Por: Holger Díaz Hernández/ “Hay dos cosas que llaman poderosamente la atención, la inteligencia de los animales y la torpeza de los humanos”: Flora Tristán.
Dentro de la naturaleza humana está el esperar hasta el último momento para la toma de decisiones frente a la existencia de una amenaza cierta.
Es lo que viene ocurriendo desde hace cientos de años con el calentamiento global que está trayendo unas consecuencias demasiado lesivas para el planeta tierra.
Los fenómenos meteorológicos que están ocurriendo producto del cambio climático, que se suman a los daños irreversibles producidos por el hombre a la naturaleza, la depredación sobre la flora y la fauna, la erosión del suelo, las políticas erráticas de algunos de los gobiernos poderosos del mundo y la insensibilidad de casi todos ante la catástrofe que se avecina.
Las hambrunas, las guerras y las pandemias han producido los mayores desplazamientos masivos a lo largo de la historia pero se considera que en los próximos años estas migraciones serán peores debido a lo que se denomina hoy como los “desplazados climáticos”, la falta de alimentos será otro de los efectos dañinos de esta nueva realidad que asolará a la mayoría del mundo.
En los últimos doscientos años la temperatura de la tierra ha aumentado en 1.1 grados centígrados y se piensa que este ascenso pueda llegar a 2.8 grados en el año 2.100, con la consecuente aparición de más sequías, inundaciones, oleadas de calor e incendios forestales.
Los pronósticos optimistas prevén que este aumento pudiese llegar a 1.4 grados y los más pesimistas alrededor de los 4, lo cual sería catastrófico para el futuro de la humanidad.
Otro factor negativo muy importante son las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que retienen el calor del sol dentro de la atmósfera, se producen por el uso de gases fluorados utilizados en muchos procesos industriales, la combustión de minerales fósiles como petróleo, carbón y el gas, la tala de bosques, la ganadería extensiva y el uso de fertilizantes nitrogenados.
Como consecuencia de esto nivel del mar aumentará y miles de kilómetros de zonas costeras desaparecerán bajo el nivel de las aguas, habrá calores extremos con la consiguiente muerte de miles de personas sobre todo niños y los mayores de edad, pérdida progresiva de los glaciares de montaña y de los polos, hechos que empezaron hace mucho tiempo pero que tiene hoy su mayor impacto.
A todo esto, se suma el aumento en la concentración de CO2, fenómeno que es superior en los últimos años a lo ocurrido en los dos mil anteriores.
Por lo tanto, necesitamos acciones inmediatas y contundentes, encaminadas a generar una cultura universal para la protección del medio ambiente, con cambios sociales de fondo e inversión económica sostenible en el tiempo.
Mejora en las prácticas de producción agrícola industrializando el sector, incentivar una ganadería intensiva y cultivos tecnificados a gran escala que produzcan resultados de impacto tanto en la rentabilidad por hectárea como en la disminución del uso de plaguicidas y matamalezas.
Debemos promover el ahorro de energía y evitar el despilfarro del agua, incentivando el uso de energías limpias y el manejo de las basuras adecuadamente.
Necesitamos gobiernos comprometidos con el medio ambiente, líderes mundiales utilizando su influencia y sus recursos financieros en proteger la naturaleza y científicos trabajando en la producción de instrumentos para reversar en lo posible el daño infligido por el ser humano al planeta tierra y en crear alternativas de desarrollo para los mitigar los efectos negativos de lo que está por venir.
Esto es un trabajo en equipo de todos los sectores: académicos, económicos, políticos, entidades multilaterales como la ONU y la FAO y organismos no gubernamentales, pensando en generar acciones de forma inmediata y de manera articulada, ojalá no sea tarde.
“Una sociedad se define no solo por lo que crea, sino por lo que se niega a destruir”.
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*Médico cirujano y Magister en Administración.