Por: Jairo Vargas León/ ¿Como puede haber hechos de valor? Al fin y al cabo, carecemos de órgano sensorial para percibir los valores. Podemos explicar cómo percibimos el color amarillo porque tenemos ojos, pero, ¿qué órgano sensorial percibe los valores?
La debilidad de este argumento reside en su ingenuidad acerca de la percepción. Si bien las percepciones de amarillo pueden presentar de hecho un grado mínimo de información conceptual incluso la percepción del color parece presuponer, no la mera posesión de ojos, sino un proceso de adquisición de la habilidad de discriminar los colores.
Análogamente cabría preguntar: ¿Cómo podemos llegar a distinguir que alguien está eufórico? Al fin y al cabo, carecemos de órgano sensorial para percibir la euforia. El hecho es que podemos decir de otras personas que están eufóricas, y a veces incluso podemos ver que lo están, pero solo cuando previamente hemos adquirido el concepto de euforia.
La percepción no es inocente: consiste en ejercitar nuestros conceptos en apropiar lo que Kant llamaba nuestra “espontaneidad”. Una vez que he adquirido el concepto de euforia puedo ver que alguien está eufórico y, de modo similar, una vez que he adquirido el concepto de persona simpática, maliciosa o amable puedo ver a veces que alguien es simpático, malicioso o amable” [1]
En la infancia experimentamos la comida, la bebida y los cuidados como “buenos”, y el dolor, el hambre y la soledad como “malos”; a medida que nuestras experiencias se multiplican y se vuelven más, también lo hacen los grados y matices del valor. ¿Qué es lo que hace que algo sea valioso en oposición a que sea algo meramente valorado?
En este contexto se corrobora que los valores son importantes en la medida en que contribuyen a que la sociedad construya pensamientos e imaginarios colectivos y por supuesto ayudan al ser humano a su crecimiento personal, emocional, socioeconómico.
Cada Nación tiene una narrativa que se expresa en relatos, mitos, leyendas, paradigmas que nos definen como sociedad. Esta tradición se va transmitiendo entre generaciones y explican nuestros orígenes; valorar estos elementos nos permite comprender ideas, imágenes y los símbolos que nos unen, aquellos comportamientos cotidianos que nos vinculan a un pasado y que a su vez visualizan nuestro futuro.
Es por ello que la encuesta mundial de valores-EMV realizada en Colombia entre el 30 de noviembre y 22 de diciembre de 2018, aplicó un total de 1530 encuestas a personas mayores de 18 años, habitantes de zonas urbanas y rurales de todos los niveles socioeconómicos y departamentos del país.
La EMV surge como un instrumento importante de medición de los valores humanos de la sociedad, es un proyecto de investigación global que analiza la evolución y cambio cultural en distintas sociedades, para auscultar los valores de las personas, creencias, con el fin de medir su impacto en el desarrollo económico, social y político en un país.
La encuesta abordó distintos frentes. Entre sus aspectos más destacados se relacionan los siguientes resultados:
1- La familia y la espiritualidad
los colombianos manifestaron sentirse felices (89%) y orgullosos de vivir en el país (80%); sin embargo, la gran mayoría aseguró no sentir interés en temas políticos (72%); La familia (99%), el trabajo (97%), el tiempo libre (89%) y la religión (77%) son los componentes más importantes en sus vidas diarias.
2- Bienestar en medio de la incertidumbre material
La mayoría de los encuestados manifiesta ser muy feliz y tener un buen estado de salud. El 80% dice estar muy orgulloso de ser colombiano. 8 de cada 10 destacan la importancia de la religión en su vida. La satisfacción con la situación económica (6.61%) es menor que la satisfacción con la vida en general (8.16%).
En general, se registran situaciones de estrés social por no haber tenido suficiente comida, haberse sentido inseguro frente a posibles delitos en casa o no tener una casa en la cual vivir seguro. La falta de dinero ha sido un problema para las clases media y baja.
3- Confianza en las instituciones
La confianza en las instituciones al igual que el capital social y la participación registran una tendencia descendente, la confianza en la familia es de un (90%), hacia los vecinos el grado de confiabilidad es de un (44%), respecto a la pluralidad religiosa la actitud de aceptación hacia otras corrientges religiosas es del (33%), frente a la migración creciente su tolerancia de aprobación a personas de otra nacionalidad es del (30%), más diciente es la postura frente a las personas que conocen por primera vez su confianza es de tan solo un (5%).
Los tres sectores sociales consultados, esto es: popular, medio, alto, coinciden en registrar una desaprobación, aversión en muchos eventos hacia los sindicatos (10%), al congreso de la república (5%) y a los partidos políticos un (5%) ello evidencia el grado de deslegitimidad de instancias que su rol corresponde a un proceso de representación y participación ciudadana en el marco de un mandato delegatorio.
No obstante, la institución con mayor confianza es la iglesia con un (52%) pese a los reparos sociales que se le han formulado por los asuntos de pederastia, sigue siendo un referente simbólico de credibilidad para la sociedad colombiana.
4- Capacidad de género, seguridad y ética
El 45 % de los hombres aún piensa que si una mujer gana más que su pareja puede haber problemas en el hogar, ello denota las prevenciones de una subcultura de inseguridad, de intolerancia y de indisposición a que la mujer sea conductora de la sociedad.
El nicho urbano que es el espacio de un entorno seguro y saludable la mayoría de los sectores sociales considera que el lugar de residencia es percibido como el espacio más inseguro, el (55 %) de los sectores populares manifiesta sentirse inseguro en su barrio, entre tanto la clase media ubica la inseguridad en un (41%), y la denominada clase alta estima su inseguridad en un (29%)
El referente sobre la ética es más significativo existe la percepción de una corrupción generalizada y de bajo desempeño estatal. Todas las clases sociales coinciden en que existe mucha corrupción en Colombia, 9 de cada 10 colombianos piensan que es así. Los encuestados consideran que el pago de sobornos es una experiencia frecuente para la gente común (50%). El 81% de los encuestados considera que los más involucrados en actos de corrupción son las autoridades estatales, seguida de las autoridades locales (77%), los prestadores de servicios (70%) y los ejecutivos de negocios (68%). A ello hay que anotar que la auditoría general de la república ha registrado que de las 63 contralorías territoriales en el país sus resultados son bastante deficientes, por cada $1000 del presupuesto asignado a las contralorías territoriales solo recuperan $40; el inventario de “elefantes blancos” en el país da cuenta de la corrupción y de la ineficacia en lo público y privado. La ética nos convoca como sociedad a establecer con claridad “la diferencia entre lo que tienes derecho a hacer y lo que es correcto hacer” (Potter Stewart).
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*Abogado-Economista, Magister en filosofía, Doctorando en Derecho, Docente Universitario
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Putnam Hilary, El desplome de la dicotomía hecho-valor y otros ensayos. pág. 123. Edit. Paidos