Por: Libardo Riaño Castro/ Nuestro país se ha acostumbrado a recibir pocas buenas noticias en materia política, pues por lo general solo escuchamos ecos de escándalos, corrupción en casi todas las instituciones, políticos investigados por apropiación de los recursos, desvíos de fondos, o peculados, clientelismo, compra de votos en campañas y la generalizada mala administración de los recursos.
Pero ante esta lánguida historia llena de desgracias que a acompañado por décadas, a nuestros partidos políticos; por estos días, la corte constitucional permitió la resurrección del Nuevo Liberalismo, trayendo como consecuencia que ese halo de nostalgia que nos embriaga a quienes en nuestra juventud seguimos las tesis del extinto Luis Carlos Galán Sarmiento, quien lidero las banderas de este partido entre los años 1979 y 1987, este ultimo año; en donde por pedido de del presidente Barco y del líder del Partido, Julio César Turbay, regreso a las filas del liberalismo, donde finalmente fue asesinado por cuenta de la violencia narcoterrorista en 1989.
Pero, ¿qué significado tiene, que el Nuevo Liberalismo nuevamente vuelva a hondear sus banderas?
Para responder este interrogante, creo que debemos hacer algo de memoria histórica, primero para recordar el contexto en el cual el Nuevo Liberalismo nació, lucho y murió, en el candente escenario político de los turbulentos años ochentas y noventas del siglo pasado; segundo, para entender que se propone esta nueva versión en el contexto contemporáneo de la política colombiana, y si realmente esta resurrección, puede ser la clave que le permita a Colombia, destrabar su historia y fundar una nueva en donde el progreso social sea equitativo y les sonría a todos los colombianos por igual.
Empecemos por señalar, que cuando Luis Carlos Galán fundo el Nuevo Liberalismo, lo hizo bajo una premisa que tenia una fuerza descomunal y con una profunda convicción que caló en las mentes y en los corazones de miles de colombianos que le siguieron, esta premisa fue “la de una nueva forma de hacer política”, y con esta tesis, se fue a recorrer el departamento de Santander con su primo Alfonso Valdivieso, y es que esa idea, para ese momento recogió el sentir de los colombianos cansados del vetusto Bipartidismo colombiano, que durante todo el siglo XX, se centro solo en la pugna por el poder, derramando sangre durante la época de la violencia, y posteriormente con el Frente Nacional, fundo una oligarquía dirigente, que excluyo a las demás formas partidistas, como el MRL fundado por Alfonso López Michelsen, la Anapo, fundada por Gustavo Rojas Pinilla, o la Unión Patriótica, del proceso democrático.
Frente a este tradicionalismo segador y miope, que no fue capaz de hacerle frente al conflicto armado guerrillero y al naciente narcotráfico, sumado a los crecientes actos de corrupción, emergió la figura de Luis Carlos Galán Sarmiento, quien desde sus comienzos políticos mostro su temple, su claridad, y su liderazgo, cualidades que se sumaron a su tremenda capacidad de oratoria, y su tesón, frente a la corrupción política que para ese entonces se había unido con el narcotráfico, desencadenando ese binomio perverso y siniestro al cual los colombianos de estas generaciones vimos florecer el Narco-Estado; ante este contubernio, fue que Luis Carlos Galán lucho y se le opuso, pues vaticinó el daño que esta alianza siniestra le haría al país, y finalmente en esta lucha murió en Soacha en 1989, cuando se perfilaba para ser el presidente en las elecciones de 1990, víctima de la guerra que la mafia del cartel de Medellín impuso para evitar su extradición.
Esta imagen del Nuevo Liberalismo, como una fuerza diferente que se salía de los cánones del liberalismo tradicional, porque lo acusaba de haberse convertido en una vertiente más del conservatismo y que pisoteaba las ideas originales del liberalismo clásico: Igualdad, Libertad y Responsabilidad, que debían ser los pilares del liberalismo como doctrina política que liderara la transformación social de la nación, y qué, además, había caído en la trampa de la corrupción y del clientelismo, por eso Luis Carlos Galán, encarno para los colombianos de los ochentas y los noventas, la política joven, fresca, honesta, de cambio y de respeto por la igualdad ante la ley, pero antes que nada, que esa ley se fundamentara en un poder emanado de un Estado Coherente, democrático y por sobre todo, que fuera un ente de servicio para el colombiano y no, un nido de hampones y de corrupción.
Hoy en esta nueva versión del Nuevo Liberalismo, no esta la figura preponderante de Luis Carlos Galán, que, para muchos, todavía no tiene parangón político alguno, y cuyo liderazgo es un icono del siglo XX.
En este nuevo resurgir, están sus hijos, y quienes apoyan las ideas liberales originales, y ante esta nueva contienda política por la presidencia que se avecina en el 2022, celebramos que el Nuevo Liberalismo sea el refugio ideológico, para los que no hacemos parte de los sectarismos de ultraderecha o de ultraizquierda, y que, por el contrario, abrazamos el imaginario de una libertad de opinión, y que no apoya ninguna forma de absolutismo o de totalitarismo en la política.
Este nuevo comienzo del Nuevo Liberalismo nos parece una linda oportunidad para impulsar una gran alianza de fuerzas que contribuyan a una sinergia política que frene de una vez por todas esta polarización peripatética entre el Uribismo y el Petrismo, que representan con un nombre mas moderno, el antiguo Bipartidismo colombiano que ha frenado el desarrollo y la evolución de nuestra patria.
En esta nueva esperanza que nace, se unen voces como la del gran intelectual y humanista rector de la Universidad de los Andes: Alejandro Gaviria, así como la de la excandidata presidencial Íngrid Betancourt, entre otras figuras que no pertenecen a las maquinarias políticas de los últimos veinte años y que se sostienen en el poder.
Como humanista, y creyente en la social democracia, creemos que solo en la libertad reside el poder transformador de la humanidad, pero esa libertad debe estar acompañada de la responsabilidad, para entender los grandes problemas que deben atenderse en el país, para avanzar en la era postpandemia, con una justicia social, que en verdad, genere la fuerza que nos haga avanzar como nación y no como, un país atrasado, de quinta, y llevando el lastre de una política que se convirtió en un negocio lucrativo para ese reducido numero de colombianos que se nos tiraron el país.
Adelante, con la idea de un resurgir del Nuevo Liberalismo, sin cadenas, sin ataduras y sin venderse al uribismo, al conservatismo y las izquierdas retardatarias.
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*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
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