Este 3 de enero tuvo lugar en Washington D.C., Estados Unidos, el inicio de la legislatura en el Congreso -compuesto de Cámara de Representantes y Senado- tras las elecciones de medio término del pasado 8 de noviembre, en las que se renovó un tercio del Senado (35 senadores fueron electos) y la totalidad de la Cámara Baja (435 escaños).
Mientras las nuevas tomas de posesiones en el Senado se realizaron sin mayores inconvenientes de la mano de la vicepresidenta Kamala Harris, también líder de la Cámara Alta; en la Cámara de Representantes se produjo un hecho histórico e inédito en los últimos 100 años: el candidato principal del Partido Republicano, Kevin McCarthy, no obtuvo el respaldo mayoritario de su propia bancada para investirse como presidente en la primera ronda de votaciones. Tampoco lo hizo en la segunda votación. Ni en la tercera. La sesión se suspendió hasta el mediodía del miércoles para que las negociaciones puedan avanzar fuera del hemiciclo.
En la primera ronda, 19 compañeros de partido -de los 222 escaños que obtuvieron en noviembre- no le otorgaron la confianza: 10 lo hicieron por Andy Biggs, republicano del ala más radical del estado de Arizona, que también estaba en la lista de presidenciables. Otros nueve votaron a otros candidatos y alejaron a McCarthy de ser elegido sucesor de la demócrata Nancy Pelosi. En la segunda ronda se sumó a la contienda el republicano Jim Jordan para contrarrestar a McCarthy y logró unificar los 19 votos para él. En la tercera, Jordan logró rascar un voto más, 20.
El candidato del Partido Demócrata, Hakeem Jeffries, representante por el estado de Nueva York, logró la unanimidad de los votos de sus compañeros, 212, en sendas votaciones. También insuficientes, aunque algo que no dejó de ser curioso, porque desde 2009 los demócratas siempre habían sufrido alguna deserción en sus filas.
Según establece el reglamento, para que un candidato gane necesita 218 votos, la mayoría absoluta. Hasta lograrlo, los legisladores continuarán votando en rondas nominales consecutivas. El miércoles iniciará la cuarta votación.
En lo que sí se pusieron de acuerdo los republicanos en su primer día de legislatura es en eliminar los detectores de metales que se instalaron a petición de Nancy Pelosi tras el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero de 2021. Fue la primera medida que adoptaron tras la consumación de su mayoría.
A pocos kilómetros de allí, en la Casa Blanca, el presidente estadounidense Joe Biden comentó que está pendiente del devenir de los acontecimientos en la Cámara Baja y la portavoz del mandatario, Karine Jean-Pierre, informó de que Biden «no se va a involucrar en ese proceso».
«El presidente sirvió como senador de Estados Unidos durante 34 años y entiende cómo funciona este proceso», comentó a los periodistas presentes en la primera sesión informativa de 2023. «Esto es algo que la conferencia republicana tiene que resolver por sí misma, y lo hará», exhortó.
McCarthy quiere dar la batalla
El líder republicano prometió dar la batalla el tiempo que hiciera falta para sobreponerse al ala radical del partido, quienes por el momento se niegan a darle sus votos. McCarthy entró en el hemiciclo a mediodía, posó ante los fotógrafos y recibió una ovación cerrada de sus fieles cuando el congresista neoyorkino Elise Stefanik lo nominó como presidenciable en la primera ronda de votación.
Antes de iniciar la sesión, Kevin McCarthy ya sabía que no sería fácil: «Puede que tengamos una batalla en el hemiciclo, pero la batalla es por la conferencia y por el país», dijo en los pasillos del Capitolio.
Previamente se mantuvo una reunión a puerta cerrada entre los miembros del Partido Republicano en la que ya se había advertido de que el candidato no iba a contar con los votos suficientes para investirse speaker de la Cámara de Representantes. En la víspera, cinco congresistas electos se habían mostrado ya explícitamente contrarios a su candidatura. Finalmente se rebelaron 20.
No obstante, y a pesar de que las votaciones insuficientes a favor dan muestra de la fractura interna que vive el partido y podrían mermar su hipotético liderazgo al inicio de la legislatura, McCarthy instó a no cejar en el intento.
¿Pero por qué McCarthy no tiene el respaldo unánime de los republicanos?
A priori se podría haber imaginado que Kevin McCarthy gozaba de todos los ingredientes para ganar la portavocía de la Cámara Baja estadounidense. Recaudó millones de dólares en la campaña, reclutó a legisladores nuevos para que se presentaran en sus circunscripciones y devolvió la mayoría -exigua- de los republicanos en la Cámara tras cuatro años de sequía.
Pero ahora, un grupúsculo de legisladores liderado por el Freedom Caucus -una agrupación informal donde se reúnen los extremistas más a la derecha del partido- y alineados con el programa Make America Great Again del expresidente Donald Trump es quien está capitaneando esta suerte de «sabotaje» contra el californiano.
«Hay una persona que podría haber cambiado todo esto», dijo Scott Perry, republicano de Pensilvania, presidente del Freedom Caucus y mano derecha del exmandatario en su insistencia por impugnar los resultados electorales de las presidenciales de 2020. Se refería al al propio McCarthy.
