El presidente Biden llegó a la Presidencia prometiendo volver a la «normalidad», controlar la pandemia, encaminar la economía y usar sus 40 años de experiencia como senador para acabar con la polarización y renovar la forma bipartidista de hacer política en Washington.
Sin embargo, la imposibilidad de ejecutar sus proyectos políticos se refleja en una popularidad que ronda el 40%, más baja que la de Donald Trump y una de las más bajas en la historia reciente en Estados Unidos.
Aunque Biden ha logrado que el Congreso apruebe proyectos importantes como el Plan de Infraestructura, el fondo multimillonario para hacerle frente al Covid-19 y ha reducido el desempleo sustancialmente, la división interna de su partido y factores externos como las nuevas variantes del virus del Covid-19, la inflación y los altos precios de la gasolina tienen en jaque su agenda política. El estadounidense promedio no parece reconocer los aciertos del demócrata y la polarización sobredimensiona sus desaciertos.
Munchin y el plan ‘Build Back Better’
Gran parte de la agenda política de Biden está incluida en el plan social o ‘Build Back Better’. Este incluye más de medio billón de dólares para combatir el cambio climático, 400.000 millones de dólares para ofrecer guarderías gratis en el país, licencia de maternidad remunerada, reducción de precios de las medicinas y ampliación del servicio de salud pública, entre otros.
Un proyecto que se financiará con un aumento de impuestos a las grandes empresas y que inicialmente iba a inyectar 3,5 billones de dólares a la economía en los próximos años, pero tras disputas internas ahora es de 1,75 billones de dólares.
«El margen más obvio donde veremos mejoría si se implementa el plan ‘Build Back Better’ es en la reducción de las tasas de pobreza. La expansión del crédito tributario por hijos, bajo el Plan de Rescate de América, estima una reducción de las tasas de pobreza en menores de edad en el 2021 desde 14% hasta 8%», dijo desde Washington, Wendy Edelberg, Economista senior y directora del Proyecto Hamilton en el Brookings Institute.
«En este momento, hay un niño cuya familia no puede pagar su insulina porque cuesta 1.000 dólares al mes. La Ley ‘Build Back Better’ limitaría sus costos mensuales de insulina a 35 dólares. Estoy más comprometido que nunca a hacerlo por ellos», subrayó en uno de sus tuits el presidente Biden, como uno de los diversos beneficios que promete su plan social.
Sin embargo, tras meses de intensos debates, negociaciones y visitas del presidente al congreso, ‘Build Back Better’ sigue estancado porque el Partido Demócrata que representa Biden y que tiene la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado no se pone de acuerdo para aprobarlo.
Una división interna entre demócratas progresistas y moderados ha impedido que se logren los 50 votos necesarios para aprobar el plan en el Senado. Uno de los protagonistas de esta disputa interna es el senador Joe Munchin de Virginia Occidental, quien se ha reunido varias veces con Biden y ha hecho que se eliminen varios puntos del plan inicial, pero afirmó recientemente que definitivamente no va a apoyar el plan social. Un golpe duro para Biden, que necesita mostrar resultados de cara a las elecciones legislativas del 2022 y que prometió ser el negociador en jefe y usar sus cuatro décadas de experiencia como congresista para renovar la forma de hacer política en Washington.
Nuevas variantes del Covid-19
Controlar el virus fue una de las prioridades de Biden cuando llegó a la Casa Blanca. Sus campañas para impulsar la vacunación recurrieron incluso a personalidades e ‘influencers’ para convencer a su población sobre la vacuna.
Hoy, cerca del 40% de los estadounidenses está sin vacunar y aunque la tasa de vacunación entre adultos haya aumentado significativamente, las nuevas variantes Delta y Ómicron han prolongado la pandemia y han generado incertidumbre, desconfianza y desasosiego entre muchos.
Cerca del 90% de casos de Covid-19 en Estados Unidos corresponden a Ómicron y aunque los síntomas son menos fuertes que los de la variante Delta, el año finalizó con largas filas para hacerse las pruebas y en una tasa de hospitalización disparada en ciudades principales como Washington y Nueva York. Situación similar a la de principios del 2020.
Variantes que Biden no puede controlar a pesar del esfuerzo y el llamado que ha hecho su Administración para que las farmacéuticas compartan las patentes a los países que más los necesitan para controlar el brote de nuevas variantes que termina afectando a los países desarrollados que tienen acceso a las vacunas.
«Si me toca, me va a tocar. Ese es mi lema, yo no me pongo más vacunas, solo dos, ‘that’s it’, (hasta ahí). ¡La tercera no me la pongo! Si la segunda tuve reacciones, la tercera no sé qué reacciones voy a tener, ¡así que no más!», dijo Enrique Arias, vendedor ambulante en Columbia Heights, barrio latino de Washington.
Inflación y cadena de suministros
La Bolsa de Valores de Nueva York está disparada y los principales índices han tenido un gran año. Además, el desempleo está por debajo del 5%, menor de lo que estuvo en los meses de 2016. El salario mínimo ha crecido y el consumo ha aumentado, el número de oportunidades de empleo ha llegado a cifras récord y es posible que este sea el mejor año para encontrar trabajo, resalta el periodista Derek Thompson en la revista ‘The Atlantic’.
Pese al mejoramiento de la economía, el estadounidense promedio ha visto un incremento sustancial en los precios de los productos básicos y de la gasolina. Factores que afectan directamente el bolsillo de los estadounidenses y que generan incertidumbre y desconcierto frente a la Administración de Biden.
De hecho, la tasa de inflación llegó a 6,8% en noviembre de 2021, la más alta en las últimas tres décadas. Además, el precio de la gasolina ha aumentado 58,1 por ciento desde el año pasado, el incremento más grande desde abril de 1980, según la Oficina de Estadística de Estados Unidos.
La crisis en la cadena de suministros, el aumento repentino en el consumo tras la apertura de la economía y la respuesta lenta en la oferta de petróleo de países y empresas petroleras son algunas de las explicaciones que ofrece la Casa Blanca.
Sin embargo, el estadounidense promedio que ha tenido que pasar por cuarentenas intermitentes y los pormenores de una pandemia, las justificaciones de variables externas que no puede controlar un presidente, parecen quedarse cortas. Sobretodo cuando las promesas fueron controlar la pandemia y reactivar la economía.
Las elecciones legislativas están en juego
El 8 noviembre del 2022 son las elecciones legislativas en Estados Unidos. Se estarán disputando 35 sillas en el Senado (un tercio) y 435 en la Cámara de Representantes (la totalidad). En este momento, los demócratas tienen mayoría sobre los republicanos en las dos Cámaras.
Sin embargo, hay un consenso entre los analistas en que los republicanos recuperarán la mayoría en el congreso si los demócratas no son capaces de ponerse de acuerdo para aprobar los grandes proyectos como ‘Build Back Better’ que les permitan mostrar resultados a sus votantes.
Una victoria republicana en el congreso significaría un bloqueo casi instantáneo de cualquier iniciativa de Joe Biden y los demócratas. Situación que evidenciaría la incapacidad que tuvieron para ejecutar su agenda a pesar de controlar la Casa Blanca y el Congreso.
El auto saboteo ya no sería el problema porque los republicanos se encargarían de hundir las promesas del presidente, comprometiendo de paso su interés de reelección.