Una persona murió y otras tres resultaron gravemente heridas este martes tras registrarse un nuevo tiroteo durante la celebración de un funeral en el noreste de Washington, en Estados Unidos. En paralelo, este martes 11 de abril varios líderes de Kentucky y Tennessee demandaron mayor control del porte de armas.
Un nuevo evento violento ocurrió durante la celebración de un funeral en Washington, la capital de Estados Unidos, dejando una víctima mortal y al menos tres heridos mientras crece el debate por el control de armas en ese país.
Según Robert Contee, jefe de la Policía Metropolitana, un oficial de policía custodiaba una funeraria en el noreste de Washington a petición de los familiares, cuando se produjo el tiroteo alrededor de las 12:30 de mediodía (hora local).
El trágico evento ocurrió unos 20 minutos después de que terminara el funeral de una víctima de homicidio. Al menos cuatro personas resultaron heridas de bala, según Contee.
Un hombre murió en el lugar de los hechos y otras tres personas fueron trasladadas al hospital en estado crítico, según un portavoz de DC Fire and EMS.
«En este momento, parece que varias personas que estaban en el bloque fueron atacadas específicamente», comentó Contee en una conferencia de prensa fuera de la funeraria. «No estamos seguros de por qué es eso, por qué estas personas fueron atacadas, ni más ni menos por qué fueron atacadas en un funeral. No lo entendemos», agregó.
Estados Unidos vive una serie de tiroteos masivos, las más recientes víctimas fueron cinco personas asesinadas en un banco de Louisville el lunes.
Líderes de Kentucky y Tennessee piden mayor control de armas
Luego de que dos tiroteos masivos mataran a 11 personas en Louisville y Nashville, líderes políticos solicitaron leyes más severas para el porte de armas, unas que contemplan el impedimento a las personas que se encuentran en diversas crisis a acceder a armas de fuego.
«Estoy pidiendo a la legislatura que presente medidas prácticas y bien pensadas para hacer eso, para reforzar nuestras leyes, para separar a esas personas peligrosas de las armas de fuego, preservando al mismo tiempo los derechos constitucionales de la gente de este estado», comentó el gobernador de Tennessee, Bill Lee.
La ley sería un complemento de una existente que permite a los tribunales prohibir a los autores de abusos domésticos, agresiones sexuales y acoso, tener en su posesión armas de fuego. Lee se pronunció después de que la Asamblea General, dominada por los republicanos, expulsara a dos demócratas afroamericanos que protagonizaron una protesta en el Capitolio del Estado de Tennessee pidiendo controles más estrictos de las armas de fuego.
Uno de cada cinco adultos estadounidenses afirma haber sido amenazado
En Louisville, el representante Morgan McGarvey pidió a los legisladores federales apoyar la comprobación universal de antecedentes.
McGarvey sostiene la teoría de que el tirador de Louisville podría haber sido señalado como un riesgo, citando informes de que el hombre compró legalmente el rifle de asalto que utilizó el 4 de abril, y envió un mensaje a alguien advirtiendo del hecho violento que pensaba cometer.
«No disponemos de las herramientas necesarias para hacer frente a alguien que representa un peligro inminente para sí mismo o para los demás», declaró el congresista.
Por su parte, el alcalde Craig Greenberg, elevó el número de personas muertas por violencia armada en Louisville a 40 en 2023, calificando el nivel de violencia con armas de fuego en su ciudad como «más allá de horrible.»
«Las leyes que tenemos ahora están permitiendo la violencia y el asesinato», agregó.
Estados Unidos vive una oleada violenta donde los tiroteos masivos parecen fuera de control. Solamente en lo que va de 2023 se han producido 146 en todo el país, el mayor número desde el mismo periodo desde 2016, según el Gun Violence Archive, el grupo que monitorea los incidentes con armas en ese país. Este define un tiroteo masivo cuando tiene cuatro o más heridos de bala o muertos, sin incluir al tirador.
Otro organismo, el Kaiser Family Foundation, reveló que uno de cada cinco adultos estadounidenses afirma haber sido amenazado personalmente con un arma de fuego y que el 19% de los estadounidenses tiene algún familiar que ha muerto por un arma de fuego, incluidos los suicidios.