Por: Claudia Acevedo/ Nos enamoramos, creímos que esa persona era nuestro complemento e iniciamos una relación la cual creemos que no tendría final y justo cuando todo termina sea cual sea el motivo sentimos que nuestro mundo se derrumba.
¿Quién no ha sufrido por amor? La ruptura de pareja es una de las situaciones de duelo más difíciles de superar, sí duelo porque duele y mucho, y esto es porque no vas a estar más tiempo con esa persona, te acostumbraste a él o ella, verlo, hablar a diario, contarse lo ocurrido en el día, se convirtió en costumbre el verse y convivir juntos y es por esto que al terminar una relación sentimos que nuestro mundo acaba e inicia un calvario en donde hasta respirar duele porque todo nos recuerda esa persona a la que era nuestro complemento, ese dolor se hace más grande porque de hecho, la persona no desaparece (como cuando fallece) sino que sigue existiendo y viviendo pero sin mí.
Luchaste para aferrarte a la relación hasta el punto de terminar, rogando por regresar, llorar a diario por recordarlo. No quieres creer que en realidad ha terminado. No lo puedes creer. Finalmente estás empezando a considerar que se acabó. Has pasado de, “¡no te vayas!» a «está bien, me doy por vencido”, “ya no es para mí», «quizás la monotonía acabo el amor», «tengo que seguir con mi vida».
Aun así, no te sientes bien, todavía te sientes de una forma que puede describirse como todo menos como estar bien. En el momento en que cuelgas el teléfono con tu ex, o los mensajes de texto finalmente se detienen, o dejas el espacio del otro, experimentas la retirada y te golpea implacablemente la realidad de la pérdida. Puede ser un proceso difícil y puede pasar mucho tiempo hasta que te sientas merecedor de invertir en tu propio proyecto de vida, sentir que todo a sanado, renovado.
Es probable que hayas sentido en algún lugar dentro de ti que esta ruptura se acercaba, incluso durante meses o años y, sin embargo, todavía seguías ahí, pero luego todo se convertía en rutina y después en monotonía, pero igual seguías luchando por eso que llamabas amor. Cuando la ruptura sucede puedes sentirte abrumado, inmovilizado y atormentado por el miedo, la pérdida y la desesperación por la vida sin esta persona. Incluso estos síntomas se asocian a los de una depresión, al igual como cuando se pierde a un ser querido, el duelo por la ruptura de la pareja puede ser muy complicado reconocerlo y más afrontarlo este es el mal llamado «tusa».
Muchas personas, al terminar una relación, se ven invadidas por una serie de emociones que no saben controlar, lloran a menudo a su expareja, lo más recomendable es hablar como se está sintiendo ya sea con amigos, salir y hacer actividades para distraer la mente. Este duelo por la ruptura de la pareja es muy similar a los otros tipos de duelos. El proceso de duelo por la ruptura de una relación amorosa atraviesa por varias fases a menudo ocurren todas a la vez, o en diferentes órdenes en diferentes momentos durante el proceso de dejar ir.
A continuación, algunas de estas fases
Inicialmente, permaneces impulsado por entender lo que sucedió, tal vez más allá de la capacidad de cualquier persona para explicarlo. Te fijas en las cosas que tu ex dijo en varias ocasiones que parecen contradecir la ruptura, y te aferras a ello ahora como si fueran el evangelio. El dolor, la desorganización y la confusión pueden convertirse en todo lo que piensas o hablas.
Negación: No puede ser verdad. ¡Esto no está sucediendo! Simplemente no puedes estar sin tu ex. Se siente como si hubieras puesto todo lo que eras en esta relación. Ha sido tu mundo, tu vida. No puedes aceptar que se acabó. Canalizas hasta la última esperanza para salvarla, incluso a expensas de tu bienestar. Pospones tu necesidad de llorar su fin porque enfrentarlo es demasiado doloroso. Al hacerlo, pospones temporalmente el proceso de duelo reemplazándolo con la esperanza irrealmente inflada de que la relación aún puede ser rescatada.
