Por: Laura María Jaimes Muñoz/ La mentira, el engaño, la ocultación o la simple tergiversación de la información ha sido una lamentable “herramienta” que muchas personas utilizan para justificar sus conductas, lo que probablemente sea la respuesta a un trastorno de conducta y, si es así, el sujeto debe revisar varios aspectos que hacen parte de este comportamiento.
Entre esas conductas se refieren a “los que no respetan los derechos básicos de otros, las nomas y/o reglas sociales propias para la edad” teniendo en cuenta que a menudo estas personas mienten para alcanzar sus objetivos o metas, así como para obtener favores, evitar obligaciones o simplemente para “engañar” a otros. sin pensar de manera empática en las consecuencias que pueden tener sus acciones, pues esto sería lo más “cómodo”.
Ahora bien, también se podría pensar en la probabilidad de una patología asociada a un trastorno de personalidad, el cual también tendría que cumplir algunos de los siguientes hechos:
1- Incumplimiento de las normas sociales, siendo un ejemplo de esto, aquellas personas que en repetidas ocasiones sus actos los lleva a la detención o problemas relacionados con el incumplimiento de la ley.
2- El engaño, que se manifiesta en repetidas ocasiones por mentiras con el objetivo de estafar o aprovecharse de otros para su beneficio o placer personal, por ejemplo, aquellos que cambian su perfil para llegar a una persona y hacerle daño.
3- Aquel sujeto que no puede planear sus proyectos o metas sintiendo impulsividad o fracaso en el momento.
Es importante informar que, “El ser humano es el único que es capaz de usar la mentira para su autoengaño” (Ortega, 1994) lo que traduce a no medir consecuencias en la toma de decisiones, siendo consciente de su autoengaño el cual le permite encubrir su realidad con el fin de ocultar sus conflictos personales no resueltos, sin darse la oportunidad de afrontar sus problemas originales que debe resolver, así como conflictos secundarios de orden psicológico, entre ellos los miedos, angustias, rumiaciones entre otras.
Estos sujetos no se “sienten mal” ni sienten culpabilidad por sus acciones, es más no sienten culpa después de hacer daño a alguien o por transgredir las reglas (normas), sólo tal vez en el momento que sean sorprendidos o castigados. Pérez (2003) refiere que, el autoengaño es solidario y se convierte en una forma de vida.
Es allí donde se puede reconocer a muchos “sujetos” que no se sonrojan con sus acciones, y lamentablemente muchos de ellos nos gobiernan o quieren gobernar tomando decisiones que pueden afectar a muchas personas directa o indirectamente en su bienestar sin ningún tipo de culpa, esto no se trata de mentiras “piadosas” o “juegos de palabras” son comportamientos que generan consecuencias lamentables para una sociedad que hoy está normalizando los anti-valores como formas de vida sin co-responsabilidad o empatía.
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*Psicóloga, especialista en psicología clínica y de la salud.
Saludos Doctora, totalmente de acuerdo con usted …