Por: Holger Díaz Hernández/ “Lo esperanza no obstante sus engaños, nos sirve para llevar una vida más feliz”: Rochefocauld, escritor francés.
Uno de los temas que más polémica ha generado en los últimos meses ha sido el crecimiento del precio del dólar. Los opositores al gobierno no dudan en culpabilizar al mismo de ser el único responsable y éste responde con argumentos, que el problema es de orden mundial y obedece a factores externos imposibles de controlar.
Lo cierto es que el dólar ha subido desde las elecciones de junio un 27%, el 18 de junio de 2022 la tasa de cambio estaba en $ 3905,05 y en la última semana de octubre alcanzó valores históricos hasta de $ 4.999 cerrando a $ 4835, impulsado por la inminente recesión en Estados Unidos, la guerra en Ucrania, la crisis de disponibilidad de energía en Europa, la inflación que encarece la canasta familiar, la desaceleración de la productividad en el país, los bandazos de algunos de los ministros del gobierno y la errada decisión de anunciar que no habrían nuevas exploraciones de petróleo, gas y carbón.
Y esto lo que produce directamente es que nos empobrezcamos más cada día, miles de productos subirán de precio y nuestra deuda externa que es en dólares, agobiará y afectará más la economía del país.
El peso colombiano ha sido una de las monedas más devaluadas en el mundo durante las últimas semanas, siendo considerada como una de las monedas basura del momento, al mismo nivel de la países como la Argentina, las proyecciones muestran que de seguir esta tendencia en noviembre tendremos dólar a 5.200 o 5.300 y el próximo año podría subir hasta los 7.000 pesos.
Este viernes el Banco de la República subió las tasas de interés al 11%, encareciendo aún más los créditos y precipitando graves dificultades, no solo para quienes tienen deudas en dólares sino también en pesos con la banca local.
A todo esto se suma que la balanza comercial del país es deficitaria, porque exportamos mucho menos de lo que importamos. El 60% de lo exportado corresponde a hidrocarburos y minerales, un 20% a productos agroalimentarios y el otro 20% a manufacturas, en cambio se importan un 80% de productos manufacturados y solo un 10% de productos del agro y un 10% de combustibles, con lo cual si llega a convertirse en realidad la decisión de paralizar la firma de nuevos contratos en el área de los hidrocarburos, tendríamos que reemplazar más de la mitad de lo que vendemos a otras naciones, sin tener un plan definido para hacerlo.
Las cifras muestran que tenemos reservas de gas para 7 años y de petróleo para 8 años, en un momento en el que los precios del crudo están subiendo al mismo nivel del año anterior y la crisis de Europa nos muestra que quienes no tengan autonomía en la producción de energía tendrán las peores consecuencias.
El dólar se mantiene como la moneda más fuerte entre otras cosas porque hoy el mayor productor de petróleo en el mundo es EEUU y a pesar de la recesión que se avecina y que también lo afectará, el dólar se convierte en un activo refugio para todos los inversionistas por su estabilidad, en cambio países como nosotros que dependemos casi que exclusivamente para mantener la economía, de los minerales, no tenemos otra opción por el momento que continuar explorando nuestro subsuelo e irnos preparando para afrontar la transición energética que será obligatoria en el mediano plazo.
Pero cortar de tajo con la explotación de nuestros recursos naturales o anunciar que lo vamos a hacer, es como matar a la gallina de los huevos de oro, lo cual ha precipitado rayos y centellas contra el gobierno, que en cabeza de su ministro Ocampo ha tenido que salir a aclarar y a desautorizar a Irene Vélez, en un galimatías que no le hace nada bien al país.
Tarea complicada la que le espera al presidente Petro, quien tendrá que lidiar con una crisis mundial que se suma a los múltiples problemas que ya tenemos y que requerirán prudencia, inteligencia y tino para no tener que lamentar y llevar al traste con el sueño de millones que aspiramos a consolidar un mejor futuro para nosotros y nuestros hijos.
Transición energética sí, pero no así.
“La extracción de minerales siempre resuena a esclavitud e injusticia”: Brigitte Baptiste.
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*Médico cirujano y Magister en Administración.