En Bucaramanga, la atención que brinda la EPS Sanitas a personas que viven con lupus, cáncer, VIH, artrosis, artritis y con enfermedades autoinmunes ha desmejorado notoriamente.
Por: Diego Ruiz Thorrens/ En el departamento de Santander cada día se hace común escuchar las múltiples quejas de los usuarios de las distintas EPS por razones disímiles. Aclaro, no todas las EPS prestan un mal servicio, pero aquellas que sí lo hacen, desafortunadamente cuentan, no centenares sino miles de usuarios, por lo que las quejas brotan a borbotones.
Algunas de estas instituciones prestan, medianamente, un buen servicio. Otras EPS prestan un servicio que, literalmente, se acercan a lo nefasto. Y existe pocas (muy pocas) que prestan tal servicio que rallan en la criminalidad.
Para muchos usuarios de la EPS Sanitas (especialmente, para todas y todos aquellos con enfermedades catastróficas y/o de alto costo), la prestación del servicio de la EPS (e IPS contratadas) es, por decirlo de alguna forma no vulgar ni grotesca, una experiencia ‘surrealista’: las demoras en la atención en salud son brutales, la entrega de medicamentos son una tortura y la solicitud para exámenes especializados, (autorización con profesionales médicos, especialistas y cirugías) son demoradísimas.
Son las 6 AM (hoy es martes) y la línea de personas que presentes en la Carrera 33 con calle 54 que vienen para solicitar aprobación de autorizaciones (citas médicas, medicamentos, traslados – portabilidad, entre otros); que buscan reclamar por negación en servicios (ordenes que fueron canceladas, que vencieron o que no cuentan o contaban con los profesionales/especialistas médicos disponibles porque estos no han sido contratados y/o porque las IPS no prestan ese servicio); personas que viene con tutelas y (no pocos) desacatos, entre otras, es abrumador. Afuera, mientras se hace la espera, se encuentran vendedores de tinto, mecato, cigarrillos y dulces para matar el tiempo, y con el pasar de los minutos, la cantidad de gente que va llegando, se acumula.
Una señora (de aproximadamente unos 65 años de edad), me comenta que la escena del día de hoy es ‘normal’: “no mijo, esto no es nada”, me dice observando mi cara de incredulidad. “¿Quiere usted sentirse realmente incómodo? Mire a los viejos y los abuelitos que vienen solos, personas que, se suponen, tienen derecho a una atención ‘prioritaria’ pero a quienes muchas veces les toca aguantarse el sol, la lluvia y la multitud”. Lo que decía era cierto. En la línea había personas que, claramente, eran personas mayores, aunque algunos (no todos) parecían venir acompañados por quienes podían ser hijos, sobrinos o nietos. La verdad eso me inquietó.
Le pregunto la razón por la que se encuentra allí a esa hora de la mañana. Me dice que la farmacia contratada por la EPS (Cruz Verde) no le brinda su medicamentos para la diabetes (acepto que olvidé preguntarle el tipo de diabetes tenía, si diabetes 1 o 2), que cuando iba a reclamar medicamentos debía aguantarse horas esperando al sol y a veces la lluvia y que ese ‘bloqueo’ (término de la señora) en la entrega de medicamentos (que ya no había, que no estaba disponible o que la estaban ‘llamando’ para informarle cuándo estaba disponible) ya la está desesperando al punto de deprimirla. “Yo cuento con múltiples enfermedades, soy paciente poli – medicada (es decir, que toma varios medicamentos al día) y dependo de medicación para poder comer bien, respirar y hasta moverme. Y, así como yo, hay muchos más pacientes”.
Mientras iba pasando el tiempo, una segunda señora (quien precisamente se encontraba detrás de nosotros) nos comentaba que ella estaba porque llevaba varias semanas buscando la autorización para su hija, joven mujer que, según palabras de la señora, se encontraba bastante grave. Quizá por respeto al dolor de la señora, por decoro o por simple olvido, ni la señora ni yo preguntamos qué enfermedad tenía su hija. Solo preguntamos, casi al unísono cuantas semanas habían transcurrido desde que comenzaron sus problemas. No informaba que el nudo se daba entre la IPS, la EPS, la farmacia y algunos de los profesionales que le brindaban atención a su hija, cada uno ‘tirándose la pelota’ y responsabilizando a la otra de no hacer lo suyo. Mientras tanto, pasaban los días, las semanas y ya los meses, y la calidad de vida de su hija (y la de ella misma) venían en rápido y preocupante decaída.
En Bucaramanga, la atención que brinda la EPS Sanitas a personas (del área metropolitana y municipios aledaños que reciben atención aquí en la ciudad) que viven con lupus, cáncer, VIH, artrosis, artritis y con enfermedades autoinmunes ha desmejorado notoriamente, y esto tiene un impacto brutal en las personas que día a día encuentran más y más barreras para tener un mínimo de calidad de vida. ¿Hasta cuándo debe seguir esto? ¿Qué necesitamos que ocurra para que finalmente todo cambie?
Si usted es víctima de mala atención por parte de su EPS y/o IPS, comparto el siguiente link para así conocer cuáles son los mecanismos que existen para la exigibilidad de derechos y el tiempo que estas instituciones tienen para brindar una respuesta a la necesidad/solicitud/derecho de petición de los pacientes:
Formule su petición, queja, reclamo, sugerencia o denuncia: link
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*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del posconflicto de la Escuela Superior de Administración Pública – ESAP Santander
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