Por: Roberto Aponte/ Durante este tiempo me he enfocado en resaltar la belleza de lo autóctono, representado a través de varias plantas que germinan en nuestro territorio, pero esta vez he decidido hablar sobre esta vasta área a la cual muchos de nosotros nos sentimos enraizados, el lugar donde hemos crecido.
En este caso hablaría de ambos santanderes, ya que en ambos sitios he pasado casi toda mi vida. De cierto modo, aunque no nací en Bucaramanga, es una ciudad con la que me he encariñado, además que es un enclave pujante y donde concurren muchos de los factores más significativos del oriente colombiano.
El gran Santander ha sido crucial en la historia del país. Para empezar, antes que estas zonas montañosas recibierán un nombre, eran habitadas por pueblos como los Guanes y los Yariguies al sur y por los Motilones y Chitareros en el norte. En la época de la colonia, la riqueza mineral de Santander atrajo a infinidad de extranjeros que colocaron sus negocios en estas tierras y a su vez fueron forjando las costumbres que forman parte de la idiosincrasia santandereana y también contribuyeron a crear una diversidad étnica.
El municipio del Socorro fue el epicentro de la rebelión de los comuneros, un evento que representó una de las luchas sociales más significativas y a su vez fue preámbulo para la lucha por la independencia. Durante esta campaña varios de los pueblos de esta zona fueron puntos estratégicos para el libertador y sus aliados.
Santander recibe su nombre, el cual proviene del prócer de la patria, en el 13 de mayo de 1857, donde empezó como el estado soberano de Santander, de la república de Nueva Granada, la cual al año siguiente se llamaría Confederación Granadina y en 1863 recibe el nombre de Estados Unidos de Colombia. Debido a que ese tiempo nuestro país manejaba un gobierno federal, el estado de Santander gozaba de amplia autonomía, hasta 1886 cuando el país se convierte en una república centralista, no obstante, Santander seguía manteniendo una fuerte importancia en todo el país.
Hoy en día, aquellos sucesos de antaño han convertido a la región en un fuerte enclave comercial y un destacable referente histórico. Debido a su ubicación geográfica, los limites con Venezuela y con el río Magdalena, facilitan la salida de los productos obtenidos en esta zona. Aunque antes la riqueza era representada por la cantidad de oro y tabaco que se generaban aquí, actualmente tenemos una riqueza mucho mayor, la educación.
En Santander se encuentran importantes ciudades académicas como Bucaramanga y Pamplona, con el intelecto y las capacidades de sus habitantes se puede aprovechar la riqueza natural que existe en la región.
Contando con una superficie de 52.185 kilómetros cuadrados, en este territorio se encuentran diversos ecosistemas y hábitats, desde el caluroso y húmedo valle del Magdalena o la selva del Catatumbo o montañas altas y frías como el páramo de Berlín, o hasta sitios secos pero esplendorosos como el parque de los Estoraques o el cañón del Chicamocha o un vasto terreno de biodiversidad como lo es la serranía de los Yariguies.
Sumando todo lo dicho tenemos diversidad de gente, ambientes y especies. Afortunadamente, es una de las zonas más desarrolladas del país, pero también existen muchos lugares a los que cuesta llegar debido a las condiciones naturales o a falta de infraestructura vial.
Dicho esto, es muy claro el potencial intrínseco que existe aquí, así como estas tierras llamaron la atención de extranjeros en el pasado, en estos días la gente viaja aquí para aprovechar el empuje económico y si no es para establecer, cada vez más turistas se deleitan con el encanto de nuestras tierras.
Por eso debemos aprovechar todos nuestros recursos humanos, la riqueza natural es algo que casualmente ha terminado englobada en esta área y es un don para nosotros. Existen muchas ciudades y pueblos, muchos campos de cultivos, muchos ecosistemas de donde obtener el sustento, mostrarnos como potencia ante el mundo y enaltecer ese maravilloso orgullo santandereano.
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