Por: Gustavo Ortiz/ Si, hablemos de los modus operandi de la década de los ochenta y si nuestra memoria futura política celebra el Quijote Tobón Sanín rumbo al Senado, no olvidemos que junto a él estaba el divertido y tosco Sancho Hernández Suárez, hace un tiempo. Me doy esta licencia de personajes, después de una consulta con el buen cervantista Jorge Enrique Rojas. En julio me comprometo a hacer una columna sobre la obra del buen recaudador de impuestos español.
Uno de los referentes históricos sin duda en estos modus operandi criminales fue la dictadura argentina. Había que construir familias con fuertes espejismos -no digo imaginarios- morales y ejercicios locales de poder. El pueblo como siempre fue el destinado a sufrir y para estas diligencias estaba la bota militar. Nada alejado de la familia reservas del ejército – quienes son empresarios, civiles con sueños de líderes y el ejército en Colombia.
El pasado 24 de marzo en la fecha odiosa de los cuarenta y cinco años de la dictadura argentina, se inició el proyecto Plantamos memoria por los treinta mil desaparecidos en este país. Así que bajo el mismo significado simbólico planto mi memoria y mi desaparición.
A diferencia del estamento colombiano, la República Argentina encabeza proyectos a nivel interno e internacional para deshacer todas aquellas adopciones legales a la fuerza de aquella época, como miembro de la Organización de Estados Americanos hay unas leyes específicas de fuerza mayor y se ha triunfado de buena forma en rehacer estas relaciones originales de familia.
No se lucha en Argentina de manera temerosa, sino frentera, por ejemplo, el tweet de la cuenta @abuelasdifusion el pasado día que ya referí: “Desde Abuelas nos preguntamos ¿Dónde están los casi 300 nietos y nietas que aún viven con su identidad robada? Hoy #PlantamosMemoria #BuscaTusRaices”. O sea que cuando hay fraude o es a la fuerza, es una identidad robada. Luego focalizamos las leyes.
Sea el lugar que sea, es terrorismo de estado. Recordemos los tristes hechos de Armero, Tolima y como fueron feriados cientos de niños bajo las figuras de adopciones legales, nacionales e internacionales con el beneplácito del Instituto de bienestar familiar. En Holanda hace menos de un año se destapó una ceguera estatal sobre adopciones hechas a la fuerza. A pesar del tiempo se tomaron medidas. Remarquen ese hecho.
El Presidente Fernández de la Argentina entregó ese 24 a las abuelas de la Plaza de Mayo el premio Juana Azurduy por esta defensa de los derechos humanos. Hagamos lectura inferencial, no por los desaparecidos sino por ese rol principal de recuperar las identidades robadas.
Ja, el Sancho Hernández Suárez cumple años ese día. ¡Que paradoja!
El arquitecto Gustavo Ortiz fue el empleado de Rodolfo Hernández a finales de los ochenta, dejo este detalle. Hicieron buena amistad y buenas parrandas para decidir cualquier accidente o ser humano. Gustavo Ortiz por más de una década no perdonó al Sancho Hernández Suárez en su ínsula de Barataria o bien podríamos decir la finca frente a la entrada de Catay, la finca de los empleados de la Universidad Industrial de Santander. Antes de morir en la clínica Comuneros me pidió perdón por esa transacción económica a medias hecha en mi nombre.
No le recordé que Socorro era quien asumía borrar los cochineros, dicen que aún lo hace y recuerdo de niño las reuniones en esta finca de Piedecuesta dónde se me ofreció reorientar mi destino – debí aceptar, pero era un chico mal formado o una reunión en la oficina del centro comercial cuarta etapa Cabecera. Sea como fuere, las razones o argumentos eran casi de dependencia a una familia adoptiva carente de ética y de estabilidad mental.
He hecho unos cuantos viajes, incluso hasta el mes pasado recopilando pruebas para acorde a las sentencias sobre adopciones irregulares por parte de la Corte Interamericana de Derechos humanos quien juzga casos de la década de los ochenta, aquí hay un proceso extrajudicial, la dependencia laboral y de amistad entre los dos hombres mencionados y dos, un proceso de valoración hecha con una persona que ni siquiera estaba en Bucaramanga en tiempo real mínimo a los convenidos de ley no sustentaba los estándares suficientes para ser adoptante.
Aunque juegue en mi contra, el registro civil de este quien escribe hoy, no tiene una de las firmas requeridas y es incompleto.
Como aquellos duques que le pegaron al Sancho original, exijo abandone la ínsula de Barataria señor Rodolfo Hernández Suárez y me devuelva mi identidad robada. Nuestra Universidad Nacional nos puede ayudar.
En este país de modus operandi, les recuerdo que el Santandereano más amado en el siglo XX hizo lo mismo. Aquel político famoso, hagan la tarea de averiguar.
*Profesional en Estudios Literarios Universidad Nacional de Colombia.
Twitter: @estacionpoetas
Correo: geortizc@unal.edu.co
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).