Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serano/ Me gustaría iniciar esta columna citando a uno de mis escritores favoritos, Jorge Bucay, que expresó lo siguiente: «Si no aprendemos a soltar, si no dejamos ir, si el apego puede más que nosotros y nos quedamos ahí atados, pegados a esos sueños, fantasías e ilusiones, el dolor crecerá sin parar y nuestra tristeza será la compañera de ruta.»
Por años, he sido amante de los procesos y ciclos de la vida, sin explicación alguna dedique mis años de adolescencia probar muchas teorías a través de ejercicios sociales, pero siento que me atasque en una etapa de mi vida, en la que me di cuenta que me hacía daño al haber dejado mi corazón en manos del viento, mostrando siempre lo mejor de mí, sé que es extraño leer una relato en primera persona, pero como soy mi mejor ejemplo y el que literalmente, tengo a la mano, quiero usarme para esta columna.
Llegue a sentir que no tenía valor ser quien era porque siempre esa trasparencia iba a ser rechazada, intente encajar en muchos lugares haciendo lo mismo que muchas otras personas hacían, intente muchas cosas, pero siempre volvía a un mismo lugar, no debía cambiar nada, debía seguir siendo yo.
Finalmente, y siendo esta una confesión, 15 años después, me hubiese quedado con mi yo de hace unos años, libre, lleno de amor y no es que hoy no lo sea, solo que, me costó mucho entender que esa persona nunca murió, quizá la sepulté por miedo a mí misma, miedo a no poder encajar, tantos miedos que tenía y venir a darme cuenta de que, ya ese miedo no está, que estuve pensando en tiempo pasado.
Estuve quejándome de lo que yo era, no queriendo hacerme consciente de que era lo que yo había decidido, así que me di cuenta de que me quedé con el discurso soñador, en el que en mi propio mundo era solo mi verdad, una verdad con grietas, porque era cierto que me había quedado con el dolor, pero también era cierto, que tenía una vida que construir.
Ese es el problema de quedarnos atados al dolor, que solemos perder el norte y la noción de la realidad, realmente no se si esta historia alguien más la comparta conmigo, solo sé que, desde este primer plano, quiero darme permiso de soltar, sanar y crecer, no quiero seguir cargando una historia, en la que no soltar es una opción; sino que me permita entender, las razones por las que por mucho tiempo no quise hacerlo y, ahora por mi paz, entiendo que merezco libertad y sanidad emocional.
Me quedo con la mejor parte de esta historia, en la parte en que, reconozco que estoy dispuesta a soltar, para sanar y dejar libre mi ser, para trascender en el conocimiento del hoy, para comprender que siendo libre puedo construir la libertad de otros.
Y tú, ¿qué idea equivoca de ti estas cargando? ¿Estás dispuesto a soltar?
…
*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
Facebook: RuthSCata
Twitter: PsiRuthSCata
Instagram: ruthscata