Y es que el grupo comandado por el Freedom Caucus quiere que el líder republicano en la Cámara de Representantes cambie algunas de las reglas del juego desde su privilegiada posición. Una condición que, de momento, McCarthy se niega a aceptar.
«Si quieres drenar el pantano no puedes poner al caimán más grande en el control del ejercicio», le criticó Matt Gaetz.
Una de las principales hormas en el zapato del legislador es que le solicitan que restablezca una ley por la que se permite a cualquier miembro electo de la Cámara presentar una moción de censura contra el speaker para que deje sus funciones si no satisface las demandas de una mayoría de representantes.
Nancy Pelosi derogó la norma luego de que el Partido Republicano la utilizara como arma de chantaje legislativo. Aunque Kevin McCarthy no se muestra reacio a volver reactivar la legislación, sí que exige que al menos cinco legisladores firmen la moción, aumentando el umbral. No obstante, esta medida no dejó satisfecha al ala radical de la formación.
Pero para Kevin McCarthy este escenario hostil no es novedad. En el año 2015, cuando también se postuló para liderar la Cámara de Representantes, se retiró en el camino al no obtener tampoco el respaldo de la mayoría de sus compañeros de bancada. «No hubiera disfrutado siendo speaker de esa manera», dijo entonces. Sin embargo, ahora su discurso ha cambiado.
En paralelo, una nueva generación de republicanos alistados con las proclamas más incendiarias de Trump también están en el barco opositor de McCarthy. No creen que es lo suficientemente duro para enfrentar a los demócratas y ni siquiera le creen un buen republicano.
¿Quiénes son los acérrimos opositores a McCarthy?
En el núcleo duro del ala radical anti-McCarthy se sitúan el legislador por Florida Matt Gaetz y Andy Biggs por Arizona. A ellos se suman Matt Rosendale, conservador del estado de Montana; Bob Good, de Virginia; y Ralph Norman, de Carolina del Sur.
Este último, según reportó el portal ‘Talking Points Nemo’, llamó antes de la investidura de Joe Biden al entonces jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, y le instó a invocar la «Ley Marcial» tras la toma del Capitolio, para dotar de poderes especiales al Poder Ejecutivo en plena insurrección contra la democracia.
Otros de los miembros díscolos de la mayoría republicana son el legislador texano Chip Roy; el actual presidente del Freedom Caucus, Scott Perry, de Pensilvania; o el representante por Carolina del Norte Dan Bishop.
Todos ellos consideran que el portavoz de la Cámara de Representantes goza de mucho poder y arguyen que las minorías de miembros electos por el pueblo estadounidense deben tener más capacidad de decisión en las resoluciones legislativas.
¿Qué pasa si no hay movimiento de fichas en el Partido Republicano?
Según el reglamento de la Cámara, los legisladores deben votar consecutivamente hasta que uno de los candidatos obtenga la mayoría absoluta (218) de los votos. Asimismo, las votaciones pueden quedar aplazadas para favorecer las negociaciones fuera del hemiciclo, como finalmente ocurrió en la tarde del martes.
Al no haberse proclamado un ganador en la primera ronda de votaciones, se entra en lo que se denomina «battle on the floor» o «pelea en el hemiciclo», que se da cuando los representantes necesitan varias rondas de votaciones para elegir a su portavoz.
Desde que se reunió el primer Congreso en Estados Unidos, en 1789, ha habido 14 «peleas en el hemiciclo». La inmensa mayoría en el periodo previo a la Guerra Civil. Después de aquel ciclo solo ha habido un episodio similar hasta este martes: se dio en 1923, cuando Frederick Gillett necesitó nueve votaciones hasta proclamarse presidente.
Antes de aquello, en 1849, el hemiciclo de la Cámara de Representantes tuvo que sesionar 19 días seguidos hasta que finalmente se decidió elegir al portavoz por mayoría simple.
Sin embargo, ha pasado tanto tiempo que en estos momentos es difícil saber qué protocolo utilizarán los funcionarios de la Cámara para desenredar la situación si no hay consenso en el ala republicana, pues la Constitución estadounidense no hace una referencia explícita sobre cómo proceder más allá de que los miembros «deben elegir a su portavoz».
Otro extremo interesante es que si bien se requiere una mayoría absoluta de los legisladores presentes no tiene por qué ser necesariamente de 218, ya que si alguno de los miembros se ausenta o a la hora de votar no dice el nombre de ningún candidato o dice «presente», su voto es nulo y la mayoría necesaria disminuye. El ejemplo más reciente lo protagonizó Nancy Pelosi en 2021, cuando fue electa con 216 votos.
Lo que sí es claro es que la Cámara de Representantes no puede echar a andar su legislatura sin la elección de un presidente, ya que es quien debe nombrar a los líderes de las comisiones de trabajo, dar inicio a los procedimientos de las sesiones o poner en marcha las prometidas investigaciones contra la Administración Biden.
El embrollo político del martes en la Cámara Baja contrastó, no obstante, con la otra ala del Capitolio, donde los nombramientos se produjeron sin mayores problemas al mantener los demócratas su mayoría.
Eso sí, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, se convirtió en el político que más tiempo lleva ejerciendo en la historia del Senado. Un líder que podría ser asimismo un revulsivo para Biden en su ánimo por sacar adelante leyes bipartidistas. Aunque visto lo visto, no le será fácil.