Por: Luis Carlos Heredia Ordóñez/ En los próximos días inicia una nueva temporada de elecciones presidenciales en Colombia, que se ha caracterizado principalmente por los discursos agresivos y en especial el surgimiento de discursos del odio que han destruido la tranquilidad y la paz de los colombianos.
Se ha creado una horda de seguidores de muchas campañas que cegados por el fanatismo de caudillos que con ideas absurdas y con populismo y evidentemente con la maquinaria de la desinformación, amenazas a contratistas y funcionarios que deben llevar votos a sus líderes políticos, se ha convertido en el principal motor de campañas políticas y la democracia nacional.
De igual manera, las elecciones presidenciales en Colombia han mostrado la facilidad de los colombianos para crear discursos del odio y en especial poner etiquetas para insultar y violentar una de las principales libertades ciudadanas: el derecho a elegir y ser elegidos para cargos de elección popular.
Es lamentable, que la visión política de los ciudadanos colombianos está basada en los discursos partidistas, y en especial en la polarización política como en la época de la ‘Guerra de los mil días’ o el conflicto armado colombiano que desde los años 30s.
La visión de la política polarizada y violenta, ha venido desangrando a generaciones de ciudadanos, sencillamente por discursos y rencillas políticas, pero también por la eterna puja del poder, para sonsacar los recursos públicos de los colombianos, con acciones corruptas y con prevaricato descarado.
Los colombianos no podemos seguir alimentando este modelo de sociedad fallida que ha violentado el debate político respetable, que han vuelto el debate político, una batalla que termina en la muerte y el asesinato a líderes que han buscado transformar el país de una manera propositiva.
Esta violencia que históricamente se ha vivido en Colombia aún la podemos ver en los años 2021 y 2022, especialmente con el estallido social que demostró de una manera directa, el cansancio de los colombianos por la clase política que dilapida y malgasta el dinero de los colombianos.
Esta misma clase política que no ha entendido, que la reducción del Estado y la burocracia es fundamental para lograr establecer y fomentar el crecimiento económico y el fortalecimiento en la generación de empleo que genera una prosperidad real.
Actualmente vivimos un panorama electoral que ha demostrado que los colombianos no tienen un sentido crítico en las decisiones políticas.
Decisiones electorales están pensadas por la emoción, por el tamal en una reunión política, por una ancheta regalada por el político, que se ilusionan con frases y discursos ventijulieros en donde se vende la idea que un burócrata y un político que vive del dinero del Estado ahora sí va a solucionar sus problemas de los colombianos en su vida diaria.
No se puede creer en una clase política que ni siquiera se ha prestado el servicio militar obligatorio, que no han creado empresa, que no han estudiado en la universidad pública, es una clase política que no sabe los problemas esenciales de los colombianos.
Es hora de que el pueblo empiece a despertar, estimado lector. Además, urge que los ciudadanos se empoderen en contra de esa clase política de izquierda o de derecha, que han usado el populismo de Pactos Históricos, de Equipos por Colombia, o de Ligas de Gobernantes; que de manera descarada engañan con frases de cajón a los colombianos que han sido empobrecidos por un Estado burócrata y corrupto que hasta en contratos de basura intenta robarse el dinero de los contribuyentes.
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Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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