Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P./ El termino caudillo lo entendemos en Colombia como un liderazgo político sobre masas de seguidores; se inmortalizó en la letra de la famosa canción colombiana A quien engañas, abuelo que se popularizó primero en la versión de Garzón y Collazos y luego en la de Silva y Villalba. En ella, el compositor Arnulfo Briceño escribe con claridad que, “Aparecen en elecciones unos que llaman caudillos, que andan prometiendo escuelas y puentes donde no hay ríos”. Cualquier parecido con la realidad actual no es coincidencia.
Después de tantos años, aún aparecen de la nada esos caudillos de derechas e izquierdas y hasta de centro. Lo curioso no es que aparezcan, sino que seguimos creyendo en ellos, seguimos votando por ellos, seguimos discutiendo y dividiéndonos en nombre de ellos. Seguimos en la Patria Boba.
Tal vez aún no decidimos si realmente queremos ser independientes o si nos gustaría seguir siendo colonia. Quizá es cierta la teoría de Enrique Serrano y mantengamos a flor de piel esa marca de España. Aún si esto fuese así, no entiendo cómo seguimos repitiendo año tras año el mismo error; nos pasa como las doncellas que narra Serrano en El ahogado de Alcántara que parecen “escoger a los hombres más bellos, no porque los amen, sino porque aman a los hijos que podrían tener con ellos”. El problema es que nosotros escogemos a los candidatos que parecen más bellos (gracias al marketing) pero que en realidad no lo son y terminan procreando engendros.
Nuestros caudillos a veces tienen parecido con el español que tuvo ese título junto con el de “generalísimo”. Las orillas siempre se parecen, sería muy difícil diferenciar entre el ángulo superior derecho del ángulo inferior izquierdo de un cuadrado, así de difícil se torna a veces la elección del recuadro correcto del próximo tarjetón.
Pero, ¿Cuál es el problema de que se elija un caudillo?, ¿acaso no está bien que un gran líder sea el presidente de la república? Además, si no es un caudillo, ¿qué tipo de líder o lideresa nos vendría mejor?
El gran inconveniente está en que para que el Estado social de derecho funcione requiere una democracia sólida, democracia que solo se puede construir con liderazgos que superen sus propios egos para dar cabida a la construcción del bien común. Se requieren liderazgos que abran los ojos a los verdaderos problemas que aquejan la sociedad colombiana.
Es tiempo de darnos cuenta que aún vivimos en la sociedad descrita por Soledad Acosta de Samper en su novela Dolores. Una sociedad “bárbara” donde tenemos niveles de exclusión por aquellos pobres desgraciados que hoy no catalogamos de “lazarinos” pero quizá sí de “desechables” o “descartables”. Una sociedad donde la educación de calidad sigue siendo para privilegiados y donde el campesinado sigue sometido a las pocas migajas que dejan los intermediarios.
“A unos los matan por godos, a otros por liberales” es otra de las frases dicientes de la canción con la que empezamos este escrito. Hoy siguen separándose familias y amenazando a quienes no están en el bando del caudillo que se sigue, parece que la masa seguidora se convierte con facilidad en horda por la defensa de su líder. Lo importante es ganar, no importan los medios y una vez se gana, lo importante son las ideas del caudillo no el bien común.
Hace quince días advertía que el problema con el otoño de los patriarcas es que no terminamos de creerlo y por eso, terminamos necesitando una figura que lo remplace. Allí es donde los caudillos aparecen con más fuerza, son los nuevos patriarcas.
Apuntaciones:
- Vergonzosa la actuación de uno de los patriarcas más conocidos del país haciendo comunicados sobre un posible fraude electoral y pidiendo el aplazamiento de las elecciones. Sería bueno recordarle que el último fraude (no del todo comprobado) parece que fue cometido por otro caudillo con su mismo apellido: Pastrana.
- Del gran “debate” de hace un par de días solo queda demostrado que a esta altura la discusión entre candidatos sigue zanjado en los mismos puntos y que entre otras problemáticas, la educación no hace parte del centro de ninguna de las campañas ni menos de las preocupaciones de los periodistas.
- El próximo domingo son las elecciones, por favor no olvidemos llevar la conciencia junto con la cédula.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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