Por: Roberto Aponte/ El año pasado por estas fechas publiqué una columna sobre la planta Speletia Grandiflora, cuyo nombre hace alusión a su magnificencia. Pero quiero volver a recalcar la importancia y riesgos que sufre el páramo como ecosistema, ya que la lucha para protegerlo es constante, debido a varias amenazas.
En estos días de temporada seca, se ha incrementado en un corto lapso de tiempo, los incendios forestales, ya que se han presentado más de trescientos casos en el país. Siendo originados por las altas temperaturas combinado con ciertas prácticas descuidadas como quemas o dejar basuras, a su vez alimentan este círculo vicioso ya que el humo genera dióxido de carbono, uno de los compuestos químicos que causan el efecto invernadero.
Por esto hay que implementar una adecuada gestión de riesgo, para no solo realizar un control adecuado y oportuno de los incendios, sino también prevenirlos. Aunque el calor sea el principal incordio en estos días, las recientes avalanchas o deslizamientos son síntoma de las falencias en prevención de desastres en algunos lugares, resaltando el hecho de que en esta temporada las lluvias han sido ocasionales.
La protección de los ecosistemas debe ser componente clave de los planes de gestión de riesgo, poniendo como ejemplo más directo los beneficios de los bosques; como generación de microclima, retención de agua, barrera cortavientos y estabilización del suelo. Todas estas cualidades son necesarias para prevenir la erosión, y a su vez evitar que se presenten deslizamientos. Además de que debe evaluarse los efectos de los bosques a nivel mundial como principal mecanismo de prevención del calentamiento global.
En el páramo, aunque no existan árboles como tal, las plantas presentes allí y las condiciones de este ecosistema son necesarias para el bienestar de la gente que vive bajo la montaña. La consigna “Agua si, Oro no” es la prueba de que muchas personas son conscientes de la importancia de este ecosistema y ponen la calidad del agua por encima de un supuesto bienestar económico.
Para mantener un mundo en armonía es necesario que las leyes y regulaciones nacionales profundicen en la naturaleza como un bien común. Y para manifestar esto es necesario ampliar la información conocida, ya que todas las comunidades, que debido a su ubicación geográfica o actividades económicas pueden obtener beneficios de la naturaleza de diferentes maneras, pero también verse afectadas de múltiples formas, algunas directas, otras hasta cierto punto impensables a causa de alteraciones ambientales que ocurrieron en un lugar bastante alejado al cual se manifiestan las consecuencias.
El ser humano debido a su inteligencia, ejerce control sobre la sociedad y la naturaleza y por eso, se ha valido de las letras para poder ejercer ese dominio, pero también ha usado las letras como un mecanismo de control.
De esta forma, quienes luchan en la batalla por el medio ambiente, además de utilizar conocimientos que permita entender mejor la naturaleza y gestionar procesos sostenibles; también se valen de dichos conocimientos para formular leyes que garanticen una adecuada protección del medio ambiente.
De cierto modo algunas normas podrían considerarse bastante laxas, además de que el ser humano puede valerse de estas para sus propios beneficios, pero mientras existan, habrá una base para los deberes del ser humano con el bien común.
Y de este modo los ambientes legislativos se han convertido en el campo de batalla para todo tipo de debate sobre temas que ponen a juicio la ética y la coherencia del ser humano, incluyendo el tema ambiental.
A pesar de que existe un enorme desacuerdo contra la megaminería en varias regiones del país, todo queda en manos de un papel, aquel destino depende de un documento conocido como “Licencia ambiental”.
Para salvar el medio ambiente se requieren de acciones contundentes, y la planificación es una fuerte base para lograrlas, tanto en los planes de gestión de riesgo como en los planes para la protección de ecosistemas y las normas que lo sustenten y es necesario tener conocimiento y a su vez un fuerte sentido de sensatez hacia la gran madre naturaleza, para poder generar un gran aporte en la protección del entorno en el cual vivimos.
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