Por: Diego Ruiz Thorrens/ Finaliza (¡por fin!) el 2020 y el 2021 aterriza sin la fuerza o entusiasmo que sentimos en años anteriores. Históricamente, la aproximación de un año nuevo era motivo suficiente para emprender nuevos retos y aventuras. Ahora, todo ha cambiado por culpa de la pandemia, tanto pero tanto ha sido el cambio que para muchos la frase más recurrente no será “Feliz Año Nuevo” sino: “2021, sorpréndeme”.
El 2020 no fue un año sencillo. Algunos, sufrimos la pérdida de alguien especial. En el peor de los casos, varias pérdidas. El 2020 no será fácil de olvidar, principalmente porque las secuelas de esta terrible pandemia siguen aún vigentes. El Covid–19 no ha desaparecido, así muchos pretendan y quieran imaginar que ya todo es ‘normalidad’ absoluta.
En medio de tanta tragedia, no logro evitar pensar que todo mejorará. Y créanme cuando afirmo que ‘todo va mejorar’ sin buscar que suene como una frase suelta de cajón o como una de esas expresiones que muchos urgen escuchar: Lo digo con el alma, con el cuerpo, con el dolor en la piel y en el corazón, como un ser que sintió el golpe de la pérdida pero que al mismo tiempo cuenta con gente a la que amo sobre todas las cosas.
Sin embargo, para que esta situación mejore, todos y cada uno de nosotros debemos poner algo de nuestra parte. Por ello, es vital no desconocer ni mucho menor ignorar la realidad: El virus está aquí para quedarse y de él seguirán desprendiéndose un sinfín de aspectos que continuarán afectándonos, desde las cuarentenas, las limitaciones en la movilidad y/o la sobreocupación en clínicas y hospitales (como últimamente vienen sucediendo). De todos depende que estos escenarios, o no sucedan, o sean muchísimo menos graves con el pasar de los días.
Actualmente tenemos mayores herramientas para luchar contra esta gigantesca sombra que busca engullirnos. A pesar que el 2021 viene con la meta de la vacunación, impactando el más amplio número poblacional (corrijo, de todas aquellas personas que decidan vacunarse, personas que no se enajenaron o dejaron arrastrar por teorías vacuas y/o conspirativas), posterior a este logro quedará esperar la respuesta de la inmunización colectiva. Ya falta poco, solo debemos resistir y mantener lo que ya hemos conseguido.
Debemos ser consciente de los riesgos y peligros que seguimos enfrentando. Motivar la protección y el autocuidado. Por esta razón, cada vez que salgo a la calle, a pesar de cumplir con todos los protocolos de bioseguridad, el primer escenario que me llena de molestia es encontrar personas que dejaron de utilizar tapabocas porque, según algunos, ese pequeño ‘instrumento’ representa perder algún tipo de privilegio o libertad. El otro escenario es encontrar gente que dice usar protección, pero de adorno (cargando el tapabocas en el cuello, mentón o simplemente entre las manos) como respuesta de ‘encajar’ en lo ‘políticamente correcto’ y no como un verdadero deseo de (auto) protección y de proteger a los demás.
Por este motivo, por mi propia seguridad y la de mis seres queridos, decidí reducir mis salidas a la calle, únicamente a lo necesario. Tampoco visitaré a mis familiares. Además, decidí dejar de molestarme y preferí autoevaluar mi incomodidad y mi rabia. Para mi infortunio, descubrí que éste es un reflejo, una respuesta, que encubre mi tristeza en la humanidad, en todos aquellos que les vale madre si otros enferman con tal de mantener intacta su ‘libertad’.
Soy consciente que cuento con el privilegio de resguardarme, de confinarme. Gracias a las enseñanzas de mi madre, aprendí a vivir con lo justo, con lo estrictamente necesario, enseñanza reforzada por la escasez y por los retos que dejó en mí (y en muchas personas más) la pandemia.
Quisiera finalizar este artículo expresando que mi objetivo no es aleccionar o instruir a otros a cambiar su modo de pensar. Es invitar, libremente, a la reflexión. Insisto: Falta poco para despertar de esta pesadilla, y para salir adelante, debemos tener la suficiente paciencia, la sabiduría y la voluntad de auto – cuidarnos, cuidando así de los demás.
Empecemos de nuevo. Dejemos atrás, poco a poco, el dolor que nos dejó la pandemia.
Todo va mejorar.
Feliz Año Nuevo para todos.
*Estudiante de maestría en derechos humanos y gestión de la transición del posconflicto de la escuela superior de administración pública – ESAP Santander.
Twitter: @Diego10T
Facebook: Santander VIHDA