escritorio logró reunir premios y reconocimientos de organizaciones y fundaciones internacionales que dieron fe de la planeación que logró transversalizar las acciones de la población más vulnerable.
Y contrario a la cotidianidad de su par de Bucaramanga, de criticar a los demás, se dedicó a meterle el hombro a temas como la inseguridad, a atender el déficit de vivienda, a cumplirle a los niños con su Programa de Alimentación Escolar (PAE) que en años anteriores había sido duramente cuestionado y así mismo revivir elefantes blancos como el mega colegio Rio Frío, la UIS Floridablanca, Altos de Bellavista (hoy Villa Renacer) entre otros.
La llegada de quién se convirtiera en el alcalde más joven de Latinoamérica en ese periodo, le devolvió el optimismo a los florideños. Especialmente porque a su alrededor estaban de fuerzas independientes.
Su elección fue contundente, en términos de apoyo popular. Con su grupo significativo de ciudadanos ‘Renace Floridablanca’ obtuvo 51.392 sufragios (la más alta en la historia electoral de la dulce), 12 mil más que el conservador Edgar Higinio Villabona Carrero, quien además tuvo el apoyo de los partidos tradicionales. Para esas justas se inscribieron tres candidatos y se alcanzaron 107.271 votos.
‘Cría fama y échate a dormir’
Por los lados de Girón, las cosas no concluyeron tan bien, como en Floridablanca. Aunque el sofisma de las grandes obras generó gran expectativa -muchas de las cuales se hicieron realidad- los escándalos de corrupción, de mal manejo de los recursos, del exagerado endeudamiento, terminó afectando la gestión de John Abiud Ramírez Barrientos.
No se puede desconocer la transformación que en materia de obras de cemento que logró la Villa de los Caballeros durante esos cuatro años. El municipio entró a la era de mejores vías, se volvió moderna a los ojos de los colombianos, le llevaron soluciones a las grandes necesidades, proponiendo a este municipio de segunda categoría como un protagonista principal.
Y, aunque al municipio no le fua nada mal, a su alcalde sí. El escándalo de la multimillonaria fiesta ofrecida por Ramírez (se calcula que costó $400 millones), incluyó francachela, comilona y la presentación de Silvestre Dangond. Ese desafortunado impasse lo puso en el ojo del huracán, pues los medios, la opinión pública y los entes de control, aún se preguntan de donde salió la plata para festejarle los 15 años a su hija.
El otro espinoso tema, que desdibujó la administración de Ramírez, es la situación financiera en la que dejó al Municipio. De hecho, el no pago de un crédito de tesorería que adquirió esa administración, por $25.768 millones para inversión, tiene hoy a Girón al borde de la quiebra. Aún no se conoce el monto de la deuda que el municipio tiene con los bancos y los concejales de la localidad han criticado que no se tenga un manejo claro de las finanzas y el déficit, este último, la herencia del exalcalde.
Y como si eso fuera poco, John Ramírez ha querido hacerse al escenario electoral contra viento y marea. Producto de su ansia de poder, puso como alcalde de bolsillo -y con excelente votación- a Carlos Román, pero esa elección fue anulada por doble militancia. Luego impuso el nombre de su exesposa Yulia Rodríguez, pero la eligió con tan solo el 25 por ciento de la votación que había obtenido Román. Eso significa que ya no cuenta ni con el cariño ni con el apoyo político de antes, producto que at dos sus aliados les ha quedado mal.
A través de su coalición ‘Somos Girón’ -de la que también hizo parte la fuerza electoral del alcalde en ejercicio, Héctor Josué Quintero- John Abiud obtuvo 39.850 votos en las elecciones de 2021, más de 28 mil sufragios que su inmediato competidor Orlando Monsalve Camacho. En esa contienda votaron 63.770 gironeses.
‘La cama vacía’
El entonces alcalde de Piedecuesta, Danny Alexander Ramírez Rojas, realizó una gestión de gobierno débil, con resultados que no lograron cautivas a sus ciudadanos. Producto de ello, terminó gobernado solo, porque la mayoría de las fuerzas políticas que lo apoyaron, terminaron abandonándolo.
Ramírez Rojas no fue de grandes shows mediáticos, pero no fue porque no quisiera, sino porque las grandes obras que anunció que realizaría, no alcanzaron a materializarse. Los piedecuestanos debieron conformarse con obras de baja intensidad, en algunos barrios y veredas.
Solo se registran programas impulsados y financiados por el gobierno nacional, inversiones que le dieron en parte una dinámica de desarrollo, pero es claro que su trabajo para conseguir plata por fuera, también fue ineficiente.
Producto de ese mandato poco visible e infructífero, Danny perdió el control electoral del municipio, hasta el punto que no pudo elegir a su amigo del alma Jorge Armando Navas Granados para que lo sucediera. Los electores tomaron la decisión de darle la mano a Mario José Carvajal, como queriendo subsanar la posible equivocación de 2015 al elegirlo a él, antes que a Mario José.
Danny logró con su grupo significativo de ciudadanos ‘Piedecuesta proyecto de todos’ obtener 41.528 sufragios, casi 17 mil más que su inmediato competidor Mario José Carvajal Jaimes. En esa ocasión votaron 69.429 piedecuestanos.
Lo que viene
De futuro electoral promisorio que se proyectaba, de los cuatro exmandatarios solo uno de ellos parece tener posibilidades a mediano plazo: Héctor Mantilla. Los otros tres, aunque intentan patalear, las posibilidades para volver a ser protagonistas en próximas contiendas electorales parecen desvanecerse.
Mantilla, con su hoja de vida al terminar su gobierno, lo condujo a vislumbrar su participación en el Gobierno del presidente Duque como viceministro del Transporte. Pero sus enemigos hicieron señalamientos quienes les pasaron una factura silenciosa y no logró llegar a esa cartera por ‘envidias’ como lo definió él mismo a los medios de comunicación.
Luego de ese fallido intento, una nueva puerta se abrió esta vez como diplomático en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) como jefe de gabinete del organismo internacional integrado por países como Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú. Su actividad productiva en el área de los convenios internacionales, un poco desconocida en el panorama de Santander, lo dispone ahora para llegar al Congreso de la Republica por el partido Conservador, el origen de un joven que desde el colegio San Pedro con sus cualidades de orador, líder y miembro de las juventudes de su partido. Sin duda, queda un largo camino por recorrer para este abogado santandereano.
Por su parte, Rodolfo Hernández, aunque mantiene su cantaleta de ser candidato presidencial, pese al mal gobierno que hizo en Bucaramanga, su mal comportamiento como servidor público lo tienen ad portas de sacarlo de unas elecciones que aún no han comenzado.
Al salir de su Administración, John Ramírez fue elegido Director Administrativo de la Cámara de Representantes, en una designación duramente cuestionada por posibles negocios por debajo de la mesa y en su último proyecto electoral, el de su exesposa Yulia, perdió buen terreno electoral ganado. Por eso le apostará a construir una candidatura a la Cámara, como parte del compromiso con el Partido de la U para acceder al cargo que hoy ostenta.
Y Danny Ramírez no encuentra lugar en ninguna colectividad para su proyecto de Cámara. La coalición de la que hace parte la Alianza Verde no lo aceptó y ahora espera que otro partido le abra un espacio para su idea de ser congresista.