Por: Yuli Metaute Londoño/ Siempre he apoyado el acuerdo de paz, pero eso jamás va a significar ver como héroes a esos criminales que causaron tantas lágrimas y daños irreparables a más de 39 mil víctimas del secuestro en el marco del conflicto armado de nuestro país.
Y más, durante las declaraciones de algunos excombatientes de las desaparecidas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en medios de comunicación, en homenajes a Víctor Julio Suárez Rojas y ante la Jurisdicción especial para la Paz (JEP), hablando sobre el caso 001 en relación al delito del secuestro; relatos que generan mucha impotencia y que son un insulto a esas personas que fueron tratadas de forma inhumana, muchos asesinados en cautiverio esperando la libertad. La guerrilla utilizó esa práctica del secuestro de la forma más aberrante como botín de guerra.
Los testimonios de las víctimas en el tiempo de cautiverio son muchos y abarcan una realidad dolorosa para el país.
Pero las declaraciones de algunos exguerrilleros, para los que hemos puesto la lupa en las historias de las víctimas, muchas de esas afirmaciones son en mi punto de vista falsas, relatos a su conveniencia, que revictimizan y hasta que son ofensivos; donde no se reconocen esos crimines de lesa humanidad, comenzando por lo que aseveró Sandra Ramírez, dejando entrever que las víctimas dentro de la selva estaban en una especie de “Hotel 5 estrellas”, el colmo del cinismo, propio de quien no se siente obligado con los que sufrieron las terribles condiciones del secuestro, ni con la verdad, ni mucho menos con la reparación.
Escuchándola, recordaba esos testimonios vivos de la crudeza por los secuestros perpetrados por ellos mismos durante los 50 años de conflicto; esos relatos de las víctimas donde describían entre lágrimas que las cadenas en su cuello era lo más humillante, que el día que un suboficial se atrevió a decirle a alias “Mono Jojoy” en una de sus visitas a los “campos de concentración” -creados dentro de la selva- que por favor reconsiderara lo de las cadenas, días después, en vez de abolirlas para siempre, cuentan los privados de la libertad, que el máximo jefe guerrillero envió candados más grandes para seguir encadenándolos a los arboles como animales. Esas cadenas son el símbolo de los delitos más atroces perpetrados por las Farc.
Para hacer las necesidades sanitarias, tenían que pasar por un túnel rodeado de alambre de púas, descalzos, con cadenas, algunas veces les tocaba hacer las necesidades fisiológicas delante de los otros secuestrados y en frente de los mismos carceleros.
Ni que decir de todos los secuestrados que murieron con tiro de gracia esperando ser liberados, imposible olvidar el caso del sargento Libio José Martínez, quien tuvo que aguantar 14 años de secuestro, con la esperanza de volver a abrazar a los suyos, pero fue fusilado por la guerrilla en un rescate fallido.
Como no recordar ese 11 de abril del año 2002, cuando las Farc se tomaron la Asamblea del Valle del Cauca, secuestrando a 12 diputados, entre ellos Sigifredo López, único sobreviviente, los demás, asesinados con tiro de gracia., Los familiares han afirmado que esperan no morirse esperando justicia para sus muertos. Torturas, abusos sexuales y así, me quedaría recordando tantas historias de la degradación de la guerra en su estado más puro.
Los relatos son tan descarnados como la guerra misma… No podemos olvidar nunca nuestra historia.
El plan marco de implementación de los acuerdos de paz empezó desde el año 2017, para muchas víctimas sobrevivientes aún se estaría incumpliendo el capítulo 5 que estipula el acuerdo sobre víctimas y el punto 6 de implementación, verificación y refrendación.
La Jurisdicción Especial para la Paz, durante estos años, ha tenido un reto enorme, ha hecho investigaciones serias, exhaustivas, han tenido que contrastar fuentes; pero deben seguir escuchando esas voces de los victimarios, de las víctimas y no solo las voces más mediáticas del secuestro que respeto profundamente, sino también esas otras voces que han sido tan invisibles y que seguro le van a aportar mucho al caso 001; el atroz delito del secuestro.
Pretender justificar las barbaries de la guerra mezclándolas con un modelo paupérrimo e inapropiado de las formas de lucha para matizar y refrendar el nulo romanticismo de la lucha de clases, es el centavito que le faltaba al peso, para dar trámite al cinismo de pretender darle vida a una tesis que muere desde el mismo nacimiento: ¡la injustificable guerra entre hermanos de una misma patria!
*Comunicadora Social y Periodista, locutora, presentadora de TV. Adscrita a la Asociación Colombiana de Periodistas de Bogotá. Actualmente labora para RCN Radio, conduciendo noticiero, programa deportivo y transmisiones del Fútbol Profesional Colombiano. Directora de Cotorra Digital.
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