Por: Ruth Stella Catalina Muñoz Serrano/ Aunque un poco materialista la expresión que lleva por título este artículo, se relaciona, lamentablemente en una base superficial de la realidad, en la que solo lo que vemos en los que cuenta e incluso, las primeras impresiones son las que cuentan y como lo he dicho, terminamos siendo “opinadores” de todo e ignorantes de nuestra propia verdad y de verdades ajenas, permisivamente y sin conocer a ciencia cierta, el daño que hacemos cada día se torna mas grave, porque se habla del bullying como algo que corresponde solo a entidades e instituciones sociales o académicas, cuando en realidad parte de su proceder tiene sustento en esos apodos normalizados en casa, las mentirillas piadosas que mamá o papá no dice a su conyugue por evitar que se moleste, pequeños detalles pero que en trascendencia e historia, vemos como resultado una sociedad en la que se normalizó la violencia, o que sencillamente, se acostumbro a ser de esa manera, porque fue lo que “tocó”.
Es así, como la historia se repite y referirnos a los defectos de otra persona como tema de diversión e interés, se ha tornado en una forma sarcástica de hablar del monje solo por su vestuario y por lo que vemos, defínase monje para esta ocasión, cada uno de nosotros, que hemos estado en los dos lados de la barrera, tanto como opinadores, como víctimas.
Aunque el articulo no tiene el objetivo en enfatizar la victimización, si de referirnos sobre lo que nos parece normal y dejar de llamar a una generación solo de cristal porque ha decidido cambiar su estructura, se levantó una generación que quiere diferencias pero que no sabe hacer política al 100% porque sus referentes tienen sus manos manchadas, ¿nos referimos a culpabilizar entonces a la generación que los crio?
Lo que se ve es tan solo, quizá un 5% y precisamente lo que se ve es el hábito, una apariencia y desde una concepción más psicológica, es necesario no quedarnos con la misma, sino que podamos ir más allá.
¿Allá donde?
En el conocer a quien esta a mi lado, incluso conviviendo con otra persona lo que conocemos es tan solo lo que muchos eligen mostrarnos o lo que nosotros elegimos mostrar o sencillamente lo que decidieron ser, pero solo nuestra percepción no puede describir a otra persona más que a nosotros mismos, así que, en ese sentido el hábito no hace al monje, pero, hace nuestra imaginación; aunque hay excepciones a esta regla, los uniformes de identificación de las empresas que hablan de una cultura institucional, de sentirse parte de algo y de respetar sus normas, el hábito es al monje como, el aire es a las plantas, pero, aún más la necesidad de conocer a profundidad el ser humano, el agua, que nutre las plantas, es así, como el conocimiento personal es el hilo conductor de la construcción social, da paso a soltar los esquemas, soltar la superficialidad y creer en el otro, tanto como en sí mismo.
¿Crees en ti?
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*Docente, Psicóloga (UNAD), Especialista en Gerencia de Proyectos (Uniminuto), Maestrante en Psicología comunitaria (UNAD).
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