Por: Carmen Elisa Balaguera Reyes/ Cuenta el devenir de la historia que han sido cientos, miles de filósofos, quienes nos han puesto a pensar de diferentes maneras, sin que por ello se maltrate a las personas. Decían los viejos: “las palabras no quiebran huesos ni sacan sangre”, expresión horrorosa pero que en el acontecer de la vida -el derecho a la opinión- ha formado ideologías, carácter y de alguna manera ha causado disensiones y conflictos.
El sólo hecho de pensar diferente, tener posturas, es la causa de que cientos de temas hayan ocasionado que la sociedad estableciera una o varias formas de vivir.
Para ello debe considerarse el derecho a la opinión que promueve reflexiones, orienta, acompaña y de alguna manera dirige el mundo civilizado, donde se piensa, se pregunta, se dice, se debate y rebaten las ideas.
Pero existimos bajo una especie de radicalismo que se ha tomado el mundo y de manera violenta se han confrontado las ideas; vamos trasegando en la globalización, y la masificación de las ideas cotejadas, con una inversión de valores donde la comunicación y las redes sociales juegan un papel fundamental.
Los acontecimientos y las noticias nos indican que vamos a ir perdiendo este derecho, noticias de cómo los grupos que tienen intereses particulares se han apropiado de símbolos que en otras épocas han demostrado su utilidad para ellos y la inutilidad y poco beneficio para la sociedad.
Los símbolos que acompañan las ideologías o las opiniones construyen infraestructuras que generan su propio lenguaje. En Europa, con el renacer de los grupos nazis que con su símbolo de la esvástica crean pánico entre las poblaciones migrantes en muchas ciudades. En los Estados Unidos, un nuevo símbolo la QAnon (QAnómino) que ha establecido un culto digital que viene ganando terreno ideológico y que promueve el odio y la violencia por internet.
Lo que vivimos hoy pareciera querer devolvernos en los avances de la civilización; estar del lado del uno o del otro, es lo que da ventaja; pensar diferente a lo que viene aconteciendo es granjearse la animadversión de aquel al que no le interesa lo que el otro piense u opine.
Esta semana vimos cómo un hombre se levantó frente a la mandataria capitalina y la increpó por su orientación sexual, acto que fue repudiado por muchas personas; pareciera que el autor de la agresión fuese mandado por alguien para promover el bochornoso acto contra la Alcaldesa.
Pero muchas personas olvidan que desde hace nueve años tenemos una ley que nos garantiza nuestro derecho a la opinión y esto lo establece una ley impulsada por el Partido Político Mira, la Ley 1482 de 2011 –Ley Antidiscriminación:
“Esta ley defiende y garantiza la protección de los derechos de una persona, grupo de personas, comunidad o pueblo, ya que permite avanzar en la lucha contra cualquier tipo de discriminación, incluidas las expresadas contra la población LGTBI. Contempla penas de uno a tres años y multas económicas que oscilan entre 10 y 15 salarios mínimos, a todo aquel que promueva o instigue actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento, orientados a causar daño físico o moral, por razón de raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo, orientación sexual, o discapacidad. Además, menciona casos de agravación punitiva, cuando la conducta se ejecute en lugares públicos, se realice a través de medios masivos de comunicación, se dirija contra niño, niña, adolescente, persona de la tercera edad o adulto mayor, o esté orientada a negar, o restringir los derechos laborales”.
La libre expresión asegura y facilita un mundo en donde no es válido cortar el derecho a opinar, pero también las leyes nos limitan a la no agresión por el otro en su derecho a tomar posiciones frente a lo que éste crea o deje de creer.
Alguna vez un historiador de esta comarca me llamo Yihadista por el hecho de tener una mirada distinta frente a su posición en la defensa del páramo de Santurbán, sus intereses no podían estar por encima de lo que la gran mayoría pensamos: La minería responsable no existe, como no existe la tensa calma, ni la oscura luz.
*Socióloga.
Correo: celisabreyes2008@hotmail.com
Twitter: @celisabalaguera