Negociación: Estás dispuesto a hacer cualquier cosa para evitar aceptar que se acabó. Serás una mejor pareja y más atenta. Todo lo que ha estado mal, lo harás bien. La idea de estar sin tu ex es tan intolerable que vas a hacer que tu propio dolor desaparezca haciendo que vuelva, a cualquier precio. Por supuesto, no usas la lógica en este punto (y probablemente no deberías operar maquinaria pesada). Estás de pie en el borde de lo que se siente como un abismo, tratando de no caer en lo desconocido. Te aferras a cualquier esperanza que puedes, para evitar perder aquello de lo que has llegado a depender, para bien o para mal. Negociar solo puede distraer brevemente de la experiencia de la pérdida
Recaída: Debido a que el dolor es tan intolerable, en realidad puedes ser capaz de convencer a tu ex de intentarlo de nuevo (esta puede no ser la primera ruptura con esta pareja). Aliviarás temporalmente la agonía del rompimiento. Sin embargo, a pesar de tus mejores esfuerzos, no podrás llevar la relación en solitario.
Ira: Inicialmente, es posible que no puedas conectarte con sentimientos de ira. Romper te lanza a lo desconocido, lo que puede evocar el miedo y el temor. El miedo, en ese momento, supera a la ira.
Aceptación inicial: Este es el tipo de aceptación que, cuando ocurre temprano en el proceso, puede sentirse más como una rendición. Estás sosteniendo tu extremo de la ruptura porque tienes qué, no porque quieras. O tú o tu ex han desarrollado suficiente conciencia y control en este punto para reconocer que no están destinados a ser.
Esperanza redirigida: A medida que la aceptación se profundiza, seguir adelante requiere redirigir tus sentimientos de esperanza, desde la creencia de que puedes salvar sin ayuda una relación fallida a la posibilidad de que sólo podrías estar bien sin tu ex. Es discordante cuando te ves obligado a redirigir tu esperanza de la entidad conocida de la relación al abismo de lo desconocido. Pero esta es una oportunidad para redirigir la fuerza vital de la esperanza. Independientemente, la esperanza está en algún lugar de tus reservas y accederás a ella de nuevo a medida que continúes permitiendo cierta distancia significativa entre tú y tu ex.
Errores más comunes en un proceso de duelo amoroso
Suplicar a mi pareja que no me deje: Si alguien ha decidido que no quiere estar contigo las súplicas sólo conseguirán ponerle más difícil lo que finalmente terminará haciendo.
Negar la situación: pensar que es pasajero cuando me han dejado claro que es definitivo. Es este el autoengaño más frecuente. Afrontar la realidad y aceptar la nueva situación es lo que debemos intentar cuanto antes.
Mantener el contacto con mi ex (mensajes, WhatsApp, llamadas a las tantas de la madrugada: Estas conductas suelen llevar a que la persona se aleje todavía más y además nos producen una sensación de frustración cuando no conseguimos nuestro objetivo, que vuelva.
Las etapas de dolor que siguen a cualquier trauma, rupturas incluidas, pueden ocurrir en el transcurso de minutos o incluso segundos, a través de días, meses o años, y luego cambiar sin previo aviso, haciéndote sentir sin fundamentos, especialmente al principio. Te sientes ajeno a ti mismo o aislado del mundo. Sin embargo, como cualquier amputación emocional, continuar en la vida significa aprender a vivir sin esa parte de ti mismo y encontrar formas de compensar tu pérdida.
Después de haber pasado por todas o la mayoría de estas fases estás listo para encontrarte con quién fue tu pareja y no sentir tristeza, con el tiempo pueden incluso ser amigos, pero para eso hace falta que pasen muchos meses, incluso a veces, años. Pero tampoco es una obligación mantener una amistad posterior, eso queda enteramente a nuestra elección (la de tu ex pareja y la tuya).
*Psicóloga y Co-fundadora de la LICMA Liga del Conocimiento y Salud Mental.
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).