Por: Óscar Prada/ Más que un carismático líder religioso; el papa Francisco enarbola las banderas de la política con fervorosa dedicación; por ello es hoy el protagonista de esta entrega.
En su primera audiencia papal del 2022, el mayor influencer del catolicismo, emitió un juicio en nombre de la iglesia, contra el actuar egoísta de aquellos que optan por ser padres de un solo hijo.
Aquel juicio papal, sale a relucir en una modesta reflexión, adoctrinada por el principio de “paternidad y maternidad”, que deberían aplicar las personas del común; todo esto, ante el invierno demográfico y el gran sufrimiento de la patria que no tiene hijos, a causa del envejecimiento poblacional.
Como padre amoroso quiere lo mejor para sus hijos, y con dulces palabras pronuncia las pautas del “deber ser social”, que considera conveniente. Parafraseando se presentan algunos apartes:
Primer aparte: “No basta con traer al mundo a un hijo para decir que se es padre o madre; padre no se hace, sino al hacerse cargo de aquel, responsablemente.”
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Segundo aparte: “sufre la patria que no tiene hijos, y como me decía alguien humorísticamente, y ahora ¿quién pagará los impuestos para mi pensión?, ¿quién se hará cargo de mí?”
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Tercer aparte: “se ve que la gente no quiere tener hijos; o algunos uno y solamente uno, y muchas parejas no tienen hijos porque no quieren, o tienen uno y basta, y no tienen más; pero tienen dos perros, dos gatos; y los perros y gatos ocupan el lugar de los hijos.”
A manera de litigio, se analizará cada aparte pontificio de forma corta y sencilla, para luego realizar un ejercicio reflexivo que integre la terna objetada concluyendo en seguida.
Respecto al primer aparte: Es totalmente razonable, ser padre o madre de familia va más allá de la simple concepción; el vínculo fundado en el amor constituye el título de ser padre o madre.
Respecto al segundo aparte: Concebir hijos con el fin de garantizar el cuidado de la inevitable vejez; lejos de ser un acto desinteresado de amor; más bien es un frívolo acto de egoísmo del bueno, al planificar los fines de las vidas que están por nacer en provecho de sus longevos “padres creadores”.
Respecto al tercer aparte: Para el sumo pontífice la responsabilidad y cuidado de una mascota, es tan semejante como el que necesita un ser humano; ¿acaso una mascota requiere formación en la fe y valores?; equiparar mascotas con humanos, son harinas de diferentes costales y contradice lo expresado en el primer aparte papal.
La familia de Nazaret paradójicamente posee un único hijo; y siendo el hogar modelo que representa la institución católica, el papa insiste en menoscabarlo.
Al no cuadrar las cuentas para pagar los gastos de la iglesia, el jefe insta a su rebaño a fabricar más feligreses que aporten económicamente a las causas de la “fe”; a pesar de los pocos pastos para alimentar a sus crías.
Como dice la canción: “No hay nadie perfecto amor, todos nos equivocamos, el amor es imperfecto, lo perfecto es inhumano”[1]; la perfecta inhumanidad pontificia de controlar la natalidad, mediante un modelo de perfección que sataniza la imperfección humana, es chocante.
Desconocer la diversidad de realidades sociales, encuadrando los intereses propios, es la jugada por excelencia que el catolicismo ha conservado con tradición milenaria; tacando con la fe para obtener a como de lugar, las carambolas que le urgen para dominar la partida a nivel global.
Como si ser fiel, amar en la pobreza y la riqueza, en la salud y la enfermedad; a una sola persona por el resto de la vida, no fuese más que suficiente.
El juramento matrimonial, no concibe tener hijos por obligación. Eso lo decide cada pareja; sin embargo, para la doctrina del Vaticano, el compartir dos vidas desinteresadamente por medio del matrimonio es insuficiente.
Aclarando lo anterior; lo objetado no es contra el carismático papa Francisco, ni la fe cristiana. El agudo cuestionamiento se dirige a las políticas de control natal, que se esconden en el manto de la fe.
Ante tan adversa situación económica, ¿es egoísta planear el sustento de un hijo antes de engendrarlo? Tan solo faltó decir desde el Vaticano que los hijos nacen con el pan debajo del brazo. Paradójicamente, no solo de pan vive el hombre.
En medio de una pandemia que empobrece al planeta; abstenerse de traer hijos al mundo, ¿es un acto de egoísmo, o de amor?
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*Ingeniero Civil y estudiante de Derecho.
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Twitter: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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